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Volumen 1: Capitulo 32

Sin embargo, al decir eso, aparecieron tres vehículos o para ser más específicos, tres camiones militares.

No era difícil suponer lo que esos típicos camiones de transporte llevaban, esperar a que todos esos soldados bajaran de los tres vehículos no era un opción.

Con su rifle en mano apunto hacia el primer camión y con otros dos apunto a los otros que venían por detrás.

Su apuntaría con las otras armas funcionaba de manera bastante rara, solo tenía que ponerse en mente y las miras de las demás armas aparecerían en su mente como si estuviera apuntando con su propio ojo.

No entendía bien este sistema raro, pero poder hacer eso con sus armas le facilitaba las cosas.

Con el arma que tenia en su mano apunto al lugar en donde estaba el motor y disparo.

La bala dio exactamente en donde el quería.

El camión se detuvo y a los segundos exploto.

Los otros dos iban muy pegados al que exploto, les fue imposible impedir lo que iba a suceder a continuación.

El segundo vehículo intento esquivarlo pero de igual manera choco al que estaba en fuego y se fue hacia un pequeño barranco que había a un costado de la calle.

El camión callo con la boca hacia abajo y le era imposible a este moverse hacia atrás.

El tercero se detuvo antes de chocar con el segundo y logró salvarse, pero no del todo, ya que Seren aprovecho este momento para disparar con uno de sus rifles al camión que se había detenido

Este exploto de inmediato.

Los soldados lleno de fuego salieron corriendo del camión.

A continuación, apunto su arma contra el vehículo que se había ido hacia un costado.

Como ya deben de saber, este también exploto.

Al dispararle al motor, este no se tardo en explotar.

"Bien, ya no tienen refuerzos, solo tengo que acabar con los que están en la cárcel."

Nuevamente apunto a la cárcel, pero esta vez, a los vehículos que estaban detenidos a las afueras.

Los tres explotaron al mismo tiempo.

Los soldados que le disparaban a los presos se dieron vuelta con rostros impactados al ver los camiones en llama.

"Ahora voy a probar otra linda bala que acabo de crear."

Esas palabra dejaron atónita a Erika.

No podía creer que había creado otra cosa con su magia.

Cada uno de los Apóstoles que tuvo durante toda su vida como diosa, no pudieron crear más que sus propia armas.

Seren ahora había decidido usar el rifle que tenia en manos.

Apunto hacia el Sherman y disparo.

La bala fue directamente en la parte del medio, es decir, pro encima de las orugas.

La bala penetro por completo el blindaje y dio contra el cargamento de balas, lo cual provoco que, volará todo desde dentro hacia afuera.

La torreta salió volando hacia arriba.

Los soldados de los alrededores se rindieron y huyeron por donde vinieron.

Se podría decir que la victoria era de los presos.

Las tres mujeres que estaban a un lado tienen rostros de no creerse lo que acababan de ver.

Una sola persona había acabado por completo con los soldados que las habían encerrado.

La mayor de las tres mujeres se largo a llorar al ver todo eso.

No era un llanto se tristeza, sino todo lo contrario.

Estaba tan feliz, que esa fue la manera en que lo expresaba.

Al fin pudo escapar junto a su familia de ese maldito lugar y también había podido presenciar la muerte de todos esos malditos que la jodieron.

Sin duda, ella estaba más feliz que nunca.

Seren, al verla en ese estado, se levanta y hace desaparecer sus seis armas.

Mira de reojo a las chicas con una sonrisa confiada y orgullosa.

"¡No se queden ahí paradas!."

"Todavía tenemos que irnos de este lugar para poder evitar que otros soldados se den cuenta de que no estamos."

Las tres asintieron con sonrisas leves debido a sus cuerpos pobres.

De esta manera, Seren con su gata en el hombro y las tres mujeres se dirigieron al bosque que se veía a lo lejos.

Las horas pasaron y los cuatro se encontraban caminando dentro del bosque.

Erika daba órdenes a Seren y el guiaba el camino.

Todo iba tranquilo, pero la relación entre todos era distante.

Las tres mujeres y Seren no se dirigieron ni una palabra durante su camino.

No es que no quisieran hablarle a su salvador, sino que les daba vergüenza y esto hacía pensar a Seren, que no querían hablarle.

Además, solo hablaba con Erika mediante telepatía. Disfrutaba hablar todo el rato con la gata.

A veces, a los ojos de las tres, se reía por cualquier cosa.

Todo iba bien, pero de un segundo a otro Seren callo al suelo de una forma bastante fría.

Su cara quedó contra el suelo.

Nadie entendía nada.

Las mujeres estaban preocupadas y no sabían que hacer.

La gata se asusto al verlo caer.

Por puro instinto decidió pedirle ayuda a las tres mujeres.

"¡Rápido!."

"¡Agárrenlo y apóyenlo contra algo!."

En el momento que escucharon hablar al gato, sus piernas se rindieron del miedo.

"¡Un demonio!."

"¡Demonio!."

"¡Monstruo!."

No paraban de gritar ese tipo de cosas con expresiones sometidas por el miedo.

Poco a poco se arrastraban hacia atrás.

"Tienen razón. Yo soy un demonio, pero no les pido que me comprendan, sino que…"

"Les estoy pidiendo que lo salven a el, la persona que los salvo de ese lugar."

Esas palabras entraron perfectamente en sus cabezas.

La primera en levantarse fue la mayor de todas.

Camino apresurada hacia el cuerpo de Seren y luego las demás la siguieron.

Erika mostraba una gran seriedad y con sus palabras infundaba miedo en ese momento, pero la verdad es que, tenía miedo de lo que le pudiera suceder a su apóstol.

El soló hecho de pensar en la muerte la ponía mal.

Jamás se había sentido tan preocupada por alguien.

Es más, se sentía rara por todo lo que estaba sintiendo.

En su largo tiempo de vida nunca se había preocupado tanto por alguien, pero por algún motivo desconocido, estaba sintiendo miedo y tristeza cuando observaba a su Apóstol.

Esos sentimientos no la molestaban, sino que presentía que eran algo bueno.

No obstante, también era doloroso.

-CONTINUARA-