Dios parecía haber pasado tiempo extra perfeccionando a ese hombre. El tiempo no sólo no dejó marcas en su rostro, sino que lo hizo aún más encantador. Los años sólo se añadieron a su carisma.
Ming Fangfang reprimió sus emociones y trató de conversar con él. —Presidente Ejecutivo Lu, ¿por qué está aquí? Esta es la habitación 18. ¿Está en el lugar equivocado?
No importaba cuál fuera la razón, ¡esa era una oportunidad que no se podía perder!
Hu Hongda se olvidó instantáneamente de todo y rápidamente sonrió para saludarlo. —Realmente es el Presidente Ejecutivo Lu. ¿Quién sabía que nos encontraríamos aquí? Antes de esto, he estado esperando para discutir el desarrollo de esa tierra en el este...
A mitad de su presentación, Lu Tingxiao parecía no haberlo visto y se dirigió hacia la dirección que tenía detrás de él.
Hu Hongda y Ming Fangfang se quedaron atónitos. —Tú eres...
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