Al mismo tiempo, en las Montañas Kunlun, había un gran salón que se alzaba sobre la cima de una montaña.
Nubes y niebla lo rodeaban, haciéndolo parecer un lugar sacado de un cuento de hadas.
Una joven con túnica blanca se encontraba en la cima de la montaña. Su belleza era única y fascinante.
Esta señorita era Ji Siqing, quien fue aclamada como una de las diez genios más grandes de las Montañas Kunlun, la hija bendecida de los cielos y cuya fuerza reprimió a innumerables expertos.
Junto a ella estaba la brillante, pero excéntrica Ji Lin.
—¿Viste a Ye Chen cuando saliste esta vez? —Ji Siqing preguntó de repente.
Ji Lin asintió. Mastico un chicle y hizo una gran burbuja.
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