Anoche.
En la habitación más oscura, con solo el sonido de metal tintineante, una figura de mujer estaba de rodillas sobre el frío piedra bajo ella. Sus brazos estaban extendidos a ambos lados de su cuerpo como si fuera a volar en el siguiente segundo.
Sin embargo, era imposible que sucediera con grilletes de acero atados en su muñeca que se conectaban a la pared de piedra cercana.
Debido a la espesa oscuridad que cubría la habitación, uno no podía ver cuán severas eran sus heridas. Pero por la manera en que se veía, estaba teniendo dificultades para respirar, no sería una exageración si las personas que la escuchaban asumieran que estaba golpeada y magullada.
Su cabello caía, formando una cortina frente a su rostro mientras bajaba su cabeza en señal de derrota. Estaba desnuda como el día en que nació.
Pero, nada se podía ver de ella excepto el contorno de su cuerpo.
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