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El Encanto de la Noche

``` —El cuerpo de una sirena es una caja de tesoros. Sus lágrimas formaron las perlas más espléndidas, su exquisita sangre un estimulante eufórico para los vampiros, su lujoso cabello tejido en la más fina de las sedas, y su tierna carne buscada por los hombres lobo más que el ambrosía del Cielo. Las criaturas de la noche se mezclaban dentro de la sociedad humana, vestidos con la lana de la aristocracia, velados en su inocencia y nobleza retratadas, su salvajismo continuaba depredando a los débiles e indefensos. Genevieve Barlow, Eve para abreviar, era una joven excepcionalmente extraña. Poseía una naturaleza seductora y cautivadora, donde apenas había cambiado de apariencia desde su decimoctavo cumpleaños a sus veinticuatro años. Había engañado a la administración y había obtenido un título para poder tener una vida mejor. Más extraño aún era que Eve tenía un secreto que no compartía con nadie. Entra en la casa de Moriarty, no solo para ganar dinero sino también para encontrar respuestas sobre lo que le sucedió a su madre hace casi dos décadas. Lamentablemente, las cosas no siempre salen como uno planea. A pesar de su naturaleza cautelosa y su deseo de permanecer inadvertida, una pareja de ojos fríos cae sobre ella, que pronto se niega a dejarla fuera de su vista. ```

ash_knight17 · Fantaisie
Pas assez d’évaluations
546 Chs

¡Hay un intruso!

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Recomendación Musical: Jane Fairfax interpreta a Mozart - Amber Anderson

—Rosetta estaba sentada con su madre y Lady Annalise en la sala, tomando té de sangre. Había pasado casi una hora desde que había regresado a la mansión de Moriarty.

—Rose, ¿dónde está tu abrigo? —preguntó Lady Aurora a su hija—. ¿Saliste sin abrigo con este frío? Vas a casarte pronto.

La joven vampira, que estaba sumida en sus pensamientos, negó con la cabeza. —Um, no. Se lo di al mayordomo antes para que lo lavara, madre. Sentí que no estaba suficientemente fresco y necesitaba ser limpiado.

Lady Aurora miró a su hija, sonriendo. —Siempre la más limpia de la sala. Mi hija apenas puede soportar una pequeña mancha de suciedad en su ropa. —Luego preguntó a Lady Annalise—. No he visto mucho a Marceline hoy. ¿Dónde está ella?

Chapitre verrouillé

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