Dante con algo de aturdimiento despertó en un túnel de tierra con flores blancas en los costados que iluminaban sus paredes.
—Morí en la caída...—Murmuro Dante con enojo, mientras se disponía a gatear hasta la salida con pereza—Encima que lo ayudo, me mata en la despedida, pero que criatura infeliz...
Dante gateó por unos minutos hasta que pudo salir del túnel. Al salir se encontró con una cueva completamente oscura, al punto que dante no podía ver sus propios pies apoyados en la tierra húmeda de la cueva.
Ayudándose con el tacto, Dante pudo hallar lo que parecían las paredes de las cuevas, las cuales parecían estar llena de raíces de árboles. Sin sacar las manos de la pared,Dante comenzó a caminar para adelante hasta encontrar la salida de la cueva.
La primera salida que encontró Danta fue la del camino de piedras, o al menos esa superficie fue lo que sintió el viejo con sus pies descalzos. Siguiendo el consejo del guardabosques, Dantes busco la salida con el camino de barro.
Si bien el consejo de juguetero era subir por las escaleras, con esta oscuridad absoluta, Dante de suerte podía confía en que el camino de barro fuera una subida. No obstante, cuando los pies de Dante se mancharon con barro, el viejo no sintió que este camino buscara subir o bajar y en su lugar parecía ser un camino recto.
Tras caminar un rato en línea recta por el camino de barro, Dante noto una luz en la distancia. Al observar con cuidado, el viejo diviso una antorcha arriba alado de una piedra ovalada.
Emocionado por encontrar una fuente de iluminación, Dante camino con velocidad hasta la antorcha. Dante llegó hasta la antorcha y pudo apreciar que las paredes del túnel parecían ser de barro y el techo también; no obstante, el barro del techo por algún motivo era lo suficientemente sólido como para no caerse y solo goteaba pequeñas gotas de barro.
Dante pudo apreciar que sus ropas blancas estaba llena de gotas de barro que habían caído del techo, el viejo pensaba que estas gotas se debían a su caminata por el barro, pero al parecer provenían del techo.
El viejo quiso tomar la antorcha en el suelo de barro, pero la misma parecía estar enterrada en el suelo, con algo de esfuerzo el viejo comenzó a tirar de la antorcha tratando de desenterrarla.
—¿Acaso te obsesionaste con mi antorcha, observador?— Comento alguien en el túnel con una vos muy pausada y lenta.
Dante miró a las paredes de barro buscando a la persona que había hablado, pero no pudo ver a nadie. Luego de buscar por todos lados, Dante miro a la piedra anormalmente ovalada y grande a lado de la antorcha. Era la única piedra que podía verse en este túnel de barro, por lo cual llamaba bastante la atención.
—¿Eres una piedra que habla?—Pregunto Dante con desconfianza a la piedra.
—No, soy un simple misionero viajando por este piso—Respondió la piedra con mucha lentitud.
Acto seguido la piedra comenzó a levantarse y una criatura similar a un caracol termino formándose.
El caracol usaba la piedra como caparazón, abajo del mismo se mostraba un cuerpo con piel verde y llena de mucosidad. Dos antenas salieron de lo que parecería ser su cabeza y dos manos con garras negras afiladas se formaron en su cuerpo mucoso. El caracol parecía no tener boca y los ruidos provenían del interior de la piedra en su espalda.
—¿Qué te trae al piso 940, observador?—Pregunto el misionero con calma, mientras sus manos tomaban la antorcha y la alejaban de Dante.
—¿Este es el piso 940?—Pregunto Dante mirando las paredes de barro del túnel—Vengo del piso 950, supuestamente tomé la escalera hacia el piso 940, pero no sentí que bajaba en ningún momento.
—Entonces no debiste tomar ninguna escalera...—Comento el Caracol con calma—En su lugar pasaste por algun pasaje que te ha dirigido hacia el piso 940... ¿Cuál fue el motivo por el cual quisiste venir al piso 940, observador?
Dante se quedó en silencio unos minutos y respondió con tono amargo:
—La verdad no sé que hacer ni a donde ir, pero tenía pensado dirigirme al piso 0 o un piso con humanos mientras pienso que a hacer ahora que sé que soy inmortal.
—Veo que estás perdido...—Comento el caracol con calma—Ese es el motivo por el cual llegaste hasta el piso 940.
—Sí, estoy perdido...—Comento Dante con amargura—Pero el problema es que no se a que sitio debo volver... no pertenezco al mundo humano y tampoco se a que sitio pertenezco en este mundo. Mi casa era el único sitio donde sentía que pertenecía, pero mis hijos son grandes y mi esposa murió, volver a esa casa para ser una carga es una tontería y tampoco sé cómo lograrlo.
—Si eres una carga no deberías volver...—Comento el caracol con lentitud—Deberías buscar un nuevo objetivo en tu vida, observador.
—Yo también creo que debería buscar un objetivo en mi vida...—Comento Dante con tono amargo y voz deprimida—El problema es que no sé qué hacer: no sé cuál es el objetivo de mi vida. Hace mucho que no se para qué sigo viviendo mi vida y hace no tanto descubrí que tampoco puedo dejar de vivirla...
—Pero yo si sé cuál es el objetivo de tu vida, Dante...—Comento el Caracol con lentitud.
—¡Si! ¡Tú pareces saber cuál es mi objetivo de mi vida!—Grito Dante con una sonrisa en el rostro, sin cuestionarse como el caracol sabía su nombre.
El caracol levantó con lentitud su mano mucosa y la alargo hasta tomar la mano vieja de Dante. Acto seguido, el caracol deslizó sus garras negras sobre la palma de la mano del viejo y la lleno de mucosidad. Cuando las garras se retiraron, una marca negra apareció en el medio de la palma de la mano del viejo.
—Ahora eres un seguidor de Samael y tu deber es guiar a los perdidos...—Comento el Caracol con calma, mientras volvía a esconderse en la piedra—Continúa por el camino y llegaras al piso 400. En dicho piso se hallan un grupo de criaturas perdidas; guíalos hacia la salvación y encontrarás la felicidad que tanto buscas, Dante.
Dante de forma aturdida miro a la piedra y a la antorcha en el camino de barro por unos minutos. Cuando recupero la conciencia, el viejo levanto la cabeza e ignoro la antorcha para continuar por el camino de barro.