El olor a salsa de tomate y carne asada se esparcía en el aire como un tenue humo blanco que flotaba desde la sartén.
Raine movía sus piernas que colgaban del mostrador donde estaba sentada. Sus ojos seguían atentamente cada movimiento de Torak.
Había pasado casi una hora desde que él insistió en cocinar algo para ella.
Torak se movía rápidamente como si no fuera su primera vez dentro de la cocina. Él mismo no podía creer que tuviera ese lado dentro de él, no habría pensado que un día cocinaría algo y, además, que fuera para otra persona.
Pero, pensar que lo hacía por su compañera, no había nada de lo que avergonzarse.
Él estaba allí, con la cuchara en su mano mientras probaba el espagueti. —Estoy seguro de que le puse bien... —murmuraba para sí mismo.
El espagueti parecía delicioso, pero el sabor no era el que esperaba.
Raine saltó del mostrador y se acercó a él, tomó la cuchara de la mano de Torak y probó por sí misma.
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