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Serefina no dio ninguna respuesta a la pregunta de Lilith, su expresión estaba desprovista de cualquier emoción mientras la miraba directamente a los ojos.
—¿Quieres una bebida? —Lilith levantó un vaso a la bruja mientras sostenía otro vaso con su mano derecha—. Hazlo flotar hacia ti con tu magia, porque no tengo esa habilidad —rió como si acabara de contar un chiste.
Serefina estaba parada, al menos, a diez metros de distancia de Lilith y esta última no quería caminar hacia Serefina para brindar.
—No, gracias —rechazó la oferta Serefina de inmediato—. Esa no es mi costumbre.
En el momento en que terminó sus palabras, el vaso en la mano de Lilith se hizo añicos en miles de piezas con un fuerte sonido explosivo.
Lilith, que sostenía el vaso hacía un momento, se sorprendió y retrocedió mientras miraba a la bruja con furia. —¡¿Estás loca?! —Estaba furiosa más allá de las palabras.
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