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Capítulo 3: Ecos de Sombras

La derrota había dejado una cicatriz profunda en el alma de Iván. Cada mañana se despertaba con el eco de los golpes resonando en su mente, y cada noche se dormía con el amargo sabor del fracaso. La vida en el Infierno seguía siendo un ciclo interminable de violencia y desesperación, pero algo oscuro y primitivo comenzaba a germinar dentro de él.

Los días se fundían en las noches, y el entrenamiento se volvía más brutal. Hamilton no mostraba piedad, empujándolo más allá de sus límites, como si quisiera quebrarlo y reconstruirlo desde cero. Leah observaba en silencio, sus propios demonios reflejados en los ojos de Iván. La atmósfera en el gimnasio clandestino era opresiva, como si las paredes mismas susurraran promesas de dolor y sufrimiento eterno.

Una noche, después de un entrenamiento particularmente extenuante, Iván se quedó solo en el gimnasio, su cuerpo temblando por el agotamiento. Las luces parpadeaban, proyectando sombras inquietantes que parecían moverse por su cuenta. Sentado en un rincón, Iván cerró los ojos y dejó que sus pensamientos se sumergieran en la oscuridad.

—Nunca serás lo suficientemente fuerte —la voz de su oponente derrotado resonaba en su mente, mezclándose con los susurros de sus propios miedos.

—¿Por qué sigues luchando? —otra voz, más suave pero igualmente inquietante, preguntaba en la penumbra de su conciencia.

Iván abrió los ojos de golpe, su respiración rápida y superficial. La habitación parecía más oscura de lo habitual, y una figura se destacó en la penumbra, observándolo con una intensidad perturbadora.

—¿Quién eres? —Iván se esforzó por mantener la calma, pero su voz temblaba.

La figura avanzó, revelando a un hombre alto y delgado, con una mirada que parecía perforar el alma de Iván. —Mi nombre es Sombra —dijo con una voz susurrante y llena de malevolencia—. He estado observándote, Iván. Veo tu lucha, tu dolor... y tu potencial.

Iván retrocedió, su cuerpo tenso. —¿Qué quieres?

Sombra sonrió, una sonrisa que no alcanzó sus ojos. —Quiero ayudarte a liberar el poder que yace dormido dentro de ti. Pero para hacerlo, debes abrazar la oscuridad. Debes dejar que el odio y el dolor te guíen.

Iván sintió un escalofrío recorrer su columna. —No necesito tu ayuda. Ya tengo a Hamilton y Leah.

—Hamilton y Leah... —Sombra rió suavemente—. Ellos te enseñan a luchar, pero no pueden liberar tu verdadero poder. Solo yo puedo mostrarte el camino. Piensa en tus enemigos, en aquellos que te han hecho sufrir. Piensa en lo que podrías lograr si abrazaras la oscuridad.

Los ojos de Iván se oscurecieron, su mente llena de imágenes de su pasado, de la violencia y la traición que había sufrido. Una parte de él quería rechazar a Sombra, pero otra, más profunda y desesperada, se sintió atraída por sus palabras.

—Piénsalo, Iván. La oscuridad no es tu enemiga. Es tu aliada más poderosa. —Con esas palabras, Sombra se desvaneció en las sombras, dejándolo solo con sus pensamientos.

Esa noche, Iván durmió inquieto, sus sueños plagados de visiones de poder y destrucción. Se veía a sí mismo como una figura imponente, invencible, rodeado de enemigos caídos. Pero también veía las consecuencias de abrazar la oscuridad: un camino lleno de sufrimiento y soledad.

Al despertar, sintió una nueva determinación, pero también un miedo profundo. Sabía que estaba en un punto de inflexión. Podía seguir el camino que Hamilton y Leah le ofrecían, un camino de lucha y redención, o podía sucumbir a la tentación de Sombra y dejarse consumir por la oscuridad.

Durante los siguientes días, la presencia de Sombra se hizo más fuerte. Iván lo veía en las esquinas de su visión, siempre observándolo, siempre susurrando promesas de poder. Las palabras de Sombra resonaban en su mente mientras entrenaba, alimentando su furia y su desesperación.

Una noche, después de un enfrentamiento brutal en el gimnasio, Iván se quedó solo nuevamente, sus pensamientos un torbellino de confusión y miedo. Sombra apareció una vez más, su presencia envolviendo a Iván como un manto de oscuridad.

—Es hora de decidir, Iván. ¿Sigues el camino de la luz, débil y vulnerable, o abrazas la oscuridad y te conviertes en lo que estás destinado a ser?

Iván lo miró fijamente, su mente dividida entre el miedo y la ambición. —¿Qué tengo que hacer?

Sombra sonrió, satisfecho. —Deja que el odio te consuma. Usa tu dolor como arma. Solo entonces podrás alcanzar tu verdadero potencial.

Iván cerró los ojos, sintiendo el peso de la decisión que estaba a punto de tomar. Cuando los abrió de nuevo, su mirada era diferente, más oscura y resuelta.

—Estoy listo.

Sombra asintió, su sonrisa creciendo. —Bienvenido a la oscuridad, Iván. Juntos, traeremos el infierno a aquellos que te han hecho sufrir.

Con esas palabras, Iván sintió una oleada de poder y furia recorrer su cuerpo. La oscuridad lo envolvió, llenándolo de una fuerza que nunca había conocido. Sabía que el camino por delante sería peligroso y lleno de sufrimiento, pero también sabía que ya no estaba solo. Con Sombra a su lado, estaba dispuesto a enfrentarse a cualquier cosa.

Y así, Iván comenzó su descenso hacia la oscuridad, su alma consumida por el deseo de venganza y poder. El Infierno había encontrado un nuevo residente, y el mundo pronto conocería el verdadero significado de la desesperación.

La transformación de Iván no pasó desapercibida. Leah y Hamilton notaron el cambio en su comportamiento, la dureza en su mirada y la brutalidad en sus movimientos. La oscuridad que había abrazado lo hacía implacable en su entrenamiento y en sus enfrentamientos. Pero junto con ese poder renovado, Iván se volvía más distante y frío, un eco de la sombra que ahora lo acompañaba.

Una noche, después de un entrenamiento agotador, Iván se encontró con Hamilton en el vestuario. Hamilton lo observó con una mezcla de preocupación y curiosidad.

—Has cambiado, Iván. Hay una furia en ti que no había visto antes. ¿Qué te ha pasado?

Iván lo miró, sus ojos brillando con una intensidad oscura. —Estoy haciendo lo que tengo que hacer para sobrevivir. No hay lugar para la debilidad en el Infierno.

Hamilton asintió lentamente. —Entiendo. Pero ten cuidado con lo que permites que te consuma. La oscuridad puede darte poder, pero también puede destruirte.

Iván no respondió. Se giró y salió del vestuario, su mente fija en el próximo enfrentamiento. En el pasillo, se encontró con Leah, quien lo observó con una mirada interrogante.

—¿Estás bien, Iván? Pareces... diferente.

—Estoy mejor que nunca —respondió Iván, su voz fría—. Estoy listo para cualquier cosa.

Leah suspiró, preocupada por la creciente oscuridad en Iván, pero decidió no presionarlo. Sabía que tendría que enfrentar sus propios demonios en su tiempo.

Esa noche, Hamilton decidió poner a prueba la nueva fuerza de Iván. Lo llevó a un combate clandestino, en un lugar aún más sombrío y peligroso que el gimnasio. El ambiente estaba cargado de tensión, y las sombras parecían moverse con vida propia. Iván sentía la presencia de Sombra a su lado, susurrándole promesas de victoria y poder.

Hamilton lo guió a través de la multitud hasta un círculo iluminado por luces tenues. En el centro, esperaba su próximo oponente, un hombre robusto y musculoso con cicatrices que contaban historias de numerosas batallas. Su nombre era Darius, un luchador conocido por su brutalidad y su falta de piedad.

—Este es Darius —dijo Hamilton—. Es uno de los más fuertes aquí. Veamos si tu nueva fuerza es suficiente para enfrentarlo.

Darius lo miró con una sonrisa burlona. —Así que tú eres el novato del que todos hablan. Espero que seas tan fuerte como dicen, porque no tengo paciencia para los débiles.

Iván no respondió. Se preparó para la pelea, dejando que la oscuridad dentro de él lo llenara de una furia imparable. Cuando la señal de inicio resonó en el aire, se lanzó hacia adelante con una velocidad y fuerza que sorprendieron a Darius.

Los primeros golpes fueron rápidos y feroces. Iván esquivó los ataques de Darius con una agilidad casi sobrenatural, devolviendo cada golpe con una precisión letal. La multitud rugía a su alrededor, sus gritos se mezclaban con el sonido de los puños golpeando carne y hueso.

—¡Eso es, Iván! —gritó Hamilton desde el borde del círculo—. ¡Muéstrales de qué estás hecho!

Darius, sin embargo, no se dejó intimidar. Con una fuerza bruta, atrapó uno de los golpes de Iván y lo lanzó contra el suelo. Iván se levantó de inmediato, sus ojos brillando con una furia aún mayor. La oscuridad dentro de él rugía, ansiosa por más violencia.

—¿Eso es todo lo que tienes? —se burló Darius, avanzando con pasos pesados—. Pensé que serías un desafío.

Iván respondió con un grito de rabia, lanzándose de nuevo al ataque. La lucha se intensificó, cada golpe y cada esquiva llenando el aire con una energía peligrosa y volátil. Pero a medida que la pelea avanzaba, Iván comenzó a darse cuenta de algo. La fuerza de Darius no provenía solo de su cuerpo, sino de una resistencia mental y emocional que Iván aún no había dominado completamente.

Sombra susurró en su mente, instándolo a liberar toda su furia. —Usa tu odio, Iván. Deja que te consuma y destruye a tu enemigo.

Con un rugido de pura furia, Iván desató una serie de golpes devastadores, cada uno cargado con la oscuridad que había abrazado. Darius retrocedió, sorprendido por la intensidad del ataque. Pero en su interior, Iván sentía una lucha interna, una parte de él resistiéndose a ser completamente consumida.

Finalmente, con un último golpe brutal, Iván derribó a Darius, dejándolo inconsciente en el suelo. La multitud estalló en vítores y aplausos, celebrando la victoria del joven luchador. Iván se quedó allí, respirando pesadamente, su cuerpo temblando por la mezcla de adrenalina y furia.

Hamilton se acercó, colocando una mano en su hombro. —Buen trabajo, Iván. Pero recuerda, la verdadera fuerza no solo viene de la oscuridad. Debes encontrar un equilibrio, o la oscuridad te destruirá.

Iván asintió, aunque sus pensamientos seguían siendo un torbellino de confusión y rabia. Sabía que la batalla no había terminado. Había ganado la pelea, pero la guerra dentro de él continuaba. Y mientras Sombra siguiera susurrando en su mente, la lucha por su alma no tendría fin.

Leah observó desde la distancia, su preocupación creciendo. Sabía que Iván estaba en un camino peligroso, y aunque quería ayudarlo, también entendía que algunas batallas deben ser peleadas en solitario.

Esa noche, mientras Iván se retiraba a su habitación, sintió una extraña calma. La presencia de Sombra era más fuerte que nunca, pero también había una nueva resolución en su corazón. Sabía que para vencer a sus enemigos, primero tendría que vencer la oscuridad dentro de sí mismo.

Y así, en el silencio de su habitación, Iván juró que encontraría una manera de equilibrar la luz y la oscuridad. La batalla por su alma continuaba, y mientras tuviera fuerzas, seguiría luchando.

Esa misma noche, mientras Iván descansaba en su habitación, sus pensamientos eran un torbellino de confusión y rabia. La pelea con Darius había demostrado su fuerza, pero también le recordó la constante batalla interna que libraba contra la oscuridad que lo consumía. Justo cuando empezaba a encontrar un atisbo de calma, la puerta de su habitación se abrió lentamente, y una figura alta y delgada se deslizó hacia adentro.

—Iván, ¿verdad? —preguntó la figura con una voz suave y calculadora.

Iván se incorporó de inmediato, sus sentidos alertas. —¿Quién eres? ¿Qué quieres?

La figura avanzó, revelando su rostro bajo la tenue luz. Era un hombre de aspecto afilado, con ojos penetrantes y una sonrisa enigmática. —Me llamo Viktor. He estado observando tus progresos. Debo decir que estoy impresionado. Pero veo que luchas no solo contra tus oponentes, sino contra algo más oscuro dentro de ti.

Iván frunció el ceño, desconfiando de las palabras de Viktor. —¿Qué te hace pensar que puedes entender lo que estoy pasando?

Viktor se sentó en una silla cercana, su postura relajada pero sus ojos atentos. —Porque yo he estado allí, Iván. He enfrentado mis propias sombras y he encontrado la manera de controlarlas. No es fácil, pero es posible. Y estoy aquí para ayudarte, si estás dispuesto a escuchar.

Iván lo miró con escepticismo. —¿Por qué querrías ayudarme? ¿Qué ganas tú con esto?

—Tienes potencial, Iván. Un potencial que, bien dirigido, puede cambiar las cosas en este infierno. No busco nada más que ver hasta dónde puedes llegar. Piensa en mí como un aliado en las sombras, alguien que puede ofrecerte una perspectiva diferente.

La oferta de Viktor era tentadora, pero Iván sabía que no podía confiar ciegamente en nadie. —¿Qué sabes sobre la oscuridad dentro de mí?

Viktor sonrió, un brillo de comprensión en sus ojos. —Más de lo que imaginas. Pero antes de que profundicemos en eso, hay algo que necesitas ver. Sígueme.

Iván, aunque cauteloso, decidió seguir a Viktor. Salieron de la habitación y recorrieron los pasillos oscuros del complejo hasta llegar a una puerta reforzada. Viktor la abrió y lo guió a través de un corredor subterráneo hasta una sala iluminada por una tenue luz azul.

En el centro de la sala había una especie de altar, rodeado por símbolos antiguos y extraños. Iván sintió una energía oscura emanando del lugar, pero también una promesa de poder.

—Este es el lugar donde muchos han venido a enfrentar sus demonios internos —dijo Viktor, su voz reverberando en la sala—. Aquí puedes encontrar respuestas y fortaleza, pero también te enfrentarás a tus peores miedos.

Iván observó el altar con una mezcla de fascinación y temor. —¿Y qué se supone que debo hacer?

—Meditar, confrontar tus pensamientos y permitir que la oscuridad se revele por completo. Solo entonces podrás entenderla y, eventualmente, controlarla.

Iván se acercó al altar, sus pasos resonando en la sala. Se arrodilló frente a él y cerró los ojos, dejando que sus pensamientos fluyeran libremente. La presencia de Sombra se hizo más intensa, susurrándole tentaciones y miedos.

—No tienes que hacerlo solo, Iván —dijo Viktor, colocándose detrás de él—. Estoy aquí para guiarte.

Las palabras de Viktor le dieron a Iván un extraño consuelo. Respiró hondo y comenzó a meditar, permitiendo que sus miedos y dudas salieran a la superficie. Durante horas, se enfrentó a sus demonios internos, reviviendo recuerdos dolorosos y enfrentando sus inseguridades. La oscuridad lo envolvía, pero con cada respiración, Iván sentía que recuperaba un poco de control.

Finalmente, abrió los ojos, agotado pero con una nueva claridad. Viktor lo observaba con una sonrisa aprobatoria.

—Has dado el primer paso, Iván. Esto no será fácil, pero estás en el camino correcto.

Iván asintió, agradecido por la guía de Viktor. —Gracias. No sé cómo, pero siento que algo ha cambiado.

Viktor puso una mano en su hombro. —Recuerda, la oscuridad puede ser una aliada si aprendes a controlarla. No dejes que te consuma.

Mientras salían de la sala, Iván se sentía más fuerte, más centrado. Sabía que el camino por delante sería duro, pero ahora tenía a alguien que lo entendía y lo apoyaba. Con Viktor a su lado, Iván estaba decidido a enfrentar cualquier desafío que se presentara, tanto dentro como fuera del ring.

La oscuridad seguía siendo una presencia constante, pero Iván había comenzado a entender su poder. Y con esa comprensión, venía la esperanza de que, algún día, podría encontrar la luz en medio de las sombras.

Las semanas siguientes fueron una revuelta de entrenamiento intensivo y confrontaciones internas. Iván se entregó por completo a los métodos corrosivos de Viktor, combinando su entrenamiento físico con la meditación oscura que apesar de hacer efecto no era más que una patraña de Vicktor. La presencia de Sombra se hizo más manejable, aunque Iván sabía que cualquier debilidad podría permitir que se apoderara de él de nuevo.

Cada día, Viktor lo empujaba más allá de sus límites. No solo se trataba de fortalecer su cuerpo, sino de endurecer su mente que cada día se rompía más y más. Viktor le enseñó técnicas de lucha avanzadas y estrategias para enfrentar a múltiples oponentes. Pero también, le enseñó a enfrentar sus miedos más profundos y a utilizar la oscuridad a su favor.

Una noche, mientras Iván se encontraba meditando en la sala iluminada por la tenue luz azul, Viktor entró con una expresión seria en su rostro.

—Es hora de que enfrentes un nuevo desafío —dijo Viktor—. Hay alguien que necesita verte. Alguien que te pondrá a prueba de una manera que no has experimentado antes.

Iván abrió los ojos y se levantó, listo para lo que fuera. Siguió a Viktor a través de los pasillos hasta llegar a una gran sala de entrenamiento. En el centro, un hombre robusto y de aspecto intimidante lo esperaba. Sus músculos marcados y su expresión feroz revelaban que era un luchador experimentado.

—Iván, te presento a Boris —anunció Viktor—. Es uno de los peleadores más temidos en el mundo clandestino. Hoy, tendrás que enfrentarlo.

Boris se adelantó, su voz era un gruñido bajo. —Espero que estés listo, chico. No suelo tener paciencia con los principiantes.

Iván asintió, sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo. —Siempre estoy listo.

La pelea comenzó de inmediato, sin ceremonias. Boris se lanzó hacia Iván con una velocidad sorprendente para alguien de su tamaño. Iván esquivó los primeros golpes, recordando las lecciones de Viktor. Pero Boris era implacable, y pronto, Iván sintió la fuerza bruta de sus ataques.

Cada golpe de Boris era como un martillazo, y Iván tuvo que recurrir a todas sus habilidades para mantenerse en pie. Las palabras de Viktor resonaban en su mente, instándole a usar la oscuridad a su favor. Iván dejó que la energía oscura fluyera a través de él, dándole una agilidad y fuerza que no sabía que poseía.

La pelea se intensificó, con ambos luchadores intercambiando golpes brutales. Iván comenzó a adaptarse al estilo de Boris, buscando puntos débiles y aprovechando cada oportunidad. A pesar de la ferocidad de Boris, Iván se mantenía firme, cada vez más seguro de sí mismo.

Finalmente, en un movimiento rápido y preciso, Iván logró derribar a Boris, inmovilizándolo en el suelo. La sala se llenó de un silencio tenso mientras Boris respiraba con dificultad, mirando a Iván con una mezcla de respeto y sorpresa.

—No está mal, chico —gruñó Boris, levantándose lentamente—. Tienes potencial. Pero recuerda, la verdadera pelea siempre está en tu mente.

Iván asintió, sintiendo una nueva confianza en su interior. —Lo sé. Y estoy listo para enfrentar lo que venga.

Viktor se acercó, una sonrisa de satisfacción en su rostro. —Bien hecho, Iván. Has demostrado que puedes enfrentar tanto a tus enemigos externos como a tus demonios internos. Pero esto es solo el comienzo.

Mientras Iván se recuperaba de la pelea, Viktor lo llevó a un rincón de la sala y le habló en voz baja.

—Hay algo que debes saber, Iván. La familia de la que te hablé, la que te abandonó... están aquí, en esta ciudad. Son influyentes y peligrosos, pero también tienen información crucial sobre tu pasado.

Iván sintió un escalofrío recorrer su espalda. —¿Qué quieres decir?

—Significa que tienes la oportunidad de confrontar tu pasado directamente. Pero necesitarás ser más fuerte, más astuto. Y sobre todo, necesitarás aliados.

Iván miró a Viktor, su determinación renovada. —Haré lo que sea necesario. No dejaré que mi pasado controle mi futuro.

Viktor asintió, su expresión seria. —Entonces prepárate. La verdadera batalla está por comenzar, y necesitarás todo tu poder y coraje para enfrentarla.

Mientras salían de la sala, Iván sabía que el camino por delante sería oscuro y peligroso. Pero con Viktor a su lado y una nueva fortaleza en su interior, estaba listo para enfrentar cualquier desafío. La lucha por su alma y su futuro apenas había comenzado, y Iván estaba decidido a salir victorioso, sin importar el costo.

Con el paso de los días, Iván se adaptó cada vez más a la rutina de entrenamiento intensivo bajo la tutela de Viktor. Sin embargo, su mente no dejaba de preocuparse por lo que Viktor había revelado sobre su familia. ¿Cómo era posible que sus propios padres lo hubieran abandonado para perseguir sus ambiciones en el mundo clandestino de las peleas? La idea lo consumía, pero también lo motivaba a convertirse en alguien más fuerte, alguien capaz de enfrentarse a cualquier obstáculo.

Una noche, mientras descansaba en su habitación, Iván escuchó un leve golpe en la puerta. Al abrirla, encontró a Leah de pie, su expresión era una mezcla de cansancio y determinación.

—Necesito hablar contigo —dijo Leah, entrando sin esperar una respuesta.

Iván cerró la puerta y se sentó en el borde de su cama, observando a Leah con curiosidad. —¿Qué sucede?

Leah se cruzó de brazos, mirando a Iván fijamente. —Sé que Viktor te ha estado hablando sobre tu familia y sobre lo que viene a continuación. Pero hay algo más que debes saber. Viktor no es el único que tiene planes para ti.

Iván frunció el ceño. —¿Qué quieres decir?

Leah suspiró, acercándose un poco más. —En este mundo, todos tienen sus propias agendas. Viktor es poderoso y tiene sus razones para entrenarte, pero hay otros que también están interesados en ti. Y no todos son aliados.

Iván sintió un nudo en el estómago. —¿Quiénes son esos otros?

Antes de que Leah pudiera responder, la puerta se abrió de golpe y Viktor entró en la habitación. Su expresión era severa, y sus ojos se clavaron en Leah.

—Leah, no es el momento de hablar de esto —dijo Viktor con voz fría—. Iván tiene que concentrarse en su entrenamiento.

Leah se volvió hacia Viktor, su mirada desafiante. —No puedes mantenerlo en la oscuridad para siempre, Viktor. Él tiene derecho a saber la verdad.

Viktor avanzó hacia Leah, su presencia imponente. —La verdad puede esperar. Ahora, necesitamos preparar a Iván para lo que viene. Y eso significa que no puede distraerse con detalles innecesarios.

Iván se levantó, su voz firme. —Quiero saber qué está pasando. Si hay algo que me afecta, tengo derecho a saberlo.

Viktor lo miró por un momento, evaluando su determinación. Finalmente, asintió. —Muy bien. Pero primero, debes completar una tarea. Hay un hombre llamado Sergei, uno de los informantes más importantes en este mundo. Necesitamos su cooperación, y tú serás el encargado de conseguirla.

Leah lo miró con preocupación. —Sergei es peligroso. Iván no está listo para enfrentarlo solo.

Viktor negó con la cabeza. —Iván necesita enfrentar desafíos reales si quiere fortalecerse. Esta es una prueba de su capacidad.

Iván sintió un escalofrío, pero asintió con determinación. —Lo haré. ¿Dónde puedo encontrar a Sergei?

Viktor le entregó una pequeña nota con una dirección escrita. —Está en un club clandestino en el centro de la ciudad. Ten cuidado, Iván. Sergei no es alguien con quien se pueda negociar fácilmente.

Esa noche, Iván se dirigió al club clandestino, con el corazón latiendo con fuerza. Sabía que esta misión sería peligrosa, pero también entendía que era una oportunidad para demostrar su valía y obtener más información sobre su pasado.

El club era un lugar oscuro y sombrío, lleno de personas de aspecto rudo y peligroso. Iván se abrió paso entre la multitud, buscando a Sergei. Finalmente, lo encontró en una mesa al fondo del club, rodeado de guardaespaldas.

Iván se acercó con cautela, sus músculos tensos por la anticipación. Sergei lo observó con ojos fríos y calculadores.

—¿Qué quieres, chico? —preguntó Sergei, su voz era un gruñido bajo.

Iván se enderezó, tratando de mostrar confianza. —Necesito tu ayuda. Hay cosas que debo saber sobre mi familia y sobre lo que está pasando en este mundo.

Sergei rió con desdén. —¿Y por qué debería ayudarte?

Iván apretó los puños, sintiendo la oscuridad dentro de él moverse. —Porque tengo algo que tú quieres. Información sobre Viktor y sus planes.

La mirada de Sergei se agudizó, y una sonrisa peligrosa se dibujó en su rostro. —Interesante. Muy bien, chico. Hablemos.

La conversación que siguió fue tensa y cargada de amenazas veladas. Pero al final, Iván logró convencer a Sergei de cooperar, obteniendo información valiosa sobre su familia y sus conexiones en el mundo clandestino.

Mientras Iván salía del club, su mente estaba llena de nuevas preguntas y temores. Sabía que el camino por delante sería cada vez más oscuro y peligroso, pero también entendía que debía enfrentarlo con toda su fuerza y determinación. La lucha por su identidad y su futuro apenas había comenzado, y estaba listo para cualquier desafío que se le presentara.

La información que Iván obtuvo de Sergei le proporcionó un atisbo más profundo de la oscura red que envolvía a su familia biológica y su implicación en el mundo de las peleas clandestinas. Regresó al "Infierno" con una mezcla de rabia y determinación. Sabía que no podía confiar en nadie completamente, pero también sabía que debía aprovechar cada oportunidad para desentrañar la verdad.

Cuando Iván llegó, Leah y Viktor estaban discutiendo acaloradamente en una esquina del gimnasio. Al verlo entrar, ambos se detuvieron y se dirigieron hacia él.

—¿Conseguiste lo que necesitábamos? —preguntó Viktor, sin preámbulos.

Iván asintió, entregándole una pequeña nota que Sergei le había dado. —Aquí está. Información sobre los próximos movimientos de nuestros enemigos.

Viktor tomó la nota y la leyó rápidamente. Asintió con aprobación. —Bien hecho, Iván. Esto nos será útil.

Leah lo miró con preocupación. —¿Estás bien? Sergei es peligroso.

Iván la miró, su expresión era una mezcla de agotamiento y resolución. —Estoy bien. Pero necesitamos hablar. Hay cosas que descubrí que podrían cambiarlo todo.

Leah y Viktor intercambiaron miradas antes de asentir. Los tres se retiraron a una sala más privada donde Iván les contó todo lo que había aprendido. La revelación de que su familia biológica estaba profundamente involucrada en el mundo de las peleas clandestinas y que su abandono fue una estrategia para eliminar un obstáculo fue un golpe duro.

—Esto no cambia nada —dijo Viktor con firmeza—. Debemos seguir adelante con nuestros planes. Pero ahora, Iván, tienes un motivo más para pelear.

Leah miró a Iván con empatía. —Sé que esto es mucho para asimilar, pero no estás solo en esto. Juntos, podemos enfrentarlos.

Iván asintió lentamente, agradecido por el apoyo de Leah, pero aún desconfiando de Viktor. Sabía que debía mantenerse vigilante.

Días después, Viktor anunció que había llegado el momento de que Iván enfrentara su próximo desafío. Un nuevo torneo clandestino se estaba organizando, y Viktor había inscrito a Iván para que demostrara su valía. El lugar del torneo era un antiguo almacén, iluminado apenas por luces colgantes que proyectaban sombras siniestras en las paredes.

Al llegar al almacén, Iván pudo sentir la tensión en el aire. Los combatientes se preparaban, algunos haciendo ejercicios de calentamiento, otros meditando en silencio. Viktor lo guió hasta una esquina, donde le dio las últimas instrucciones.

—Recuerda, Iván, esto no es solo una pelea. Es una oportunidad para demostrar tu fuerza y obtener respeto. Utiliza todo lo que has aprendido.

Iván asintió, sus músculos tensos por la anticipación. Sabía que cada combate sería una prueba no solo de su habilidad física, sino también de su determinación y resistencia.

El primer oponente de Iván era un hombre corpulento con cicatrices en el rostro y una mirada despiadada. La pelea comenzó con una explosión de energía, cada golpe resonando en el almacén. Iván esquivaba y contraatacaba con agilidad, utilizando las técnicas que Viktor le había enseñado. A pesar de la brutalidad del combate, Iván logró derribar a su oponente, ganando la primera ronda.

A medida que avanzaba en el torneo, Iván enfrentó a diversos oponentes, cada uno más desafiante que el anterior. Sus victorias no solo le ganaron respeto, sino también la atención de figuras poderosas en el mundo clandestino. Entre ellos estaba un hombre conocido como "El Juez", un veterano de las peleas clandestinas que controlaba gran parte del bajo mundo.

Una noche, después de una intensa pelea, Iván se encontró cara a cara con El Juez. Este lo observó con una mezcla de interés y desprecio.

—Has demostrado ser más fuerte de lo que parecías, chico —dijo El Juez, su voz resonando con autoridad—. Pero la verdadera prueba aún está por venir. Si realmente quieres descubrir la verdad sobre tu familia, tendrás que enfrentarte a tus propios demonios.

Iván lo miró con desafío. —Estoy listo para cualquier cosa. No me detendré hasta descubrir toda la verdad.

El Juez sonrió, una sonrisa que no llegó a sus ojos. —Muy bien. Entonces prepárate, porque lo que viene no será fácil. Tu próxima pelea será contra uno de los mejores. Y no habrá reglas.

La noticia dejó a Iván con una sensación de inquietud, pero también de determinación renovada. Sabía que cada paso lo acercaba más a la verdad y a la oportunidad de enfrentarse a su pasado.

Mientras se preparaba para la próxima pelea, Iván no podía dejar de pensar en Leah y en Viktor. Sabía que necesitaba su apoyo, pero también que debía ser cauteloso. En el oscuro mundo de las peleas clandestinas, la lealtad era una moneda rara y valiosa.

La noche de la gran pelea, el almacén estaba lleno de espectadores ansiosos por ver el enfrentamiento. Iván se paró en el centro del ring, su corazón latiendo con fuerza. Al otro lado, su oponente apareció: un hombre alto y musculoso, con una mirada fría y calculadora.

Iván sabía que esta pelea sería diferente. Sabía que aquí, en el corazón del infierno, tendría que darlo todo para sobrevivir.