webnovel

Capítulo II

Aunque entendiera muy poco de todo lo que me rodeaba, aun me costaba entender de qué estaban hablando. Obviamente sabia lo que era un ángel, pero parecía ser algo más importante de lo que parecía. Hablar de un último ángel es lo mismo que hablar de que soy la última protectora de los seres que viven en la tierra ¿pero por qué? ¿Por qué no se crearán más ángeles?

Me quede boquiabierta mirando la puerta, hasta que me golpee a mí misma para salir de mi mente por un segundo. Un ángel ¿un ángel? ¡Ni de broma! Tiré el libro a los pies de la cama, no pienso leerlo, o ver lo que hay dentro. Al menos no por ahora. Se que mi comportamiento es infantil e inmaduro, pero sospecho que ser lo que dicen que soy no es algo bueno. No es bueno que te digan cuáles son tus obligaciones ni que es lo que tienes que ser. Debería ser más simple.

Envolví mi cuerpo con una manta que había en el respaldar del sillón. Necesito un poco de aire, aunque este helado afuera, mi cabeza da vueltas, esto es muy difícil de asimilar. El inmenso ventanal, es realmente muy pesado, casi imposible de abrir, pero lo logro y al hacerlo una gran ola de viento frio con copos de nieve me atravesó. Esta helado.

La gente camina en las afueras del castillo, abrigados y quejándose por el frio. Aunque parece que para ellos es normal ver todo esto, imagino que debe ser difícil acostumbrarse. Tengo una idea que intento descifrar en mi cabeza, el deseo de saber qué es lo que está sucediendo, por qué el mundo esta así. Pero es estúpido intentar descifrar algo de lo que no tengo una mísera idea.

Todavía recuerdo las palabras del rey Adaonn, quiso matarme. Ese hombre me da escalofríos, aunque parece que lo que hiso en ese momento era solo una forma de asustarme para que sucediera todo lo que ocurrió después, hay algo que no me gusta de él. No sé decir bien que es, pero tiene una mirada muy fría y calculadora. Los ojos de las personas suelen decir mucho, son puertas al alma de cada uno. Aunque él se esconda detrás de una falsa sonrisa no puede esconder lo que sus ojos dicen.

Tal vez estoy exagerando y cayendo en el error de juzgar a alguien sin siquiera conocerlo. Pero por ahora no quiero acercarme mucho a él.

Me despegué de mis pensamientos para observar el bosque, se ve congelado, parece aún más inerte que el rio que pasa debajo del puente. Pero después de observarlo un largo tiempo, me doy cuenta de que una de las sombras que imagine que era un tronco de un árbol, caminaba entre ellos. Los bellos de mi cuerpo se erizaron y sentí un escalofrío recorrer cada extremidad de mi cuerpo. Me aterraba, en todos los sentidos. Sabía quién era. Esa persona que me atacó en el bosque. Me observaba, lo notaba y eso me hacía temblar aún más.

Se detuvo repentinamente y allí se quedó por unos segundos, como si quisiera que sintiera el miedo, advirtiéndome que me aleje de él ¿Qué problema tenía conmigo? El libro, tengo que leer ese libro. En cuanto la idea cruzó mi cabeza, esa silueta envuelta por esa espesa capa negra, se disolvió en el aire en un humo negro, escalofriante.

Tengo que leer ese libro, sospecho que aclarara todas mis dudas. Corrí a la habitación y cerré los ventanales, con todas las cerraduras que encontré. Y como no me parecía suficiente, arrojé la manta y comencé a correr el sillón para impedir que se abriera. Pero tampoco me parecía suficiente.

Creo que pase una hora corriendo muebles, estoy exhausta, y mi cuerpo se queja. Obviamente el ropero y la biblioteca seguían en su lugar, no pude con ellos. Pero el resto de las cosas, terminaron todas apiladas contra la ventana. Parece absurdo el miedo que tengo ahora mismo, pero es lo que suele pasar cuando desconocemos algo. Nos protegemos de lo que nos parece extraño.

Suspire agitada, necesitaba sentarme antes de que me desplomara del cansancio. Alguien tocó la puerta en ese momento y no pude evitar dar un salto. Estoy demasiado alterada.

— Adelante—girte

Saurs entra con una bandeja de comida, una pequeña caja de madera y ropa

— ¿Más ropa? Si desaparece— no pude evitar preguntar.

— Si...—. Me miró y enseguida aparto su rostro.

— ¿Qué...?—. Cuando miré hacia abajo me di cuenta de que estaba desnuda, otra vez, y se que por alguna extraña razón eso lo incomoda.

Volví a colocarme la manta que había dejado tirada en el suelo. Me impresionaba que no sintiera vergüenza de mi desnudez, a los demás parecía molestarles, pero a mí no.

— Todavía no sientes vergüenza por estar desnuda—. Volvió a mirarme—, porque es tu naturaleza, pero todo este mundo te acostumbrara a muchas cosas, algunas no tan lindas, otras hermosas—. Colocó la bandeja encima de la cama.

Me era casi imposible pensar en algo hermoso, todo lo que me rodeaba era tan triste y duro que no podía lograr ver que había de lindo en este tétrico mundo. Creo que me dejaba llevar por una extraña sensación de extrañar algo, pero no recuerdo que es.

— ¿Qué podrías catalogar como hermoso?—. La pregunta ha salido así sin más de mi boca, pero me interesaba saber que le parecía hermoso a él.

— Eh...—. Sus mejillas se tiñeron un poco de rojo— creo que no sería un momento adecuado para decirlo— ¿Por qué no?

— No logro entenderte. No creo que haya preguntado algo muy difícil—. Se aclara la garganta.

— Es difícil responderlo cuando ha sido lo primero que se te ha ocurrido, justo cuando tienes a una muchacha casi desnuda enfrente de ti—. Creo que estoy captando la información, pero no me apena decirlo, asique instantáneamente se lo pregunto.

— Para ti algo hermoso es el sexo ¿eso quieres decir? Nunca he tenido sexo, o al menos no lo recuerdo, asique no lo podría catalogar yo como algo hermoso.

Por su parte el parece totalmente incómodo con la conversación y su rostro ha pasado de un color a otro en segundos.

— Por supuesto que no sabes lo que es, no existe eso en el lugar de donde vienes—. Entiendo—. Pero lo veo distinto, no es solo sexo, como tú dices. Lo haces ver como algo simple y no lo es.

— Estoy hablando de algo que no sé muy bien, solo sé que sirve para procrear.

— Lo se, pero puedo decirte que cuando encuentras a la persona correcta, el sexo deja de ser sexo, es como si dos energías se unieran para fusionarse en una más perfecta, brillante y pura—. No entiendo absolutamente nada de lo que dice, y creo que noto mi cara de desconcierto—. Escucha estaré aquí para ayudarte a amoldarte a este mundo.

— Lo haces sonar muy difícil— murmuré.

— Lo es para ti, porque ustedes vienen siendo adultos. Es más fácil para nosotros siendo bebés.

— No entiendo de que me hablas.

— Ya te lo explicaré, a su tiempo.

Tengo miedo de saber más sobre este mundo, pero a la vez tengo un destello de esperanza. Tal vez espero que no sea tan malo como se ve y se siente. Saurs me miraba sin decir nada, creo que noto que estoy pensando y procesando muchas cosas de mí alrededor. Lo cual agradecí internamente ese gesto. Pareciera que hubiese algo que nos acercara. Tengo la sensación de conocerlo, es loco pensarlo, no recuerdo nada. Pero me siento más tranquila a su lado.

— Se nota que recién llegas y que hay varias cosas que no sabes— ¿Qué?—. Te diré algo para que sea más fácil para ti. Hay preguntas personales que a la gente puede molestarle que les hagas.

¿Preguntas personales?

— ¿Estas molesto?—pregunté. Recién lo conozco y ya lo he hecho molestar ¡bien por mí!

— No, para nada, se cómo te sientes, y sé que es algo que tendrás que aprender con el tiempo.

— ¿Entonces no puedo preguntar cuántos años tienes? —. Vuelve a sonreír de la misma manera que lo ha hecho antes— Ya deja de hacer eso, parece que me tratas como una niña.

— Claramente lo eres, acabas de llegar a este mundo, tienes mucho que aprender y eso me resulta tierno—. Me mira fijo aun sonriendo—. Ese tipo de preguntas a algunas personas puede llegar a molestarles, sobre todo a los que son ancianos, procura preguntarlo cuando haya más confianza, no tan repentino.

— Oh, está bien, lo siento...

— A mí no me molesta, no te preocupes, se han cumplido treinta y cinco años desde mi llegada—. O sea que yo tengo horas de vida, que raro suena eso.

¿Por qué a alguien puede molestarle que le pregunten su edad? Y lo que más me llama la atención es que les moleste más a las personas ancianas ¿Qué no es algo bueno? Tal vez no tengo toda la información para pensar estas cosas, pero llegar a su edad debería ser un orgullo. Mientras más pasan los años más sabio eres y es solo una condición física. Los años del alma de una persona suele ser mucho más mayor que la edad física actual. Incluso un bebe puede tener una edad de cientos de años y un anciano solo los que se cuentan en su vida actual.

Es difícil comprender los pensamientos de algunas personas.

Comenzó a buscar el sillón para sentarse y fue ahí cuando se percató del desorden que había en el ventanal. Me sonroje. Volvió su mirada a mí y se acercó, parecía estudiar mi rostro, buscando respuesta a todo ese apilamiento que había hecho.

— Lo siento...—. Solo me salió decir eso.

— ¿Por qué has hecho eso?—. Más que una acusación, parecía preocupado.

— Tengo miedo— susurre.

— ¿Miedo? ¿Miedo de que?—. Sus manos se posaron en mis hombros y me obligue a mirarlo— ¿Estas bien?

— Lo vi, en el bosque, esa persona me ataco antes de llegar aquí—. Su rostro se volvió pálido—. No quiero que vuelva—. No me había dado cuenta que una lagrima se me había escapado.

Cayó sobre el suelo y se disolvió en un polvo brillante. ¡¿Qué fue eso?! Casi me desmayo de la impresión. Saurs rio entre dientes.

— Esa es una buena cara de sorpresa—. Levanto sus manos en el aire, presentando todo a su alrededor—. Bienvenida a este mundo, aquí tú eres vida—. Me niego.

Iba a discutir la idea, cuando algo más llamó mi atención. Más que la cara de asombro de Saurs, lo que salía de debajo de la manta que me cubría. Luz. Ya la había visto antes. Mi cuerpo se tensó, quería correr devuelta, pero me contuve, no creo que vaya a prenderme fuego.

— ¿Qué fue eso?— murmuré cuando esta se apago.

— Algo cambió—. Me examino con la mirada, pero no encontraba nada.

Dude en un principio asomar mi vista a mi cuerpo. El estúpido miedo a lo extraño, creo que es algo que necesito superar. Asique simplemente, lo hice, observé que había debajo de la manta.

— Oh, mi Dios— susurré sin poder ocultar mi asombro.

Tire mis sabanas y observe mi cuerpo cubierto con un pequeño y sencillo vestido blanco, la tela era suave al tacto ¿Qué clase de truco fue ese? Saurs me miraba boquiabierto, pero ya acostumbrado a todo esto, parecía que lo asombraba otra cosa.

— Dime que no soy un monstruo— pregunté y su ceño se frunció.

— No, es que... Te ves preciosa, bueno, lo eres, pero... nunca había visto algo así

Sonrío y se me queda observando unos minutos. Luego agita su cabeza y vuelve a la cama donde ha dejado todas las cosas. Definitivamente creo que físicamente, le gusto. No puedo evitar contener una risa

— Te he traído algunas cosas, con sus explicaciones— dijo mientras se aclaraba la garganta.

— ¿Cada cosa tiene una explicación? ¿Vas a decirme que tengo que comer para vivir? Creo que ya vengo con esa base—. Sonaba raro

— No lo dudo— dijo riendo ante mi comentario—, bueno saca la comida de esto. Tienen una explicación porque sino no entenderías porque te las doy.

— Entiendo, me gustaría saber porque me traes ropa.

— Exacto—. Me entrega la ropa —Ya no va a desaparecer, por esto.

Toma la pequeña caja de madera y saca de ella un collar con una piedra celeste, parecía que algo se movía dentro de ella, como una nube. Era como ver el cielo. Por un segundo sentí una tranquilidad sin precedentes. Lo mire boquiabierta, era preciosa. De alguna extraña manera me hacía sentir relajada verlo.

— Esta piedra—. Se mueve ligero y con seguridad hasta ponerse detrás de mí—, ocultara tu verdadera forma, serás como un humano común y corriente—. Siento la piedra apoyarse en mi pecho—, es para camuflarte, que no sienta que estas aquí— ¿Qué? Pasa la manta por mis hombros y mi cuerpo vuelve a brillar y mi ropa desaparece

— ¿Quién?

— Diamen— contesta mientras se coloca enfrente de mí, esperando ver alguna reacción al escuchar su nombre, como si tuviera que saber quién es.

— Es quien me ataco en el bosque ¿no es así?—. Por alguna extraña sensación oír ese nombre me provoca una sensación extraña, parecida al miedo

— Estoy casi seguro de que fue él—responde.

Instintivamente agarro el collar y lo estrujo en mi mano. Estoy empezando a sentir miedo de nuevo. Que patético. Pero lo que mas me resulta patético es que le tenga miedo a algo que no se que es, debería tener miedo a lo que conozco que es peligroso.

— Él puede saber dónde estás, era su trabajo, controlar a los que son como tú, ángeles.

— ¿Es un ángel?— pregunté haciendo que ria entre dientes.

— No leíste el libro—. Negué con la cabeza apenada, ya lo iba a leer, pero primero tenía que protegerme—. Es importante que lo leas, así entenderás, que haces aquí, quien es él y porque despertaste en medio de un bosque—. Me dejo ahí parada mientras caminaba al ventanal para empezar a sacar lo que tanto trabajo me costó armar

— ¿Qué haces?— ¡Está desarmando mi fuerte!

— No necesitas todo esto, él no te hará nada aquí— movía todo con gran facilidad—. Lee el libro, ahora toma la ropa que está ahí arriba y ve a cambiarte, tienes clases—. Me quede de piedra

— ¿Clases?

— Todos los jóvenes tienen clases, las vas a necesitar para descubrir mejor el mundo al que acabas de llegar. Tendrás clases extra conmigo para ponerte al día con los demás estudiantes. Será difícil, pero sé que lo lograras. Además hay que encubrirte, nadie puede saber quién eres—. Oh, entendido.

Si esto va a ayudarme a que esa... "cosa" no se acerque, hare todo lo que me diga.

Me dirigí al baño a cambiarme, todavía no asimilaba bien toda la información. Era mucha. La ropa era la misma que me había dado el otro día. Tendría a Saurs cerca, me sentía segura cerca de él, y rogaba no tener que ver al rey Adaonn otra vez, todavía no me sentía cómoda con él cerca después de lo que paso.

Había algo que me ponía feliz, si iba a clases, podría conocer y agradecerle a la chica que me dio el sándwich ayer.

Volví a la habitación, Saurs ya no estaba y había dejado todo como estaba antes. Esperaba verlo cuando saliera, me gustaba verlo cerca. Me acerqué a la bandeja que había dejado para mí, era un desayuno: leche, tostadas, una manzana y jugo de naranja. Perfecto. Al lado de la bandeja había una nota: "Botfyt te buscará en unos minutos y te llevará al aula".

Comí mi desayuno lo más rápido que pude, no sabía en cuanto tiempo podría venir Botfyt y tenía muchísima hambre. Miré mis manos, mi cuerpo y me di cuenta de que todavía no había visto un espejo para ver cómo era.

Automáticamente corrí al baño, no se me había ocurrido y ahora me daba mucha intriga. Me dio un poco de miedo asomarme. Pero lo hice. Mi cabello era negro y caía en ondas hasta mi cintura, mis ojos si eran de un color azul medio irreal, era como un océano oscuro. Mi piel era pálida, no tanto como los hombres de hoy, pero si demasiado para mi gusto. El uniforme no me dejaba ver lo demás, pero ya casi lo conocía bien, por la cantidad de veces que estuve desnuda. Me asombraba verme, era como si nada antes de todo esto hubiera existido. Y comenzaba a tener lógica la explicación de Saurs que recién nacía. Pero no explicaba cómo había cosas que conocía, sabía hablar, entre otras. Además aunque pareciera que fuera la primera vez que me veía en un espejo, lograba reconocerme, no era como ver a un extraño e intentar asimilar que eres tú.

Tocaron la puerta y pestañe rápido para salir de mis pensamientos. Volví a mi habitación y tome mis libros, me lleve también el que me había dado Saurs para darle una ojeada. Botfyt estaba en la puerta, me miraba como si hubiese encontrado oro. Una expresión totalmente diferente a la que me encontré la primera vez que lo vi. Pero había algo en el que me agradaba mucho.

—Buenos días señorita— su voz sonaba como la de un anciano sin dientes —le mostrare el camino a su aula.

—Buenos días, muchas gracias

En los pasillos no había nadie, solo nosotros, lo que me resultaba raro. Por una de las ventanas pude observar que el cielo nublado se estaba empezando a aclarar, gracias al sol que se ocultaba detrás de ellas. Me gustaría sentir el sol en mi rostro, cálido. Supongo que tendré que esperar a que las nubes se vayan.

Por fuera, había miles de personas, todos los que había visto el día anterior. Araban, cosechaban y trabajaban por alimento. Algo no anda bien y empiezo a sospechar que todo esto se debe a esas sombras en el bosque. Trabajaban todo el día para tener que comer y los menores tenían clases en el mismo lugar en el que Vivian, con Saurs de profesor.

—Llegamos—dijo Botfyt. Genial, no preste atención al camino, ahora no sé cómo volver.

Le agradecí y se despidió con una enorme sonrisa de oreja a oreja, mostrando una hilera de dientes amarillos y chuecos, pero una sonrisa sincera y llena de gratitud que me pareció realmente hermosa.

Me tomo unos segundos abrir las puertas, tenía vergüenza de que todos voltearan a verme. Pero tenía que hacerlo, no había otra opción. De todos modos no se a qué le tengo vergüenza. Creo que es algo normal, algo que usualmente pasa cuando queremos causar una buena impresión. Es estúpido, ser uno mismo siempre es la mejor opción, no importa que piensen los demás de ti, solo importa cómo te sientes contigo mismo.

Convencida por mis pensamientos, abrí la enorme puerta. Para mi sorpresa, no había nadie allí, solo Saurs. Me alegre por verlo y note que el también.

— Vaya, que bien te queda ese uniforme— dijo con una sonrisa.

— Gracias, Saurs. Pero no es muy cómodo.

— Ya te acostumbrarás a usar ropa.

Rio entre dientes, otra vez parecía que le resultaba tierna como una niña de cinco años. Mientras tanto me cuestionaba si era obligatorio usar ropa, incluso suplicaría porque me dejen andar sin los zapatos. Me hizo señas con la mano para que me acercara donde estaba el, haciéndome ignorar a mis deseos reprimidos ¡No quiero zapatos!

— Tenemos que elegirte un nombre, no puedo presentarte a la clase como alguien sin nombre, sería raro— sonríe.

— Oh, tienes razón—. Seria lindo tener un nombre.

Eso hasta me resulto extraño ¡No tengo nombre! O ¿sí? Debo haber tenido uno, o tal vez no. Es demasiado confuso.

De su escritorio toma una hoja escrita con algunos borrones y me la da, mientras se coloca enfrente mío, me mira fijo como buscando mi reacción, pero yo ni siquiera miré el papel todavía. Se apoya en el escritorio con los brazos cruzado. Observé toda esa secuencia como boba y espero que no lo haya notado. Por como sonríe parece que si lo ha notado y se siente orgulloso. No puedo evitar sonreír y agachar la mirada. Él sabe verse bien y llamar la atención de los demás. Iba a preguntarle como lo hace, pero el habló primero.

— He encontrado un montón de nombres que te quedarían lindos— dijo. Tendré que preguntar en otro momento.

Una secuencia de nombres escritos por él se alineaban en forma vertical, con algunos tachados. Nombres como: Dinorah, Alena, Eileen, Eleni, Anwar, Orah, Elena y otros más. La decisión era difícil y luego de mirar unos segundos la hoja. Lo escuche reír suave, lo que me hizo levantar la mirada hacia él ¿de qué se ríe?

— Todos significan luz— ¿Luz?— pienso en luz cada vez que brillas, luz como esperanza—. Oh, ¿esperanza por qué? Tendría que haber leído el libro.

— Yo no sé...

— Mi favorito es Eileen, suena dulce y tú eres dulce— ¿Dulce?

— Pero ¿Lo dulce no se come?—pregunte y su respuesta fue reir a carcajadas.

— Tendremos que trabajar muy duro para que entiendas muchas cosas.

— Está bien. Me quedare con ese. Me gusta. Eileen—. Abrió los ojos sorprendido.

— ¿Estas segura?—. Asentí con una amplia sonrisa

— Sí.

— Estoy muy contento de que estés aquí, podrás pedirme ayuda en lo que necesites, yo te protegeré de lo que sea que intente hacerte daño a partir de ahora—. Sé que será así, el me hace sentir segura.

— Gracias—murmuré.

Las puertas se abrieron y Saurs tomó distancia de mí instintivamente mientras carraspeaba su garganta y se enderezaba. Parece incómodo y no entiendo muy bien por qué. Me giré para ver a todos entrar sin prestarnos atención. Vi a la chica del sándwich sentarse en el mismo lugar de antes. Era alta, tal vez un poco más que yo, tenía cabellos del color del marron y ojos haciéndole juego, su piel era más bronceada y me sentí un copo de nieve comparada con ella. Era preciosa, hablaba con un muchacho y sonreía, su sonrisa también parecía sincera, al igual que Botfyt. Sospecho que debe ser una persona muy agradable. Mi atención se centraba en ella porque había querido conocerla desde el momento en el que me dió ese sándwich.

Mientras yo estaba metida en mi cabeza, enredada en esa nube de pensamientos, todos habían tomado asiento.

— Bueno clase, tenemos una nueva integrante— dijo Saurs alzando la voz.

Todos levantaron la mirada para observarnos, me sentía inhibida aquí adelante con todos mirándome, tal parece que tener nuevos estudiantes es algo muy raro.

Algunos me miraban asombrados, creo que sí, debe ser algo muy extraño. En un reino tan pequeño todos deben conocerse. Uno de ellos me ignoraba, solo ponía sus cosas sobre su mesa. La chica del sándwich sonrío con complicidad y me saludó con la mano. Le sonreí en respuesta.

— Su nombre es Eileen—continuó Saurs. Escuchar mi nombre se sintió hermoso—. Sean amables, puedes tomar asiento al lado de Addalia—. Me alegre ver que Addalia levantó la mano y era la chica del sándwich.

Caminé totalmente encantada y consiente de que la mayoría de la clase me siguió con la mirada hasta que tomé asiento. Debe ser difícil para ellos tener una nueva integrante en la clase, más aun procesar la información de que hay alguien nuevo en el reino. Eso va a ser un problema para ocultar quien soy en realidad, las sospechas podrían aparecer.

Una vez en mi lugar Saurs comenzó a hablar.

— Retomaremos la clase de ayer, hare algunas preguntas a toda la clase para saber si han prestado atención—. Lo vi mirar a toda la clase—. Fronz...

— ¿Eh? ¿Yo por qué?—. Es el chico que nos ignoraba.

— ¿Cuántas crías de Grifo, sobreviven después de su nacimiento?—. Fronz estaba duro y no respondía.

— ¿Una?—. Saurs suspira frustrado.

— Los Grifos no tienen crías, nacen de la tierra—. Frota su frente, parece que no le gusta dar clases ¿estará obligado a hacerlo? ¿o solo es el hecho de que no presto atención a clases?—. Maidanne, ¿de qué se alimentan?

— De carne, pero con la escases de comida en consecuencia del clima, comen lo que sea ahora—. Una ninfa contestó y para mi hablaban en otro idioma.

Como no entendía nada, abrí el libro que Saurs me dio, nadie me dijo nada por no prestar atención. Mire el índice y busque en todo el libro la leyenda de "El Último Ángel".

"Hace siglos un arcángel, creado para ser el protector y el guía de los ángeles que llegaban a la tierra con la misión y el propósito de proteger a los seres que habitaban en ella, se reveló. Este arcángel, es llamado Diamen, pero luego de su abandono a sus obligaciones y volverse la amenaza más poderosa en la tierra, fue llamado de diferentes maneras: Diablo, Diaboli, Ángel caído, Demonio.

En contra de la los propósitos de Dios de proteger a los seres, convenció a todos los ángeles que todo sería más fácil uniéndose a él, ya no tendrían cargas, ni responsabilidades. Los que caían en su trampa perdían sus alas en sus manos y en reemplazo les otorgaba unas negras, sin ningún tipo de poder. A los que se negaban, eran asesinados de la forma más despiadada posible. La escases de ángeles ha producido una gran cantidad de demonios que intentan atacar a los sobrevivientes de la catástrofe que creo este arcángel en la tierra.

Además de los demonios, el ejército de Diamen fue puesto para eliminar a todo ser creado por Dios, la leyenda dice que fue un capricho para vengarse de él.

Cada día este arcángel se hizo más poderoso, por consumir las fuerzas que los ángeles llevaban en sus puras alas blancas y fue imposible enfrentarlo. Para salvar a los seres, lo único que logro Dios para protegerlos, fue convertir el castillo del reino de Adaonn, en un refugio.

Diamen destruyo a todo ser que se encontrara fuera del castillo, todo aquel que no fuera un ángel o no esté de acuerdo con entregar sus alas. Esto enfureció a Dios y la humanidad espera al Último Ángel, al que le ha concedido las mayores fuerzas conocidas, para terminar con la masacre."

¡¿Y quieren que me enfrente a eso?! ¡Están locos! ¿Por qué yo? No podía evitar el temblequeo de mi cuerpo. Eso llamó la atención de mi compañera de banco, Addalia, que se me acercó mirando que estaba leyendo.

— ¿No habías escuchado sobre eso antes?— murmuro.

Solo negué con la cabeza. Su ceño se frunció y me miraba como si fuera realmente extraña. Creo que ella podría ser la primera en sospechar quien soy.

Terminé prestando atención a la clase, intentando no animar más sus incipientes sospechas, además de que tendría que empezar a aprender que es todo lo que me rodea, asique puse manos a la obra. Tome nota de como hablaban de una especia a la que llamaron barroen, por lo que entendí es un animal que vive en los árboles y se alimenta de ellos, de su sabia. No pude ver la foto del animal, porque todavía no me habían dado un libro.

Era medio aburrido así, sin nada que ver ni leer, solo escuchar de lo que hablan y tratar de comprender a la primera. Suspire frustrada sin poder evitarlo. Sinceramente me estaba aburriendo mucho.

— Puedes leer conmigo si así lo quieres—. Addalia deslizo el libro para que quedara entre las dos. Acaba de leer mi mente.

— Gracias y también gracias por el sándwich de ayer, estaba riquísimo.

— Mi mama los prepara, es una excelente cocinera, tendrías que probar su torta de miel y banana—. Se relamió, pienso yo, imaginándolo, lo cual me dio risa.

Levanté la mirada a Saurs que no estaba muy contento con nuestra falta de atención, asique me disculpé y seguimos leyendo el libro en silencio. El barroen era algo parecido a una rata con cinco ojos.

La clase paso mientras hablaban de este animal, y había llegado la hora de almorzar. Addalia me invitó a comer con ellos en el comedor, donde almorzaban todas las personas del reino. Al parecer era un salón enorme lleno de mesas, que antes se usaba de salón de fiestas. Acepté encantada, pero antes de poder seguirla, Botfyt apareció.

— El rey la espera a almorzar señorita—. Addalia nos miraba sorprendida, creo que no es algo que pase seguido que el rey te invite a comer.

— ¡Vaya suerte Eileen, comerás en la mesa real!— grito ella. En mi opinión prefiero ir con ella, el rey Adaonn no está en la lista de mis personas preferidas.

— ¿Puedo declinar la oferta?—pregunté y la boca de Addalia se abrió enormemente.

— Lo lamento, pero es una orden—contesto Botfyt. Genial obligada a comer. Ahora me cae mucho peor.

— Yo la llevare Botfyt—. Saurs salió del aula con tres libros debajo del brazo.

— Bueno, nos veremos luego, Eileen—. Addalia se despidió intentando ocultar su asombro

Me despedí de ella mientras se alejaba junto a otro muchacho. Saurs me abrió paso para que empezara a caminar. La verdad es que no tenía ganas de ir, hasta se me habían ido las ganas de almorzar ¿Saurs también almorzaría con nosotros?

— Pasaremos por mi habitación a dejar mis libros y luego iremos— dijo y ssentí sin decir nada, no sabía que decir.

Caminamos en silencio, era algo que no quería, porque cada vez que había silencio mi cabeza empezaba a pensar en muchas cosas. Eso sería bueno si tuviera un buen propósito esa avalancha de pensamientos, pero no logro pensar en nada bueno. Las ventanas dejan ver cómo está el mundo y eso mismo es lo que me pone los pelos de punta. Todo está muy mal.

Llegamos hasta una abertura en la pared que daba a una escalera en espiral hacia arriba, me pidió que me quede ahí mientras el subía. Saurs también parece ir en su propio mundo, metido en su propia cabeza. Su ceño está fruncido todo el tiempo. Parece haber una mezcla de tristeza y rencor en su expresión que me es muy difícil descifrar.

Al cabo de unos segundos, bajó. Creo que no le gusta llevar gente a su habitación. Así continuamos hasta la sala donde el rey nos esperaba.

— ¿Quieres cambiarte la ropa antes de ir?— me preguntó.

— No, está bien—. Creo que tendría que cambiarme para no manchar el uniforme, pero quiero terminar con esto cuanto antes.

Al llegar el rey nos recibió con una enorme sonrisa, mientras decía lo complacido que estaba de almorzar conmigo, a mí no me convence mucho su discurso. Saurs está serio, sin hablar ni prestar atención y toma asiento. Un hombre me corre la silla enfrene de él para que me acomode y después me acerca. Esto es demasiado formalismo. No me gusta mucho.

Más hombres entraron a la habitación sirviéndonos a cada uno un plato de sopa de verduras.

— ¿Qué tal las clases Saurs?— pregunta el rey.

Me siento incomoda sin duda.

— Igual que siempre, no hay nada emocionante para contar, son clases y sabes que no estaba de acuerdo con ser profesor, me obligaste—respondió. Lo sabía, era obvio con la actitud y la cara que tenía.

— Te informo que los que no van a clases, trabajan, y te di la opción de trabajar en la cocina o dar clases, tú elegiste dar clases— continuó Adaonn.

— Digamos que prefiero aburrirme que prender fuego un castillo— la respuesta de Saurs hizo que se me escapara una risa que intenté disimular.

Mi risa que, pese a que lo intente, no paso desapercibida, hizo que todas las miradas se posaran en mí. Creo que ambos le faltamos el respeto al rey, Saurs por contestar y yo por apoyarlo con mi risa. Pero Adaonn no dijo nada, comenzó a reírse también.

— Bien señorita...

— Se llama Eileen—. Saurs contesta casi ignorándolo mientras se mete una cucharada de sopa en la boca.

— Vaya has elegido un nombre, es muy bonito.

— En realidad lo ha elegido Saurs, dijo que suena dulce y que cree que yo también lo soy—expliqué. Con mis palabras he escuchado como Saurs escupía la sopa y comenzaba a toser mientras se tapaba con la servilleta— ¿Esta caliente?—. Me ha dedicado una mirada que lo dijo todo, acabo de decir algo que no debía—. Lo siento—. El rey ha empezado a reírse sin parar.

— Por dios, Saurs, un día hace que esta acá y ya estas ligando— ¿Ligando?

— Solo fue un cumplido, es muy joven para mí—contestó él. Se mete una cucharada de sopa en la boca sin importarle lo que le acaba de decir.

— Si recuerdo muy bien que te gustan las mayorcitas—dijo el rey. Otra vez la escupió.

Por mi parte me tape la boca para no liberar una carcajada.

— Ya está bien, ¿podemos dejar de hablar de esto?— Saurs hablo mientras continuaba tosiendo.

— Por favor— murmure—. Ya hay mucha sopa sobre la mesa.

Lo he dicho enserio pero mi comentario ha hecho reír aún más al rey. Yo ni he tocado la mía, no tengo hambre, quiero irme de ahí. Pese a que nos estamos riendo, el rey no es una persona que me agrade, me siento incomoda a su alrededor.

Después de la sopa trajeron un plato con carne y verduras, finalizando con el postre. El resto de la comida, se la pasaron hablando sobre cosas que aún no lograba entender. De vez en cuando me preguntaban cosas, pero nada emocionante, prefería comer con Addalia.

— Dime Eileen, me has dicho que no recuerdas nada antes de llegar aquí ¿no tienes ningún recuerdo del lugar de dónde vienes?— el rey pregunta emocionado, hasta le brillan los ojos.

— Ya sabes que los ángeles llegan sin memoria, nadie recuerda nada—contestó Saurs. Estoy pensando, tengo uno.

— Creo que recuerdo algo—. Saurs ha dejado los cubiertos en el plato, me mira con los ojos desorbitados—, recuerdo luz, mucha luz, estaba triste y alguien toco mi mejilla, me acarició, tengo la sensación de que era mi padre, ese sentimiento de familiaridad y amor de una hija, y las palabras "Confío en ti"

— ¡Esto es extraordinario!— exclamó Adaonn.

— Es imposible— murmura Saurs atónito—, nadie recuerda nada de él.

Parece que soy la única que lo recuerda, pero no sé cómo es su rostro.