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Capítulo 4: Enfrentando a la Bestia

El rugido de la multitud se hizo más fuerte cuando el oponente de Iván, conocido como "La Bestia", se acercó al ring. Era un hombre imponente, su cuerpo cubierto de cicatrices que contaban historias de innumerables combates. Sus ojos, fríos y despiadados, se clavaron en Iván con una intensidad que hacía que la atmósfera en el almacén se volviera aún más pesada.

Iván sintió el peso de cada mirada sobre él, pero en lugar de intimidarlo, eso avivó su determinación. Sabía que esta pelea no solo era una prueba de su habilidad física, sino también de su voluntad de seguir adelante, de luchar por la verdad y por su propia supervivencia.

Leah y Viktor observaban desde la barrera, sus rostros serios y concentrados. Viktor, con su habitual calma, asintió levemente hacia Iván, mientras Leah le lanzó una mirada de aliento, transmitiéndole silenciosamente su apoyo.

El árbitro levantó la mano y la multitud se silenció. —¡Comiencen!

La Bestia se lanzó hacia Iván con una velocidad sorprendente para su tamaño, su primer golpe dirigido a la cabeza de Iván. Iván esquivó por poco, sintiendo el viento del puño de La Bestia rozar su mejilla. El contrincante no le dio tiempo para respirar, atacando con una serie de golpes rápidos y precisos.

Iván retrocedió, utilizando su agilidad para esquivar los ataques. Cada movimiento de La Bestia era poderoso y calculado, mostrando su experiencia y destreza en el combate. Iván sabía que no podía permitirse recibir un golpe directo; un solo error podría costarle la pelea.

Con un esfuerzo concentrado, Iván comenzó a anticipar los movimientos de La Bestia, buscando una apertura. Aprovechó un momento de descuido y lanzó un golpe rápido al costado del cuerpo de su oponente, siguiendo con un gancho a la mandíbula. La Bestia gruñó, retrocediendo un paso.

La multitud rugió en respuesta, animando a ambos combatientes. Iván sintió una chispa de esperanza. Sabía que podía hacer esto, que podía vencer a La Bestia si se mantenía enfocado y calculador.

Pero La Bestia no iba a ceder tan fácilmente. Con una sonrisa perversa, avanzó nuevamente, esta vez con una estrategia diferente. Feintó un golpe a la cabeza y, cuando Iván se movió para esquivar, cambió rápidamente de dirección y le asestó un potente golpe en el estómago. Iván sintió el aire escapar de sus pulmones mientras caía de rodillas.

La Bestia no perdió tiempo y levantó a Iván por el cuello de su camiseta, lanzándolo contra el suelo con una fuerza brutal. El impacto dejó a Iván aturdido, su visión se nubló momentáneamente mientras luchaba por levantarse.

Desde el borde del ring, Leah gritó —¡Levántate, Iván! ¡No te rindas!

Viktor se mantuvo en silencio, pero su mirada intensa y su postura rígida hablaban por él. Sabía que Iván tenía que superar este desafío por sí mismo.

Iván se levantó lentamente, cada músculo de su cuerpo protestando. Miró a La Bestia, su mente clara a pesar del dolor. Sabía que no podía ganar esta pelea solo con fuerza bruta; necesitaba ser inteligente y estratégico.

La Bestia se lanzó de nuevo, pero esta vez Iván estaba preparado. Esquivó el ataque y, aprovechando la inercia de La Bestia, lo derribó con una patada baja. La Bestia cayó, y Iván aprovechó la oportunidad para golpear con todas sus fuerzas en la cara de su oponente. Uno, dos, tres golpes; La Bestia estaba aturdida.

La multitud se volvió loca, el ruido era ensordecedor. Iván se levantó, respirando con dificultad, pero sabiendo que la pelea aún no había terminado. La Bestia se tambaleó al levantarse, su mirada más feroz que nunca.

—¡Esto no ha terminado, chico! —rugió La Bestia, lanzándose nuevamente hacia Iván.

Iván esquivó, su mente enfocada en un solo objetivo: ganar. Usó cada técnica que había aprendido, cada movimiento ensayado, para mantener a La Bestia a raya. Finalmente, con un movimiento rápido y decisivo, Iván golpeó a La Bestia en la mandíbula, derribándolo definitivamente.

La Bestia cayó al suelo y no se levantó. La multitud estalló en vítores y aplausos. Iván se quedó de pie, jadeando, su cuerpo agotado pero su espíritu intacto.

Viktor y Leah corrieron hacia el ring, Leah abrazó a Iván mientras Viktor le dio una palmada en el hombro. —Bien hecho, Iván. Has demostrado tu valía.

Iván, aún respirando con dificultad, asintió. Sabía que esta victoria era solo el comienzo. Había muchas más peleas por delante, muchas más verdades que descubrir. Pero por primera vez en mucho tiempo, se sintió esperanzado. Estaba en el camino correcto, y no importaba cuán oscuro se volviera el camino, estaba decidido a seguir adelante.

Mientras Iván salía del ring, un hombre encapuchado se le acercó. —Buen combate, chico. Pero la verdadera prueba está aún por venir. Prepárate, porque tus enemigos no descansarán hasta verte derrotado.

Iván lo miró, su determinación inquebrantable. —Que vengan. Estoy listo.

El hombre sonrió antes de desaparecer entre la multitud, dejando a Iván con una sensación de inquietud pero también con una renovada resolución. Sabía que el camino sería largo y peligroso, pero no estaba dispuesto a rendirse. La oscuridad solo hacía más fuerte su deseo de luchar por la verdad y por su propia libertad.

Los vítores de la multitud aún resonaban en los oídos de Iván mientras Leah y Viktor lo conducían fuera del ring. La adrenalina empezaba a desvanecerse, dejando espacio para el dolor y el cansancio en su cuerpo. A pesar de la victoria, Iván sabía que el camino por delante sería aún más difícil.

—Necesitas descansar —dijo Leah, mientras lo ayudaba a sentarse en un banco cercano. Su expresión era una mezcla de preocupación y orgullo. —Lo hiciste muy bien, Iván. Pero tienes que cuidarte. Esta fue solo una pelea de muchas.

Iván asintió, tratando de calmar su respiración. —Lo sé. Pero no puedo dejar de pensar en lo que Hamilton dijo sobre mi familia. Necesito respuestas. Necesito saber la verdad.

Viktor, que había estado observando en silencio, se acercó. —Hay muchas cosas que no sabes, Iván. El mundo de las peleas clandestinas es oscuro y lleno de secretos. Tu familia es solo una pieza del rompecabezas. Pero no te preocupes, estamos aquí para ayudarte a encontrar esas respuestas.

Leah se sentó a su lado, su mirada seria. —Iván, tienes que entender que esto no se trata solo de ti. Hay muchas personas involucradas, muchas vidas en juego. Si decides seguir adelante, tienes que estar preparado para enfrentar todo lo que venga.

Iván miró a Leah, su determinación renovada. —Lo sé. Y estoy listo. No me importa lo difícil que sea, no voy a parar hasta descubrir la verdad y enfrentar a aquellos que me abandonaron.

Viktor asintió, satisfecho con la respuesta de Iván. —Entonces, tenemos mucho trabajo por delante. Pero primero, necesitas descansar y recuperarte. Hay un lugar seguro donde podemos ir, lejos de aquí.

Leah ayudó a Iván a levantarse, y juntos siguieron a Viktor a través de los oscuros callejones de la ciudad. La noche era fría y silenciosa, una calma inquietante después del caos del ring. Finalmente, llegaron a una vieja fábrica abandonada en las afueras de la ciudad.

—Aquí estaremos seguros por ahora —dijo Viktor, abriendo la puerta oxidada y llevándolos adentro. El interior de la fábrica estaba lleno de equipos de entrenamiento y suministros médicos. —Tenemos todo lo que necesitamos para prepararnos para lo que viene.

Iván se dejó caer en un colchón improvisado, su cuerpo agradeciendo el descanso. Leah se arrodilló a su lado, revisando sus heridas con cuidado.

—Tienes que ser más cuidadoso, Iván. La próxima vez podrías no ser tan afortunado —dijo Leah, aplicando un ungüento en los moretones de Iván.

Iván hizo una mueca de dolor, pero asintió. —Lo sé. Aprenderé de esta pelea. No dejaré que me derroten tan fácilmente.

Mientras Leah atendía sus heridas, Viktor se sentó frente a ellos, su expresión pensativa. —Iván, hay algo que necesitas saber sobre tu familia. No es solo que sean influyentes en el mundo de las peleas clandestinas. Hay algo más, algo mucho más oscuro.

Iván lo miró, su interés piqued. —¿Qué es?

Viktor suspiró, el peso de sus palabras evidente. —Tu familia no solo participa en las peleas. Ellos controlan una red entera de tráfico de personas y otros negocios ilegales. Y no se detendrán ante nada para mantener su poder. Por eso te abandonaron. Eras una amenaza para sus operaciones.

La revelación golpeó a Iván como un puño. —¿Cómo sabes eso?

Viktor lo miró directamente a los ojos. —Porque yo también fui parte de esa red, hace muchos años. Logré escapar, pero nunca pude olvidar lo que vi. Y ahora, estoy aquí para ayudar a aquellos que también quieren salir de esa oscuridad.

Iván sintió una mezcla de rabia y desesperación. —Entonces, mi familia... ¿ellos son los enemigos?

Leah puso una mano en su hombro, su mirada comprensiva. —Sí, Iván. Pero no estás solo en esto. Juntos, podemos enfrentarlos y derribar su imperio.

Iván respiró hondo, dejando que la información se asentara. Sabía que el camino por delante sería peligroso y lleno de desafíos, pero también sabía que no tenía otra opción. Debía descubrir la verdad y enfrentar a su familia, sin importar el costo.

Mientras se preparaban para el próximo enfrentamiento, Iván se dio cuenta de que esta lucha no solo era por él, sino por todos aquellos que habían sido víctimas de su familia. Y con Leah y Viktor a su lado, sabía que tenía una oportunidad de cambiar las cosas. El futuro era incierto, pero por primera vez, Iván se sintió listo para enfrentarlo.

La fábrica abandonada se sumergía en un silencio sombrío, roto solo por el suave zumbido de las luces parpadeantes y el ocasional crujido de la estructura. Iván, Leah y Viktor se acomodaron en el espacio improvisado, cada uno perdido en sus propios pensamientos. La luz tenue proyectaba sombras que danzaban inquietantes sobre las paredes desgastadas, creando un ambiente que parecía sacado de una pesadilla.

Iván, aún con el dolor punzante de sus heridas, intentaba asimilar la magnitud de las revelaciones. Cada palabra de Viktor resonaba en su mente, pesando como una losa. Su familia, aquellos a quienes había considerado sus propios, eran parte de un entramado de corrupción y maldad. La idea era casi inhumana, y el joven sentía que su mundo se desmoronaba ante sus ojos.

—Esto es más grande de lo que imaginé —dijo Iván, su voz apenas más que un susurro. —No sé si estoy preparado para enfrentar algo así.

Viktor se levantó y caminó hasta una esquina de la fábrica, donde un viejo saco de boxeo colgaba. Lo golpeó con furia, liberando una ráfaga de emociones contenidas. —Nadie está realmente preparado para esto, Iván. Pero es algo que tenemos que hacer. No es solo por ti, es por todos aquellos que sufren a manos de tu familia.

Leah se acercó a Iván, tomando su mano con una firmeza reconfortante. —No estás solo en esto. Hemos luchado contra el mismo sistema, y ahora, juntos, podemos acabar con él. Necesitamos descubrir todo lo que podamos sobre tu familia, sus conexiones, y sus planes. Y cuando tengamos toda la información, podremos hacer que paguen por todo el daño que han causado.

Iván asintió lentamente, sintiendo la determinación creciente en su pecho. —Tienes razón. No puedo darme el lujo de dudar. Si quiero hacer justicia, si quiero encontrar paz, tengo que seguir adelante, sin importar lo que me cueste.

Viktor, alzando la vista del saco de boxeo, se acercó con una expresión seria. —Entonces, mañana comenzaremos a buscar más información. Conozco a algunas personas en el bajo mundo que podrían tener lo que necesitamos. Pero antes, necesitas entrenar, Iván. Debes fortalecer tu cuerpo y tu mente. En este lugar, no eres solo un luchador, eres una pieza clave en una guerra que apenas empieza.

Leah asintió, su rostro iluminado por una mezcla de esperanza y preocupación. —Te entrenaré en lo que sé. Necesitas ser rápido, ágil y, sobre todo, implacable. La lucha que te espera no es solo en el ring, es una lucha por tu vida y por la verdad.

Iván se levantó, sintiendo el peso de sus decisiones y el ardor en sus músculos. —Estoy listo. No voy a fallarles. No voy a fallarme a mí mismo.

El entrenamiento comenzó al amanecer, cuando las primeras luces del día comenzaron a colarse por las ventanas rotas de la fábrica. Iván y Leah trabajaban en silencio, cada golpe, cada movimiento, era una declaración de su determinación. Viktor, con su experiencia y calma, los guiaba, mostrando a Iván cómo canalizar su rabia y dolor en fuerza y técnica.

A medida que el día avanzaba, Iván sentía su cuerpo responder. Las heridas y el cansancio se mezclaban con la creciente determinación, transformándose en un fuego que ardía con fuerza. Cada golpe al saco, cada movimiento en el ring, lo acercaba más a la bestia que debía enfrentar.

La noche caía y el cansancio empezaba a pesar, pero Iván no podía detenerse. Necesitaba estar preparado. Viktor, viendo su agotamiento, decidió darle un descanso.

—Vamos, Iván. Has hecho un gran trabajo hoy. Pero recuerda, esto no es solo físico. La verdadera batalla es mental. Necesitas estar fuerte en la cabeza. —Viktor le entregó una botella de agua y se sentó a su lado, mirando las sombras que se alargaban en la fábrica. —Mañana seguiremos. Y cada día, serás más fuerte.

Iván tomó un sorbo de agua, mirando a Viktor y Leah. La luz de los faroles exteriores iluminaba sus rostros con un tono dorado, creando una atmósfera casi mística. —Gracias, chicos. No sé qué haría sin ustedes. Pero sé que lo que estoy haciendo es lo correcto. Es mi deber, mi destino.

Leah sonrió, su mirada llena de orgullo. —Estamos aquí por ti, Iván. Y juntos, vamos a derribar a esos bastardos. Solo sigue adelante, nunca te detengas. Lo que tienes dentro es más fuerte que cualquier cosa que puedas enfrentar.

Viktor asintió, levantándose y extendiendo su mano para ayudar a Iván a levantarse. —Vamos, Iván. El verdadero desafío está por comenzar. Pero te aseguro que, con nosotros a tu lado, no hay nada que no puedas superar.

Mientras la noche envolvía la fábrica con su manto oscuro, Iván se sintió más decidido que nunca. Sabía que el camino sería largo y peligroso, pero también sabía que tenía una razón para luchar, una verdad que debía descubrir y una venganza que debía cumplir. Con Leah y Viktor a su lado, el Infierno se convertiría en su campo de batalla, y él, en su guerrero imparable.

La oscuridad no era más que un preludio de la tormenta que se avecinaba. Y Iván estaba listo para enfrentarse a ella, con todo lo que tenía.

La fábrica abandonada continuaba siendo el refugio perfecto para los entrenamientos intensivos de Iván. El sonido constante de los puños golpeando el saco de boxeo, los jadeos y las instrucciones firmes de Leah y Viktor se mezclaban con el silencio ominoso del lugar. Iván estaba completamente concentrado en mejorar su fuerza y técnica, pero el destino estaba a punto de añadir un nuevo giro a su historia.

Un día, mientras Iván practicaba con Leah, una figura apareció en la entrada de la fábrica. Era una mujer alta, de complexión atlética y mirada penetrante. Llevaba una chaqueta de cuero negra y su cabello oscuro caía en cascada sobre sus hombros. Leah levantó la vista y, al reconocerla, sonrió con una mezcla de sorpresa y bienvenida.

—Sofía Kim, ¿qué te trae por aquí? —preguntó Leah, bajando los guantes y caminando hacia la mujer.

Sofía se acercó con paso seguro, su presencia llenando el espacio con una energía palpable. —Escuché que tenías un nuevo pupilo, Leah. Y parece que este lugar sigue siendo el mismo agujero deprimente de siempre. —Sofía sonrió con ironía, mirando a su alrededor.

Iván, aún recuperando el aliento después de su sesión, observaba con curiosidad. Viktor, desde el fondo de la fábrica, se acercó lentamente, su expresión imperturbable.

—Sofía, no esperaba verte aquí —dijo Viktor, cruzándose de brazos. —¿Qué necesitas?

—Necesito hablar con todos ustedes —respondió Sofía, su tono volviéndose serio. —Lo que están haciendo aquí... me interesa. He escuchado rumores sobre la situación de Iván y sobre los planes de venganza. Y quiero ayudar.

Iván frunció el ceño, todavía sin comprender del todo la dinámica. —¿Y tú quién eres? ¿Por qué querrías ayudarnos?

Sofía lo miró con una mezcla de curiosidad y respeto. —Soy Sofía Kim, una vieja amiga de Leah y Viktor. He estado luchando contra el mismo enemigo desde hace años. Tengo mis propios motivos para querer verlos caer. Y, por lo que he escuchado, tú también.

Leah asintió, colocándose junto a Sofía. —Sofía es una de las mejores luchadoras que conozco. Si está aquí, es porque realmente quiere ayudar. Y créeme, Iván, vamos a necesitar toda la ayuda posible.

Viktor, después de una breve pausa, asintió también. —Está bien, Sofía. Bienvenida. Pero necesito que entiendas que esto es peligroso. Lo que estamos enfrentando no es solo una serie de peleas callejeras. Es una guerra.

Sofía sonrió, sus ojos brillando con determinación. —No me asusta un poco de peligro, Viktor. Además, tengo información que podría ser útil. Información sobre los movimientos recientes de la familia de Iván.

Iván, sorprendido, dio un paso adelante. —¿Qué sabes sobre ellos?

Sofía miró a Iván, evaluando su determinación. —Sé que están planeando algo grande. Algo que podría cambiar las reglas del juego en el mundo de las peleas clandestinas. Y sé que están buscando algo... o alguien.

Iván sintió un escalofrío recorrer su espalda. —¿Alguien como yo?

—Exactamente —respondió Sofía. —Por eso vine. No solo para ayudar, sino para advertirles. Están buscando a alguien con tus habilidades, Iván. Alguien que pueda ser manipulado y utilizado para sus propios fines. Debemos estar un paso adelante.

Leah, asintiendo lentamente, miró a Iván. —Esto cambia las cosas. Necesitamos planificar con más cuidado. Entrenar más duro. No podemos permitirnos fallar.

Iván, sintiendo el peso de las palabras de Sofía, se acercó a ella. —Gracias por venir. Necesitamos toda la ayuda posible. Y si realmente sabes algo sobre mi familia, quiero escucharlo todo.

Sofía asintió, su mirada fija en Iván. —Entonces, comencemos. No tenemos tiempo que perder.

El entrenamiento continuó, pero con una nueva intensidad. Sofía se unió a las sesiones, su experiencia y habilidades agregando un nuevo nivel de dificultad. Iván, Leah, Viktor y Sofía trabajaban juntos, cada uno aportando su propia perspectiva y conocimiento. Las noches se volvieron más largas y los días más arduos, pero el grupo estaba decidido a enfrentarse a cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.

El ambiente en la fábrica era más sombrío, pero también más determinado. La presencia de Sofía había infundido un nuevo sentido de urgencia y propósito en la misión. Iván, aunque aún luchaba con sus propias dudas y temores, sentía una creciente confianza en sus habilidades y en el apoyo de sus nuevos aliados.

La oscuridad se cernía sobre ellos, pero Iván estaba decidido a no dejarse vencer. Con cada golpe, cada entrenamiento, se acercaba más a la verdad y a la venganza que tanto anhelaba. Y en la sombra, su enemigo aguardaba, sin saber que la verdadera lucha apenas comenzaba.

La llegada de Sofía Kim había marcado un nuevo capítulo en su odisea, uno en el que la batalla se tornaba más personal y peligrosa. Pero Iván estaba listo, con la mente y el cuerpo afilados, preparado para enfrentar la tormenta que se avecinaba.

Los días se convirtieron en semanas, y la fábrica abandonada se transformó en un campo de entrenamiento intensivo. Las paredes, que una vez habían sido testigos de silencio y abandono, ahora resonaban con los ecos de puños chocando contra sacos de boxeo, gritos de esfuerzo y determinación, y el constante murmullo de planes estratégicos.

Iván, Leah, Viktor y Sofía se sumergieron en un régimen de entrenamiento implacable. La rutina diaria era agotadora, pero cada sesión acercaba más a Iván a la versión de sí mismo que necesitaba ser: fuerte, decidido y capaz de enfrentar cualquier adversidad.

Una noche, después de un día especialmente duro de entrenamiento, el grupo se reunió alrededor de una mesa improvisada en el centro de la fábrica. El ambiente estaba cargado de tensión y expectativas.

—Tenemos que estar preparados para cualquier cosa —dijo Sofía, desplegando un mapa de la ciudad sobre la mesa. —Mi contacto me informó que la familia de Iván está organizando una gran pelea clandestina en el sur de la ciudad. Esto es nuestra oportunidad para infiltrarnos y obtener más información.

Iván observó el mapa, sintiendo un nudo en el estómago. —¿Qué tan seguro estás de esto?

—Muy segura —respondió Sofía, su mirada firme. —Es nuestra mejor oportunidad para entender sus movimientos y descubrir qué están planeando realmente. Pero no será fácil. Estarán esperando problemas.

Leah asintió, su rostro reflejando la misma determinación que había mostrado desde el principio. —Nos infiltramos, recopilamos información y salimos. Nada de heroísmos innecesarios.

Viktor, con su tono grave, intervino. —Y debemos tener un plan de escape sólido. No podemos permitirnos errores.

Iván asintió, aunque su mente estaba llena de incertidumbre. —Entendido. Pero... ¿y si algo sale mal?

Sofía colocó una mano en su hombro. —Confía en nosotros, Iván. Hemos pasado por esto antes. Lo importante es mantener la calma y recordar lo que hemos entrenado.

Los días siguientes fueron un torbellino de preparación. Sofía compartió tácticas de infiltración y escape, Leah ajustó el entrenamiento físico para incluir más escenarios de combate realista, y Viktor elaboró planes de contingencia para cada posible situación. Iván absorbió todo como una esponja, consciente de que cada detalle podía significar la diferencia entre el éxito y el fracaso.

Finalmente, la noche de la infiltración llegó. El grupo se vistió con ropas oscuras y funcionales, preparándose para lo que estaba por venir. La fábrica, que había sido su refugio y campo de entrenamiento, se quedó en silencio mientras salían, listos para enfrentarse a la oscuridad de la ciudad.

El lugar de la pelea clandestina estaba en una vieja bodega en el sur de la ciudad, un sitio bien conocido por su historial de actividades ilícitas. La bodega estaba llena de gente, con el aire cargado de tensión y adrenalina. Iván, Leah, Viktor y Sofía se movieron con cautela, mezclándose con la multitud mientras evaluaban la situación.

—Mantente cerca —murmuró Leah a Iván, sus ojos escaneando el lugar. —No queremos atraer atención no deseada.

Sofía se deslizó entre la gente, su mirada fija en un grupo de hombres cerca de un rincón apartado. —Ahí está nuestro objetivo —dijo en voz baja, señalando discretamente. —Vamos a acercarnos y escuchar lo que podamos.

El grupo se acercó lentamente, manteniendo un perfil bajo mientras intentaban captar fragmentos de conversación. Iván sintió su corazón latir con fuerza, cada palabra que escuchaba aumentaba su ansiedad y determinación.

—Están planeando algo grande —dijo uno de los hombres, su voz apenas audible entre el bullicio. —Algo que cambiará las reglas del juego en las peleas clandestinas.

—¿Y qué hay del chico? —preguntó otro hombre. —¿Realmente vale la pena?

—Más de lo que imaginas. Tiene un potencial que ni él mismo conoce. Y lo mejor es que aún no sabe de lo que es capaz.

Iván sintió un escalofrío recorrer su espalda. Estaban hablando de él. De su pasado, de su futuro. Las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar, y con cada nueva información, su resolución se fortalecía.

De repente, una mano fuerte se posó en su hombro. Iván se giró rápidamente, encontrándose cara a cara con un hombre corpulento con una sonrisa siniestra.

—Parece que tenemos un par de espías —dijo el hombre, su voz goteando sarcasmo. —¿Crees que no te vimos entrar, muchacho?

Leah, Sofía y Viktor se tensaron, listos para la acción. Iván, sintiendo una mezcla de miedo y adrenalina, apretó los puños.

—¿Qué quieres? —preguntó Iván, su voz temblando ligeramente pero llena de desafío.

El hombre rió, una risa fría y despectiva. —Quiero ver si tienes lo que se necesita para sobrevivir en este mundo. Y si no, bueno... siempre hay espacio para otro cadáver en la bodega.

La tensión en la bodega alcanzó su punto máximo, y el grupo se preparó para lo inevitable. La pelea que estaba a punto de comenzar no solo pondría a prueba sus habilidades físicas, sino también su determinación y su unidad como equipo. La oscuridad de la bodega se profundizaba, pero en su interior, Iván sentía una llama de resistencia ardiendo con más fuerza que nunca.

La batalla por la verdad, la supervivencia y la redención había comenzado realmente, y no había vuelta atrás.