Nyx abrió los ojos débilmente, todavía estaba en el mismo lugar donde se había desmayado. Olisqueó y se levantó lentamente del suelo. Le palpitaba la cabeza, miró a su alrededor, no había nadie cerca.
Sus ojos todavía giraban así que se quedó allí parada un rato para no caerse. Cuando sintió que ya podía seguir, dio un paso adelante.
Su estómago rugió y recordó que no había cenado ni desayunado. Su cesta no estaba con ella, así que no podía recoger uvas.
Estaba demasiado débil para caminar, pero logró llevarse a sí misma.
Logró llegar a casa, sola, temblando mientras caminaba.
Finalmente llegó a casa, su cabeza todavía giraba con emociones y pensamientos, no quería dejar a su bebé sin comer y tampoco sabía de dónde conseguir comida.
Abrió su puerta y entró, una casa fría y vacía la recibió.
«¿Qué voy a hacer ahora? No hay nada por aquí, nadie a quien pedir prestado, ningún lugar de donde conseguir más comida», pensó.
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