—¿Cómo está ella? —preguntó Jedrek a Lidya y al sanador, por la expresión de su rostro, era evidente que apenas estaba conteniendo su frustración.
El rey nunca había estado en tal condición, donde perdiera su compostura y mostrara exactamente lo que estaba sintiendo en ese momento.
Y lo que estaba sintiendo en ese momento no era menos que una preocupación frenética. Estaba preocupado por su compañera, olvidando que hace una hora, se vio obligado a arrodillarse ante sus enemigos, sus hermanos y también frente a Serefina...
Incluso el hecho de que su ex amante lo hubiera traicionado, superaba su preocupación por el bienestar de Lila.
El sanador intentó tocar el cuello de Lila, queriendo ver su marca, pero retiró la mano inmediatamente cuando Jedrek gruñó profundamente.
—Pido disculpas su gracia, solo quiero ver la marca —la sanadora se inquietó bajo la afilada mirada de Jedrek.
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