Sin embargo, esta vez, el dolor era muy diferente. Era tristeza—algo en César quería gritar, solo para liberar los sentimientos. Pero parecía que no podía hacer nada.
Estaba de pie justo frente a Adeline, mirando su cuerpo inconsciente yaciendo en su propio charco de sangre. Esta no era la clase de escena que él hubiera querido ver. No con Adeline.
¿Estaba muerta? ¿Seguía viva? ¿La había perdido como temía?
¿Había cometido un error al traerla a la manada? ¿Debería haberla mantenido lejos, solo para él, sin amenazas a su alrededor? ¿No debería haber confiado en ella y hacer las cosas a su manera?
El cuerpo de César temblaba, sus ojos parpadeaban rápidamente con algo más que dolor brillando en ellos. Su nuez de Adán se movía mientras tragaba duro, su cuerpo repentinamente temblaba mientras se dejaba caer de rodillas junto al cuerpo de Adeline ante los ojos de toda su población en la sala.
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