—Caña, despierta —dijo Iris, acarició su mejilla, llevaba más de quince minutos intentando despertarlo—. Necesitas tomar tu medicina, ¿de acuerdo?
Era casi insoportable ver a Caña ahora. En el pasado, siempre estaba alerta con su entorno, nunca bajaba la guardia, incluso cuando dormía.
Un simple ruido sería suficiente para despertarlo, pero ahora era diferente.
Iris había estado tratando de despertarlo, pero seguía profundamente dormido. Si no fuera porque Caña necesitaba tomar su medicina, ella tampoco tendría corazón para despertarlo.
Aunque la medicina realmente no tenía ningún efecto, podría darle a su cuerpo un poco de fuerza.
—Caña... —Iris frotó su nariz con la de él y besó sus labios—. Vamos, despierta y bebe tu medicina, después de eso, necesitas comer, solo entonces podrás volver a dormir. Dormilón —Iris se rió con el apodo cariñoso que le puso, pero fue una risa vacía. En el pasado, sería ella quien se dormiría fácilmente—. Vamos, tú gran lobo feroz.
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