Selene había emparejado esas dos almas por una razón y, sin importar lo grande que fuera la amargura que habían atravesado o cuánto esfuerzo hubiera hecho Jedrek para romper el hilo rojo entre ellos, aún estaban hechos el uno para el otro.
Se sentía como si hubiera pasado un siglo desde la primera vez que Lila guardó rencor hacia Jedrek, o cómo él estaba desgarrado entre quererla y resentir el lazo de pareja entre ellos.
Y aquí estaban, queriendo estar cerca el uno del otro. Y, reclamando a sus compañeras frente a todos, para que todos vieran a quién pertenecían realmente.
Aunque la ceremonia ya había terminado y el cielo se estaba oscureciendo, este era solo un nuevo comienzo para ambos.
—Quiero que tú también me marques —dijo Lila suavemente. Se mordió el labio inferior nerviosamente, pero sabía que no había sentido prolongar lo inevitable. Estaban hechos el uno para el otro.
Aunque su voz era apenas un susurro, Jedrek podía oír la sinceridad en su voz.
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