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Volumen 1: Capitulo 3

Me dolía el solo hecho de pensar en como iban a terminar las extremidades de ese tipo al caer y sin darme cuenta solté un pequeño "¡Ay! ."

El otro me miró raramente al decir eso.

Yo también lo miré raro por más que no vieran su rostro.

Después de una pequeña sonrisa le pegue en la boca del estómago.

Cayó al suelo escupiendo y sin dudarlo le quebré el cuello.

"A esta gente nunca hay que perdonarlas, dejarlos vivos puede significar un gran error para el futuro."

Estaba a punto de irme y seguir limpiando uno por uno de los terroristas, pero al ver su ropa se me vino una gran idea y no dude en aprovecharla.

De esa manera terminé caminando vestido de terrorista.

Estaban todo de negro y con el rostro bastante tapado, así que no pensé que llegara a tener algún problema con ese traje.

Lo único que si me preocupaba era que apareciera la policía o las fuerzas especiales y terminara preso.

"Ahora si mi estoy arrepintiendo de vestirme de esta manera."

Por suerte esa planta estaba llena de oficinas y no tuve ningún problema para acabar con diez u once de ellos sin hacer ruido y sin que me descubrieran.

Mientras me encargaba de matar a esos terroristas pude descubrir que no son un grupo de segunda.

Tenian armamento bastante moderno y un equipo avanzado.

Es más, diría que son más una fuerza especial que un grupo de terroristas.

Estuve pensando durante varios segundos, pero un ruido me incomodo bastante.

A lo lejos podía escucha un tenue ruido de alises, que con el pasar de los segundos cada vez se hizo más fuerte.

En aquella situación pensé en dos opciones…

La primera, habían llegado las fuerzas especiales y la policía junto con un helicóptero.

La segunda, los terroristas contaban con una helicóptero.

Las dos opciones eran válidas, pero no podía quedarme esperando a un resultado, decidí ir a ver ese resultado para confirmar mis sospechas.

Subí hasta la siguiente planta y vi que todas las oficinas estaban destruidas.

En medio de la sala habían varios terroristas y a sus alrededores un montón de rehenes.

Me queje dentro de mí al ver a tantas personas amordazadas y atadas.

Tantos rehenes podrían complicar el enfrentamiento.

Es más, había un terrorista que tenia a una mujer como rehén.

Era el único que tenía una vestimenta diferente a la de los otros.

Sus brazos estaban a la vista y su rostro no estaba del todo tapado.

Se podían ver la mayoría de sus tatuajes.

En su mano tenía una Glock y con esta apuntaba a la mujer asustada.

La mujer pelirroja no dejaba de llorar y gritar en los brazos del hombre que parecía ser el líder de todo esto.

Hecho un largo suspiro.

Decidí sacarme la máscara de los terroristas para ver y respirar mejor.

Después de haberlo hecho los terroristas empiezan a hablar entre gritos.

" Ustedes dos vayan a la planta de abajo y corroboren porque nadie de los que estaba haya responde a mis órdenes, es raro, ya que se supone que todavía no vino la policía y las fuerzas especiales, además, tenemos que terminar rápido y largarnos, quiero cero demoras." (capitán)

"Como usted diga capitán." (terrorista)

Mientras esos esos soldados se acercaban a mi posición preparo el cartucho de una de las armas que robe.

"Parece que no tengo más opción, no puedo quedarme esperando para siempre."

"Si no me muevo puede que terminen matando a todos los rehenes."

Suspiro y me maldigo por haberme metido en tal situación justo cuando comenzaba mis cortas vacaciones.

"Si todo esto termina bien me voy a comer una gran asado." Digo con una sonrisa leve.

Doy un pequeño giro hacia la derecha y veo a los terroristas que se acercaban para bajar las escaleras.

Ellos se sorprenden y se dirigen a apuntarme con sus armas.

A penas di ese giro yo ya los estaba apuntando.

Respire ondo y me concentre en mi mira.

Tenía una vector y con esta arma no podía desperdiciar balas.

Dispare cinco balas contra el de la derecha y otras cinco para el de la izquierda.

Me quedaban veinte balas.

Esas las use para acabar con tres que estaban a la derecha y otros dos a la izquierda de los rehenes.

Gaste mi último cargador y al instante saque la beretta que robe de otro de los terroristas.

La mayoría de las balas fueron a la cabeza y ninguna impacto en el chaleco antibalas o en otra parte del cuerpo.

El último terrorista que me quedaba era el que estaba en medio de los civiles y tenía a la mujer pelirroja como rehén.

El jefe de los terroristas grita en español y con un asentó raro mientras dispara varias balas arriba con su arma.

En ese momento todos los civiles que estaban en el piso corren hacia mi lado y se dirigen a las escaleras para lograr escapar.

El hijo de puta había aprovechado mi pérdida de visión entre los civiles para irse a la siguiente planta con la rehén.

Obviamente los seguí y subí nuevamente las escaleras.

Cuando llegué y abrí la puerta vi como el tipo a lo lejos y con una helicóptero detrás suya me apuntaba con su arma.

En ese Instante cerré rápido la puerta que daba con el helipuerto y me salvé de no recibir todas esas balas que impactaron en la puerta.

El ruido del helicóptero se podía escuchar muy fuerte.

A penas gasto esas balas abrí la puerta y entre al helipuerto.

Apunte hacia el terrorista.

El me gritaba un montón de cosas sobre que dejara el arma en el piso, pero no podía hacer algo como eso.

Tirar el arma en estos casos es de ingenuos.

"¡Dame a la rehén y te dejo ir!."

No me preocupa el motivo por el que hayan atacado este edificio, solo quiero la protección de los civiles, además, no estoy de servicio y esto me favorece al no tener un objetivo que me impida salvar a civiles.

"¡Cálmate!."

"¡Cálmate!."

"¡Dame al rehén…!. ¡Dame a la mujer!."

"Solo vete y déjame a ese civil, prometo que no disparare si me la das."

La mujer no paraba de llorar y gritar.

El hombre parece pensarlo y la suelta.

Suspire con mucho alivio.

Me alegraba que todo hubiera terminado de esa manera pacifica, pero…

En el momento que la rehén pelirroja se me acerco vi un pequeño reflejo en su mano.

La mujer sacó de un costado con gran rapidez una Glock y me disparo de frente.

Era imposible que fallara.

Estábamos a tan solo un metro y algo de distancia.

Me confié pensando que todo había terminado.

Me deje llevar por el deseo de que todo terminara, que me olvide de que en un campo de batalla todo puede suceder.

Me sacudió el cuerpo con cinco balas.

Dos en el hombro.

Una por debajo del chaleco antibalas y dos en una de las piernas, especialmente en la arteria principal.

En simples palabras, la mujer me destruyo el cuerpo.

Era una mujer que sabía perfectamente en donde dispararle a alguien con chaleco.

-CONTINUARA-