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Prólogo

"Hey, ¿te encuentras bien?" Un chico peli negro, con una sonrisa le pregunto a una chica la cual había tropezado cerca de él. Teniendo buenos modales, se dispuso de ayudar a la desafortunada chica.

"Eh... ah, sí" La chica un poco desorientada acepto la mano que el chico frente a ella le extendía.

"Ya veo, me alegra" El chico de manera agradable le sonrío. Su carácter, a pesar de ser alguien que pocas veces tenía la oportunidad de decir palabras completas sin avergonzarse, era agradable a su manera. "¿Como te llamas?" Ahora sí, algo avergonzado pregunto el nombre de la chica.

La chica, ahora ya completamente recuperada de la pequeña caída, miró al chico frente ella. Un joven entre sus 17 o 18; por lo que veía midiendo 1.90, por ahí; de una complexión algo atlética. A simple vista alguien muy atractivo.

"Me llamo Yarely, ¿cuál es el tuyo?" Ella pregunto de igual manera, con una sonrisa muy hermosa la cual cautivó al chico.

"Mi nombre es Alexander, un gusto" Para sorpresa del mismo, pudo decir más de diez palabras sin ponerse nervioso. Era algo lo cual alegraba mucho, el poder hablar con alguien de manera fluida, más teniendo en cuenta el hecho de que era una chica.

"También es un gusto conocerte" Con una sonrisa le respondió. "Te agradezco el haberme ayudado, pero tengo que retirarme" Algo apenada por no poder seguir la conversación, no tuvo que despedirse, después de todo tenía algo importante que hacer.

"Eh... claro, no hay problema" El dijo algo triste, encontrar a alguien con el cual poder hablar de manera fluida no era tan fácil. 'Hmmm, ¿porque no pedirle su número...?' Con la idea en mente, le pregunto a la chica " Oye, eh... ya sabes, no podrías... darme..." Muy avergonzado intento pedir el número de la chica frente él, obviamente, muy mal.

"¿Mi número?" Ella lo siguió, viendo algo divertida al chico, que para su vista, se miraba muy adorable avergonzado. Con un asentimiento, sacaría su teléfono para darle su número.

Después de ella darle su número telefónico, se dispondría a despedirse. "Creo que es hora de irme, si no llegaré tarde" Dandole un beso en la mejilla al joven, ella se comenzaría a ir. "Espero me llames, Alexander"

"Claro" El con una sonrisa que no había dado hace tiempo, se iría hacía su casa.

Y así, es como empezó lo que sería una amistad, qué, a su tiempo, siguió a lo que sería una bonita relación amorosa...

O así debía ser, ¿cierto?

Cuando la relación entre Alexander y Yarely comenzó, todo fue color de rosas; Ir a citas, salir de viaje, cocinar juntos, contarse sus secretos, tener intimidad entre ellos, etc.

Todo era bueno, pero nada es para siempre, ¿no?

Una tarde como cualquier, Alexander se disponía a ir en dirección de la casa de Yarely; Quería visitarle, después de todo ya llevaban varios días sin salir ni hablar. Según le contó, tenía varias cosas que hacer, por lo que tenía que reunirse con un chico para realizar una tarea.

Él lo comprendía, después de todo ella estaba en la Universidad. Además de eso, no tenía que tener desconfianza de que ella hiciera algo no apropiado con el joven con el que se reunía.

"Hola Sr. Jennifer, disculpe la intromisión, solo quería preguntar si se encuentra Yarely" Teniendo en cuanto que la que tenía enfrente era su suegra, se comportó de manera cordial.

"Hola Alexander. Yarely no se encuentra, salió con un chico llamado John" La señora frente él, se esperaría que se comportara de manera agradable, o bueno, respetuosamente. Después de todo era el novio de su hija, pero lo contrario a eso, se comportó de manera fría. "Es mejor que no la busques, con el daño que le has hecho es suficiente" Ella sugirió aún más fría, el ambiente se había vuelto tenso.

'¿Daño que le he hecho...? Yo no he hecho nada' El pensó para sí mismo, como es de esperar, muy confundió. Que recordará no habían peleado, es más, estaba seguro y por lo que recordaba, nunca habían discutido. No había necesidad para hacerlo...

"Disculpe, pero no entiendo" Queriendo resolver sus dudas, decidió preguntarle a nada más y nada menos que su suegra. Después de todo ella era la madre de su novia, la persona con quien más confianza uno tendría que tener. "¿Como que hacerle daño? Que yo recuerde nunca hemos discutido, por nada" Él le dijo su interrogante.

"¡¿Aún tienes la cara de preguntar el porqué?!" Ella completamente fuera de lugar le pregunto, o mas bien, le gritó. "¡LARGATE!" No queriendo molestar más, decidió retirarse. El buscaría respuestas a como diera lugar.

Subiéndose a su coche, se dispuso ha llamar a su amigo, el cual sabía que siempre estaba enterado de todo.

"¿Hola?"

"Hey, bro. Tengo una pregunta"

"Estoy algo ocupado ahora, no se si podrías llamarme después"

"Es algo importante"

"Ahh, bien, te escucho"

"¿Sabes algo de Yarely?"

"Ah... eso..."

"Sabes algo, ¿cierto?"

"Si... por lo que escuché ella tuvo varios problemas contigo y terminaron"

"Oh... era eso... ¿Sabes algo del chico con el que esta...?"

"Según lo que sé, con el que se está viendo la ayuda a salir de su roptura"

"Ya veo... ¿sabes dónde vive?"

"Si"

Después de esa pequeña llamada, se dirigiría en dirección de la casa del amigo de su "novia".

Al llegar se daría cuenta de que era un edificio. Entrando iría en dirección de la recepcionista a preguntar del paradero del tipo.

"Hola, ¿podría ayudarle en algo?" La recepcionista preguntaría amablemente.

"¿Sabes si aquí vive un tal John?" Pregunto algo ansioso, quería confrontar a su novia y preguntarle que era toda esta mierda.

"Si, ¿necesita algo de él?" La recepcionista preguntaría, después de todo se notaba desconfiada del aire que daba el sujeto frente ella.

Sin responder a su interrogante, el haría otra pregunta. "¿Podrías decirme en qué piso se encuentra?" Se encontraba muy molesto en estos momentos, y no ayudaba que la estupida recepcionista solo se hiciera la loca viendo otras cosas.

Habían pasado diez minutos y la estupida seguía viendo la pantalla frente ella.

"Bien, el joven John se encuentra en el tercer piso" Sin agradecer, él se iría corriendo por las escaleras. Mientras más subía más desconfiado se encontraba.

Cuando por fin llegó, lo único que vio serían varias puertas en un pasillo. Sin darle importancia tocaría en cada puerta, en ninguna de ellas se encontraban. Llegando hasta el final del pasillo, se pararía frente la última puerta. De ella salían pequeños chillidos... chillidos de su novia...

Dejándose caer en la pared frente la puerta, recostaría su cabeza en su rodilla. Con lágrimas saliendo lentamente de la comisura de sus ojos, susurraba cosas casi imperceptibles. "¿Fui tan poca cosa para que decidiera irse con otro...?" "Bueno... si ella es feliz, yo soy feliz, ¿no?" Aunque le doliera, era mejor. Ella estaba feliz con otro, y no podía hacer nada.

Poniéndose de pie, se dirigió a las escaleras. Pero por dar un paso en falso comenzaría a caer, con fuertes golpes terminaría en el primer piso. ¿Pudo haber sobrevivido? Talvez... talvez pudo sobrevivir si no se hubiera dado ese último golpe en la cabeza...

Y así, es donde empieza la aventura de Alexander...

"¿Donde me encuentro?" Con sorpresa, hizo una pregunta la cual nadie respondería...

Por ser el capítulo prólogo, es corto, así que los siguientes serán más largos.

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