Dentro de la biblioteca, bajo el estante de libros desmoronado, se escuchaba un leve sonido de llanto de mujer. Era Violet, la bruja. Intentaba liberarse de las pesadas maderas que atrapaban su cuerpo debajo y se alejó de los escombros del estante. Pero había algo más que hacía que gimiera de miedo. Era alguien cuya ira temía más que nada.
—Jedrek... lo siento —sollozó en el momento que vio que aquel hombre se acercaba. Sus ojos oscuros eran tan intensamente predadores, que se dio cuenta de que su vida estaba a punto de terminar en cualquier momento. Desprendía una energía depredadora inquietante. La bestia estaba lista para abalanzarse sobre su presa.
Pero entonces, él inclinó su cuerpo y levantó fácilmente el estante de Violet. Su acción podría ser por lástima, o quizás tenía otro plan en su mente maliciosa sobre qué hacer con Violet. Una cosa era segura, el rey licántropo no iba a perdonar a la bruja por piedad.
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