Redención...
Los ojos de Molly ardían.
Esas palabras parecían atravesar una dura barrera en su corazón, y una corriente cálida envolvía gradualmente su suavidad.
Pensando en lo decidido que había estado Michael para salvar a su tío, incluso con la expectativa de la muerte, su corazón temblaba involuntariamente.
Siempre había pensado que Michael era frío de corazón, pero, al parecer, lo era más consigo mismo.
No es de extrañar que hubiera estado en el hospital esos días.
—El tío ha estado buscándote por todas partes —Los ojos de Molly se enrojecieron ligeramente—. ¿Por qué no me dijiste que fuiste tú quien lo salvó?
—No es para tanto —La mirada de Michael hacia ella era un poco abrasadora, tan clara como un arroyo de montaña.
De hecho, otra razón por la que no quería decirlo era que no quería que ella estuviera con él al final solo por gratitud.
Ignorando su profunda mirada, Molly bajó rápidamente los ojos, sus pestañas temblaban, su corazón latía pesadamente.
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