Torak, sorprendido por su solicitud, levantó su barbilla y la miró más profundamente a los ojos, pasando su pulgar por sus pálidos labios con fascinación.
—¿De verdad quieres ver a mi lobo? —preguntó Torak con voz ronca—. Por ningún motivo quería asustarla.
Raine quería ver a su lobo, algo completamente fuera de sus expectativas. Por lo que él podía decir, y todavía no sabía mucho sobre ella, su miedo era una de las razones por las que había perdido su voz. Aquellas sucias criaturas que habían intentado matarla, le habían dejado un trauma.
Pero ahora su compañera estaba solicitando ver a su lobo. Torak apenas podía comprender esto, pero a pesar de eso, estaba encantado.
Una sonrisa galardonada apareció en sus labios, que hizo que Raine lo mirara embelesada. La manera en que ella lo miraba era adorable. Torak no pudo evitar inclinarse para besarle los ojos, y la interrupción en su respiración lo hizo reír por su reacción.
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