—¡Mi dulce Rosie! —Calleb llamó su nombre con picardía y corrió hacia ella con una sonrisa grande y brillante en su rostro.
Si él estuviera en su forma de lobo, ya estaría moviendo su cola.
—¿Estás sola? —Calleb la abrazó por un segundo, pero luego soltó a la chica, mientras inspeccionaba los alrededores.
Era muy raro encontrar a Rosie sola, a menudo se le encontraba acompañando a Bree o uno de sus hermanos gemelos la seguiría.
—Estoy sola —dijo Rosie tímidamente, empujándolo ligeramente y echando un vistazo al largo corredor, temiendo que hubiera alguien que pudiera atraparla en esa posición.
Sin embargo, Calleb no quería dejarla ir y la abrazó de nuevo, feliz de que no hubiera nadie alrededor que pudiera regañarle si estuviera demasiado cerca de Rosie.
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