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Capítulo VI - Bestia de tres núcleos.

Luego de un par de semanas en la intemperie Shoneyi estaba muy mal herido, una de sus piernas estaba casi destrozada, su ojo izquierdo había perdido casi toda la visibilidad y aunque no lo sabía con certeza una que otra costilla rota podía ser sumada a su atroz destino.

—Maldito Dakun Rao —Podía leerse en sus labios, aunque estos no emitieran sonido alguno.

Poco a poco Shoneyi había tenido que aprender a moverse entre el bosque sin despertar la atención de las bestias mágicas. Cualquier cosa que encontrara en el piso era un arma poderosa desde su pobre punto de vista.

La visión en su ojo izquierdo la habría perdido debido al ataque de una bestia de tres núcleos mágicos. Shoneyi estaba muy mal herido, pero había aprendido a ocultar su presencia de cualquier predador a su alrededor. Para esto, el chico comenzó a entender cómo fluía la energía espiritual en el ambiente, poco a poco los colores que antes lo rodeaban dejaban de ser tan opacos y se volvían cada vez más claros, nítidos y brillantes.

Una luz con la fuerza de un sol brotaba de su interior, la energía como polvo rodeaba uno de sus puntos espirituales y en lo que tomó algunos minutos mientras Shoneyi se sentaba de piernas cruzadas para concentrarse y meditar. Su primer núcleo se formaba, al ocurrir este suceso su cuerpo comenzó a curarse automáticamente, sus heridas pasaron de ser mortales a ser leves en cuestión de horas. Sus huesos rotos dejaron de estarlo para cambiar a solo tener algún moretón.

Mientras para Shoneyi eran quizás unos minutos o quizás horas para el mundo real ya habían pasado dos años. Mientras el tiempo transcurría en otra parte del mundo, justo en una cabaña de la secta del cielo. 

—Parece que acabaste con otro esclavo más pequeño bribón — decía entre sonrisas. 

El quinto maestro se podía escuchar como un abuelo que regaña a su nieto sin tener ánimos de reprenderlo. Con la misma intención se comunicaba con la mirada de un padre orgulloso.

—Saludos al quinto maestro —. 

Dakun Rao hacía una reverencia de un poco más de noventa grados y al mismo tiempo aumentaba su flujo espiritual para mostrar uno, dos, tres… seis, siete y lo que llamó la atención del anciano un octavo núcleo que relucía desde el interior de su discípulo.

—Gran trabajo joven Rao —.

El anciano se volteaba en dirección de la nube central donde se encontraba el líder de la secta y con ojos que solo podían describir un plan maquiavélico para el convertirse en él en el nuevo líder comenzaba a tomar forma con el aumento del Dakun Rao.

—Ahora poseo un poco más de doscientos núcleos mágicos —.

Decía para sí mismo Shoneyi, quien colocaba un núcleo detrás de otro en una pequeña cueva que era lo que conocía como hogar tras los últimos dos años en el bosque perdido. Como el chico se encontraba en medio del territorio de las bestias salir no era una opción a menos que poseyera un segundo núcleo en su etapa final.

Otro año pasó desapercibido para el pequeño, quien se ensimisma cada vez que estaba en la cueva

—Finalmente… podré salir de este infierno — con quejas y dolor —Volveré —.

A pesar de su miedo a la sangre, Shoneyi se las arregló para no desmayarse cada vez que la veía; podría decirse que se encontraba cómodo con ella siempre y cuando no era de él. Cuando el chico salía a cazar bestias de un núcleo solo necesitaba golpearlas una o dos veces para vencerlas, esperar unos minutos y hacerse con su núcleo para su colección.

—Me las vas a pagar maldito Dakun Rao, te haré pagar cada una de tus estúpidas patadas —.

Si alguien pudiese ver al chico en la cueva podría entender que lo que mencionaba ya era un mantra, algo que repetía día a día para que se marcara dentro de su espíritu. 

—Es el momento… es tiempo de volver — 

Con determinación en su mirada, Shoneyi sale de la cueva y encuentra cuatro bestias de un núcleo. Con un movimiento de su pierna, mando a volar una de ellas en dirección donde estaban las otras tres; en lugar donde antes estaban las bestias ahora era un charco de sangre.

—No otra vez… — su mirada algo siniestra. 

Sonidos de tos y alguien vomitando podían escucharse en el centro del bosque. Luego de limpiarse la boca Shoneyi siguió casi sin problemas, pero cuando estaba lo suficientemente cerca de la secta del cielo para verla, una bestia de tres núcleos se acercaba sigilosamente por detrás del chico.

Un fuerte rasguño comenzaba a bajar en dirección de la cabeza de Shoneyi, la bestia había entrado en modo frenesí, ella sabía que este individuo había escapado con vida hacía algunos años y era el momento de acabar con su tarea pasada.

El golpe de la bestia golpeó solo el aire que el chico había dejado, un paso lateral a la derecha, un giro sobre sí mismo en contra de las manecillas de reloj y un salto que nivelaba el brazo derecho de Shoneyi con la bestia.

Una gran onda de aire y polvo podía verse donde antes se encontraban la bestia y el chico, pasados unos segundos y luego de que el polvo se disipara solo había tres núcleos mágicos en su lugar y una pequeña mano que los tomaba uno por uno.

—El siguiente eres tú… —.