—Eva se deslizó contra la puerta de la sala de piano y se sentó en el suelo con horror en sus ojos. Con los segundos que pasaban, no podía dejar de mirar el cuerpo de Lady Camille y su corazón latía más rápido.
—La maté... la maté —susurró Eva para sí misma.
Jamás había pensado en matar a nadie, aparte de la persona que había matado a su madre. No, no quería matarlo sino castigarlo por haberle quitado a su madre. Anteriormente, cuando Lady Camille entró en la habitación, no esperaba más que palabras acaloradas antes de que la vampira la dejara sola. Pero quién iba a saber que la vampira moriría.
La sangre comenzó a emanar de la herida de Lady Camille, extendiéndose por el lado izquierdo de su cuerpo y el suelo.
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