Después de que la primera clase terminó, Esteban le dio un flash disk, que brillaba bajo la luz del sol que entraba por la ventana al lado de la mesa de Raine.
—¿Qué es esto? —Raine recogió el flash disk rojo y miró a Esteban con curiosidad.
—Deberías agradecerme por resumir todas las lecciones que te saltaste —dijo Esteban con orgullo—. Invitarme a almorzar sería suficiente.
Raine se rió entre dientes. —Claro, pero no quiero que estés en la misma mesa con Sunny y los demás —recordó la disputa de la última vez y pensó que sería prudente no provocar más a Sunny. Después de todo, ella y las otras personas con él fueron los primeros amigos de Raine.
—Lo siento, cariño, pero tu compañero golpearía mi trasero si te dejo fuera de mi vista —Esteban negó con la cabeza dramáticamente—. Sabes lo protector que puede ser tu compañero.
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