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El Encanto de la Noche

``` —El cuerpo de una sirena es una caja de tesoros. Sus lágrimas formaron las perlas más espléndidas, su exquisita sangre un estimulante eufórico para los vampiros, su lujoso cabello tejido en la más fina de las sedas, y su tierna carne buscada por los hombres lobo más que el ambrosía del Cielo. Las criaturas de la noche se mezclaban dentro de la sociedad humana, vestidos con la lana de la aristocracia, velados en su inocencia y nobleza retratadas, su salvajismo continuaba depredando a los débiles e indefensos. Genevieve Barlow, Eve para abreviar, era una joven excepcionalmente extraña. Poseía una naturaleza seductora y cautivadora, donde apenas había cambiado de apariencia desde su decimoctavo cumpleaños a sus veinticuatro años. Había engañado a la administración y había obtenido un título para poder tener una vida mejor. Más extraño aún era que Eve tenía un secreto que no compartía con nadie. Entra en la casa de Moriarty, no solo para ganar dinero sino también para encontrar respuestas sobre lo que le sucedió a su madre hace casi dos décadas. Lamentablemente, las cosas no siempre salen como uno planea. A pesar de su naturaleza cautelosa y su deseo de permanecer inadvertida, una pareja de ojos fríos cae sobre ella, que pronto se niega a dejarla fuera de su vista. ```

ash_knight17 · Fantaisie
Pas assez d’évaluations
546 Chs

Compañía impaciente

Eve respondió rápidamente a las palabras de Marceline y dijo:

—Desafortunadamente, no pude entrar en su hermoso vestido, Lady Marceline. Espero que no le importe.

Con Lady Marceline, que le había dado vestidos en mal estado, Eve aprendió que debía ser cuidadosa al tratar con ella.

—No lo haría nunca —Marceline sonrió—. Solo estaba tratando de ayudarte ya que no sería correcto invitarte a asistir al baile cuando sé que no tienes vestidos adecuados para tales ocasiones. Después de todo, tú no andas en este círculo —sus palabras fueron educadas, pero sus ojos continuaron escaneando a Eve.

Parecía que su hermano estaba pagando bien por el trabajo de esta humana como institutriz para permitirse un vestido tan caro. Marceline preguntó:

—Qué vestido tan encantador, ¿dónde lo compraste?

Chapitre verrouillé

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