Evan salió de la suite cerrando la puerta tras de si, depositó la ropa de cama sucia en su carro de limpieza, luego comprobó la cantidad de fundas, sabanas y sobrecamas que le quedaban y decidió que todavía no era necesario ir a reabastecerse, sin embargo, necesitaba más toallas.
Aún así, primero terminaría con las dos habitaciones en ese pasillo antes de bajar al almacén, esperaba el próximo huésped no pidiera toallas extras o se arrepentiría por no haber ido al almacén. Marcó el número de habitación de la que había salido en su lista.
Suspiró y llevó su mano derecha a su espalda baja ante un pequeño dolor punzante ahí, se sentía agotado por los turnos extras que había estado tomando durante la semana, el dolor en sus hombros y espalda estaba aumentado. Necesitaba más dinero ahora que contribuiría al fondo universitario de Chris. También necesitaba aumentar sus ahorros para cuando Chris entrará a la escuela y también para pagar su propia colegiatura en la universidad comunitaria, aunque eso aún podía esperar. Lo más importante ahora era Chris.
Se puso tras el carrito y empujó, dirigiéndose a una de las puertas en el otro extremo del pasillo.
A Evan le había sorprendido el último regalo de Adam, pero no tanto como el que Chris lo aceptará con tanta facilidad, pero solo había tenido que pensarlo un poco y ver sus ojitos para entender la razón tras su decisión.
Chris era un niño demasiado consciente y maduro para su edad. También se preocupaba por su educación, pero sobre todo por ayudarlo en todo lo que pudiera, Chris siempre buscaba hacer más fácil su crianza para Evan. Chris nunca pedía nada, nunca se quejaba de nada, no le importaba comer la misma comida dos días seguidos o usar ropa de segunda mano, no se quejaba por caminar en el frío en las mañanas en lugar de pedir un taxi hasta la casa de Ana, nunca había dicho nada de lo pequeño que era el lugar donde vivían o sobre dormir en el piso, y conocía el porqué, eso era lo más que Chris había tenido nunca.
A Evan siempre lo entristecía pensar en la vida que Chris había tendió con el otro Evan.
Evan tocó la puerta de la habitación.
—Limpieza —se anunció.
Una mujer de color abrió la puerta, ocupada en una llamada desde un celular ella le indicó entrará y lo dejó hacer su trabajo. Llevaba una semana en el hotel y se había familiarizado con él, por lo que no hubo necesidad de ninguna indicación extra.
La primera vez que lo había llevado al departamento Chris había estado tan feliz de tener un hogar propio, tan feliz de saber ya no tendría que moverse de un motel a otro, no lo había demostrado abiertamente, pero Evan lo había visto, lo había percibido.
Se había sentido increíblemente orgulloso por lograr darle eso, aún lo hacía, solo que le gustaría darle más, mucho más. La idea de que quizás Chris crecería con mejores oportunidades estando con Adam lo había estado afectando.
Antes el miedo y la desconfianza hacia Adam por ser el villano lo había hecho repeler esa idea, pero ahora que veía el rubio solo era un hombre con un pasado, aún no daba por sentado Adam Grayson fuera una buena persona, pero si reconocía se estaba esforzando por ser un buen padre. Y eso significaba mucho para Evan.
Solo la última visita había vuelto más profunda su percepción hacia Adam, y sabía eso continuaría pasando. Después de todo Adam no solo era un villano en una novela, era un ser humano real. Uno que al parecer había decidido cambiar.
Adam estaba en todo su derecho de darle cosas a Chris, si lo pensaba era parte de sus responsabilidades y obligaciones, recordó como una vez el mismo Adam se lo había dicho, mientras prácticamente lo acusaba de ser un interesado. «El idiota…»
Quizás por un momento sacudió con más fuerza de la necesaria la cama y almohadas bajo la mirada curiosa de la huésped.
No podía negarse a recibir ayuda solo porque se sentía incómodo y mal, debía pensar en lo mejor para Chris. Hablar con su hijo y pedir su opinión.
Pero, realmente no quería depender de Adam, aunque esa excusa comenzaba a perder fuerza, Adam solo quería el bienestar de Chris, era evidente. Razón por la que lo había dejado con Evan y agradecía eso, profundamente. Cualquier otro en su situación, al conocer lo hecho por el otro Evan y dado lo que parecía le había hecho - drogarlo por error o interés- se habría llevado a su hijo, apartando a alguien como el otro Evan, a él en realidad.
Sospechaba que solo el cariño de Chris hacía él era lo que había llevado a Adam a dejarlo a su lado.
Sin embargo, Adam aún podía cambiar de opinión, también Chris, pero, si fuera Chris quien lo quisiera, quien cambiará de opinión algún día sobre irse con su verdadero padre, Evan lo aceptaría, sin importar cuanto le doliera.
Agotado, Evan salió de la habitación, dirigiéndose hacia la última puerta en el pasillo con un suspiro cansado escapando de sus labios.
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Acostado sobre la cama, Nate miró el techo de la habitación de hotel, una expresión exasperada en su rostro por el tiempo que llevaba esperando.
Luego de meses de trabajo en la empresa por fin había tenido tiempo libre para ir y comprobar a Evan. Tras investigar un poco alrededor de la casa de acogida había logrado dar con su lugar de trabajo, más de un omega en ese lugar se había presentado a entrevistas de trabajo en ese hotel, había sobornado a uno de los empleados y así había descubierto su primo ahora trabajaba como mucamo.
Nate no pudo evitar sonreír divertido, no podía creer el omega mimado y arrogante trabajará como empleado de limpieza en un hotel. Era ridículo y lo hacía sentir increíblemente complacido.
No obstante, también lo hacía sospechar.
Sus padres podrían creer que estaba exagerando, que era conveniente Evan hubiera decidido ya no molestarlos, pero Nate no lo creía así. No iba confiarse, no era tan crédulo como para creer la estúpida excusa de una pérdida de memoria.
Al por fin escuchar un toque en la puerta y la palabra limpieza, Nate mostró una gran sonrisa, dejó la cama y fue directamente a la puerta para abrirla, se cruzó de brazos y apoyó el hombro en el marco mientras su mirada se posaba en su primo, quien vestía un uniforme de empleado color azul, también había un carrito de limpieza a poca distancia detrás de él.
Nate ni si quiera intentó detener su risa.
—Sabes, una parte de mi no creía esto. Digo, Evan Clare trabajando como sirvienta.
La expresión amable del omega se cerró, sus ojos verdes lo miraron con sorpresa.
Sonriendo, enderezó su posición alejándose del marco de la puerta.
—¿Qué haces aquí?
—¿No es obvio? Me hospedo aquí.
Evan negó con la cabeza y se giró para marcharse.
—Levantaré una queja, Evan. Estoy seguro de que puedo hacer que te despidan. Así que lo mejor sería que entres y hagas tu trabajo.
Luego de un momento su primo volvió y entró a la habitación, sus ojos no lo miraron y su cara no mostró nada, lo que lo hizo fruncir el ceño, odió que Evan se viera tan compuesto.
Desde la puerta lo vio comenzar a quitar las sábanas de la cama.
—Eso puede esperar, el baño primero —dijo, esperando obtener alguna reacción ante su demanda humillante.
Evan se detuvo, asintió y dejó las sábanas antes de dirigirse al baño, Nate lo siguió, cuando intentó cerrar la puerta lo detuvo con un golpe de su palma abierta.
—Hay cosas de valor aquí, así que supervisare tu trabajo.
Luego de un momento de silencio Nate sonrió al verlo arrodillarse frente al lavabo para sacar los productos de limpieza.
Lo vio ponerse unos guantes para entonces ponerse de pie y dirigirse a la taza. Evan comenzó a lavarla sin rechistar, su expresión concentrada. A medida que los minutos pasaban su irritación creció, apretó los dientes ante su sereno comportamiento.
—¿Es divertido ser una sirvienta? —dijo, dando un paso dentro del baño.
—Es trabajo.
Ante su fácil respuesta Nate frunció el ceño.
—Vamos, dime cuanto lo odias. Debe de ser difícil para ti, cuando antes con solo pedirlo obtenías todo lo que querías.
Luego de terminar en la calle Evan se había vuelto todavía más inútil, yendo a su casa para molestar a sus padres en busca de dinero, obtenía un poco, se marchaba y después regresaba, así una y otra vez durante casi seis años, no podía creer que ahora de la nada, hubiera cambiado tanto. Evan nunca había hecho nada en su vida. Tenía que ser una especie de truco, un cabeza hueca por primera vez teniendo una idea.
—No lo hago, solo es un trabajo.
Nate lo miró fríamente, encontrándolo cada vez más irritante.
El estúpido omega siempre había sido así, arrogante, demasiado malcriado por sus tíos como para conocer su lugar. Comportándose de forma horrible y pensando nunca recibiría un castigo por eso.
Evan había revelado su verdadera naturaleza tras la aparición de Tristán, revelando cuan retorcido podía ser.
Aquella última vez, antes de que Evan saliera de sus vidas, tras descubrir de primera mano los planes de su primo hacia William e interrumpirlos, había decidido retribuirle a Evan el dolor y daño que le había infligido a Tristán.
Así que encontraba injusto verlo tan en paz ahora.
Pensó en su último encuentro, en el como, por primera vez el omega había mostrado algo más que desprecio hacia su propio hijo, en realidad había ido tan lejos como para intentar protegerlo de él.
A sus ojos, Evan siempre había odiado a ese niño, nunca antes había mostrado una pizca de cariño o preocupación por él, parecía considerarlo más un lastre, las pocas ocasiones que le mostró interés a ese niño fue cuando intentaba convencer a Nate de que su bastardo era de William, queriendo su ayuda para hacérselo saber al otro alfa.
Nate nunca había dicho nada, aunque la idea de dejar a Evan acercarse a William había estado en sus planes, quizás después de que Evan se volviera un prostituto, entonces había pensado en hablar, organizando alguna reunión o encaminándolo hacia el alfa, no solo para ver a Evan humillado, sino también para molestar la perfecta vida de William, pero el riesgo de lastimar a Tristán indirectamente lo había estado deteniendo.
—Y dime, ¿cómo está tu pequeño bastardo?
Evan se detuvo, bajó el cepillo.
—No lo llames así.
Evan por fin pareció reaccionar, mostrando una expresión crispada desde el suelo frente a la taza.
—¿Por qué no? Eso es lo que es. A pesar de lo que digas sé que William no es su padre, dime… ¿Al menos sabes quien es el padre de tu hijo? Aquella noche realmente apestabas.
Nate estaba seguro de que el bastardo de Evan no era de William, luego de que Tristán le pidiera ayuda aquel día, Nate había encerrado a Evan en una habitación y a William en otra.
El omega no respondió.
—Intestaste drogar a William, pero no tuviste éxito… —Nate buscó algún reconocimiento en su mirada, esperaba Evan saltará y revelará mentía exageradamente como siempre solía hacer, pero fue como la última vez que lo había visto, no hubo emoción en su rostro ante la mención del alfa.
Cada vez que Nate lo cuestionaba sobre eso, Evan solía alegar que aquella noche si la había pasado con William, lo cuál era imposible dado que él se había encargado de meter a alguien más en la habitación de William.
Aquella noche seis años atrás, Evan si había logrado drogar a William, pero no solo a él.
Solo Tristán y Nate sabían lo que había ocurrido aquella noche. Pero, Tristan no sabía lo que Nate le había hecho a William en un intento de alejarlos y eso debía continuar así.
Tristán era inocente y Nate aún se sentía culpable por lo que había pasado. A pesar de eso, lo ocurrido esa noche sería un recuerdo que Nate atesoraría el resto de su vida.
Su primo solo lo miró en silencio, Nate apretó sus manos en puños.
—Fuiste tú quien termino drogado. Fuiste tan patético que ni siquiera conseguiste darte cuenta caías en tu propia trampa. Sabes, no me sorprendería hayas estado con más de un alfa al mismo tiempo en aquella fiesta…
La realidad era que tras todo la confusión Nate tampoco sabía quien era el padre del hijo de Evan, pero no era como si importara.
Luego de un momento de silencio, Evan se puso de pie.
—Dime entonces, ¿qué ocurrió esa noche?
Nate descubrió que Evan parecía hablar en serio, pero aún no quería creerlo. Evan no debería escapar tan fácil de sus culpas, no después de todo lo que le había hecho a Tristán. ¿Una perdida de memoria y debería estar libre de castigo? No, Evan debía pagar, sufrir como había hecho sufrir a Tristán. Estos pocos años de verlo humillarse no habían sido suficientes para él.
—Vi a William hace poco… En realidad me preguntó por ti —mintió a medias.
Evan solo lo miró con un ligero rastro de burla.
—No me interesa, Nate.
Nate no podía creer en la pérdida de memoria de Evan, pero aún así resultaba obvio los sentimientos de Evan hacia William no eran los mismos.
Lo odió aún más por eso. Y se negó a creerlo.
—¿Todo ese amor que le profesabas se acabo?
—Si.
Nate se tragó el cómo y en su lugar rió sin humor.
—No puedo creerlo, no puedo creer ahora seas el padre abnegado del año. Apuesto que la próxima vez que lo veas volverás a ser el mismo Evan patético de siempre.
Evan se movió con lentitud para dejar el cepillo y guantes en el lavabo.
—Intentarás hacerlo responsable por tu pequeño bastardo, y el ciclo de humillación comenzará otra vez. Como cuando estábamos en el colegio, mendigando por su amor… —Evan siempre había sido patético alrededor de William, desde que eran niños.
—Correré el riesgo de ser despedido —comentó el omega, lavándose las manos.
Un momento después Evan pasó a su lado y salió del baño.
Molesto, Nate lo siguió.
—Detente, Evan.
Evan lo ignoró y se dirigió a la puerta.
—Detente, omega, ahora —ordenó con un gruñido.
Evan se detuvo abruptamente, un ligero temblor en sus hombros.
Salió al pasillo y sujetó a Evan del cuello, aplicando fuerza sobre el parche allí, un jadeo de dolor escapó de la boca del omega.
Nate sonrió, Evan siempre había sido fácil de someter.
—¿Qué estas haciendo? —gritó con pánico una beta frente a la puerta junto a la suya.
—Piérdete —masculló, intentando arrastrar a Evan al interior de su habitación.
Gruñó sorprendido cuando Evan se sacudió y arañó su mano, pero no lo soltó, solo aplicó más presión, queriendo ponerlo de rodillas y enseñarle su lugar. Fue sorprendido cuando Evan solo luchó con más fuerza provocando al fin que Nate lo soltara.
—Llamaré a seguridad —dijo la beta, acercándose para jalar a Evan a su lado.
Nate apretó los dientes molesto y con un poco de satisfacción vio a Evan temblar mientras la beta lo llevaba a su habitación.
No se preocupó por la amenaza de la mujer y solo volvió a su propia habitación, después de todo solo estaba dándole una lección a un omega irrespetuoso, seguramente la gerencia lo dejaría pasar. Ya habría tiempo para tratar con Evan más adelante, por ahora, conseguiría que lo despidieran y después, quizás sería tan amable como para ayudarlo conseguir trabajo otra vez.
O tal vez por fin le daría lo que quería y haría posible ese encuentro con William por el que tanto le había rogado.