Una de las razones por las que Evan había decidido invitar a Adam Grayson a su departamento era que realmente no quería ser visto con el hombre en ningún lugar muy público, sabía era un pensamiento un poco paranoico, pero una parte de él aún temía que al relacionarse con el villano de la novela eso de alguna forma atraería a otros personajes principales. Personas como los protagonistas u otros que también tuvieran algún rencor contra Evan Clare, o el mismo Adam Grayson y se viera implicado solo por asociación, poniendo a Chris en una mala situación, o peor aún, en peligro.
También quería demostrar podía cuidar de Chris, que ahora Chris estaba siendo cuidado y así sería siempre mientras Evan estuviera con él.
Pero sobre todo, quería que Chris se sintiera tranquilo dado hablaría por primera vez con su padre a pesar de sentirse receloso.
A Evan aún le sorprendía hubiera aceptado, solo suponía la curiosidad que el niño sentía por el otro hombre era comparable a su desconfianza, después de todo había usado sin permiso la computadora del señor Cheng para investigar al otro.
—¿Chris? ¿Terminaste de cambiarte? —preguntó en voz alta, mientras alejaba el sartén del fuego.
El intento de lasaña de Evan era el plato favorito de Chris, así que había decidido hacerlo para la comida, queriendo hacer sentir al niño lo más cómodo que pudiera dado sabía la conversación que los esperaba podría ser todo menos relajada, al mismo tiempo quería contentar a Chris un poco, a pesar de haber aceptado el niño no estaba muy feliz.
Chris llegó a la cocina, usando un suéter gris y pantalones caramelo, sus zapatitos café bien lustrados, junto con su reloj en la muñeca izquierda se veía como un niño intentado jugar a ser un adulto.
—Te ves tan lindo —halagó Evan.
Las mejillas del niño se tiñeron de rosa y se cruzó de brazos. Unos momentos después se acercó a Evan, su ceño fruncido desvaneciéndose mientras miraba hacia la estufa y olía la comida.
—¿Hiciste lasaña?
Se guardó para si una sonrisa divertida.
—Así es.
—… No le des a él.
—No seas egoísta, Chris. Si quiere le daremos, si no…
—Él se lo pierde —completó.
Aceptó lo dicho sintiéndose entretenido.
No mucho después hubo un toque en la puerta, tras un breve momento de vacilación donde se preguntaba si estaba haciendo lo correcto, Evan se acercó a la puerta para ver por la mirilla, miró sobre su hombro a Chris para hacerle saber quien esperaban había llegado, tras un simple asentimiento de Chris, procedió a abrir.
Luego de un saludo, Adam Grayson entró al pequeño departamento, sus ojos azul humo inescrutables recorriendo el lugar, entonces su mirada cayó sobre Chris, quien lo observaba de pie junto a la mesa. El hombre rubio sostenía una bolsa de regalo roja, luego de entregarle a Evan su abrigo negro se acercó a Chris para tenderle la bolsa.
—Me alegra volver a verte, Christian, te traje un obsequio.
Chris sólo miró la bolsa con desconfianza, Evan se aclaró la garganta.
—Gracias —Chris tomó el obsequio a regañadientes.
Evan lo vio sacar una caja negra del interior, la imagen de una tableta en la caja. Alzó las cejas ante el costoso regalo.
—¿Una tableta? Él solo tiene cinco años… —Evan no pudo evitar decir, al ver al niño mirando el regalo se detuvo.
Le gustaba pensar había llegado conocer lo suficiente a Chris para saber el regalo le había gustado a pesar de que no le gustaba quien se lo había dado. Decidió no decir nada más sobre el regalo, pero activaría el control parental antes de dejarlo usarla.
—Le será útil en la escuela —respondió el rubio—. ¿Cuál es el nombre de su escuela?
Evan le hizo un gesto al rubio para que se sentara luego de pedirle a Chris guardará su obsequio en la habitación.
—Aún no va a la escuela, planeo pre inscribirlo pronto. ¿Te puedo ofrecer algo de beber?
—Estoy bien, gracias.
Evan asintió y se sentó del otro lado de la mesa.
—¿No lo enviaste al preescolar?
Encontró su mirada, intentado saber si lo que detectaba en su voz era simple interés genuino en su hijo. Parecía que así era.
—No, Chris sabe leer y escribir, aprendió por su cuenta. Además, hará un examen y dependiendo de los resultados podría saltarse un año escolar.
—Eso es sorprendente, pero las habilidades sociales que un niño puede adquirir durante el preescolar son importantes. O eso leí.
Evan asintió, sintiéndose sorprendido, pero apreciando el trasfondo de esa última declaración.
—Lo sé, razón por la que planeo inscribirlo a algunos cursos que lo beneficien social y psicológicamente en los siguientes meses.
Ambos permanecieron en silencio tras eso, afortunada o desafortunadamente, Chris regresó y también tomó asiento a la mesa, obviamente junto a Evan.
La presencia del niño no contribuyó en lo absoluto a que el tenso ambiente se relajara.
Evan aclaró su garganta y luego de incomodos minutos decidió llevar él la conversación, cansado del absoluto y ridículo silencio.
—¿Vives en la ciudad desde hace mucho?
—Unos seis meses. Volví del extranjero.
Evan guardó esa información para analizarla después.
—¿Así que la ciudad S es tu ciudad de origen?
—Si, aunque pase un par de años viviendo en la ciudad M.
Ante la mención de la ciudad M tanto Evan como Chris se tensaron ligeramente.
—¿Cuál es tu trabajo? —preguntó Chris entonces, sorprendiendo a Evan por tomar la Iniciativa.
—Superviso una empresa familiar y administro regalías de algunos productos que ayude a llevar al mercado años atrás… —le dio una larga mirada a Chris como si considerará algo, probablemente el recordar trataba con un niño—, ¿lo entiendes?
Chris entrecerró la mirada como si la pregunta lo ofendiera.
—Por supuesto.
—¿Lo haces? —preguntó Evan, pensando seguramente no lo hacía pero no querría reconocerlo, no ahora por lo menos.
—Lo leí en los libros del señor Cheng —explicó, esquivando su mirada.
Evan ocultó una sonrisa y miró al otro, fingiendo le creía.
—Es quien lo cuida mientras trabajo.
—¿Es de confianza? —preguntó Adam.
—No lo dejaría a su cuidado si no lo fuera, es un omega mayor, padre de una compañera de trabajo, cuida a los hijos de amigos también.
El rubio asintió. El silencio volvió a caer sobre la habitación, suspiró internamente decidido a hablar para hacer surgir la charla otra vez cuando Chris lo sorprendió.
—¿Por qué no había sabido de ti hasta ahora?
Evan y Adam compartieron una tensa mirada.
—Cómo dije antes, estuve fuera del país los últimos tres años y medio. Y…
—Y —continuó Evan con delicadeza dado lo que diría—, Adam no te conocía.
Chris miró entre los dos con algo muy cercano a la sospecha.
—Quieres decir que no sabía de mi existencia.
Evan abrió y cerró la boca, sabiendo ese hecho no era culpa suya y aún así sintiéndose preocupado por como lo tomaría Chris.
—Si, no lo sabía —respondió Adam.
Sin demostrar estaba incómodo, Evan esquivó los ojos azules del mayor y se centro en Chris, quien pareció meditar esa respuesta sin darle una mirada a Evan.
—¿Qué estuviste haciendo estos años? —continuó Chris.
Adam miró a Chris durante un largo momento de consideración antes de responder.
—… Sufrí un accidente, viaje al extranjero para una cirugía y recuperación física.
Evan lo miró sorprendido, lo mismo que Chris.
—¿Qué clase de accidente? —pidió saber Chris.
—Automovilístico, mi pierna derecha se fracturó —contestó con naturalidad.
—Eso suena horrible —se encontró diciendo Evan, recordando el final de Adam en la novela, preguntándose si eso estaba relacionado, no podía darlo por sentado dado las cosas relacionadas a Adam parecían diferentes a lo que recordaba haber leído, porque bueno, él hombre estaba claramente vivo, sentado frente a él—. Es bueno ahora estés bien.
—Gracias.
—… ¿Cuántos años tienes? —preguntó Chris—, ¿Estas casado?
Esas eran preguntas más curiosas y adecuadas para que un niño hiciera, Evan se relajó.
—Cumpliré veintisiete pronto y no, estoy soltero. Tampoco he estado casado.
Chris frunció el ceño, pensativo.
—¿Acaso te gustan los omegas más jóvenes que tú?
Hizo una pequeña mueca, «bueno, no tan adecuadas.»
—Christian —llamó en atención Evan.
Los ojos azul grisáceo del otro brillaron con una pizca de diversión.
—No estoy interesado en tu padre, Christian —le lanzó una fugaz y burlona mirada a Evan, quien lo ignoró con imperceptible irritación.
—Lo estuviste una vez o yo no estaría aquí.
Ambos se miraron fijamente.
Incómodo, Evan se puso de pie para cortar ese tema. Después de todo el origen de Chris era bastante complicado e involucraba cosas que el mismo no sabía, cosas que involucraban un comportamiento egoísta e incorrecto de parte del otro Evan, que de hecho todavía no estaba seguro que problemas le acarrearían. Miró a Adam Grayson, el villano, no pudo evitar pensar que hasta hora parecían ser bastantes.
Tampoco se sintió sorprendido al descubrir Chris sabía sobre eso, él había sido quien le mostrará aquel libro rosa donde se explicaban las castas, probablemente sabía más que Evan sobre las relaciones entre los alfas y omegas.
Aún así... «Necesito estar más atento a lo que lee», pensó recriminandose.
—Serviré la comida. Adam, ¿te gusta la lasaña?
—Si —respondió, sin dejar de sostener la mirada de Chris, en lo que Evan solo pudo deducir era un extraño duelo que el rubio solo seguía por diversión al molestar a Chris.
—La lasaña es la comida favorita de Chris —comentó, distrayéndolos a ambos.
Luego de servir y sentarse, Adam fue quien retomó la conversación.
—¿Cuándo es tu cumpleaños?
—Dos de junio.
Adam se detuvo y tan solo lo miró.
—¿Qué pasa? —preguntó Evan, curioso.
—Mi madre omega también cumplía años ese día.
—Que coincidencia —comentó, pensando en como realmente en la novela no había una verdadera mención de la familia de Grayson.
A pesar de ser el villano la información del otro solo era una presentación general, dejando claro el carácter, dando detalles suficientes para saber que tipo de personaje sería y la razón detrás de su comportamiento, todo desde escrito desde el punto de vista del protagonista.
—¿Cumplía? —preguntó Chris, notando implicación al igual que Evan.
—Falleció.
Chris solo parpadeo antes de mirar al otro con seriedad.
—Lo siento.
—Lamento escucharlo —agregó también Evan. El aroma de la tristeza llegando hasta él, haciéndole saber cuanto parecía lamentar el rubio esa perdida para que se revelará así.
—A ella le hubiera gustado conocerte —comentó Adam, bajando la mirada.
Chris lo estudió largamente, su pequeño rostro en conflicto, Evan detectó el asombro y confusión allí.
—¿Cuál era su nombre? —intervino Evan, dándole a Chris tiempo para lidiar con lo que sentía tras la sincera declaración.
—Rose.
—Un bonito nombre —comentó, la melancolía en los ojos tan parecidos a los de Chris fue lo que lo había llevado a hablar.
Chris solo asintió, aún estudiando con atenciones al rubio, como si quisiera asegurarse lo que veía era verdad.
Adam aclaró su garganta y Evan continuó fingiendo no percibía su tristeza. Una parte de él no pudo evitar preguntarse si eso era un acto deliberado.
—¿Te gustaría un poco más? —Hizo un ademán a su plato.
—Si, gracias.
—¿Tienes más familia? —preguntó Evan, mientras se ponía de pie y se acercaba a la estufa, recordando al hombre que había hablado en la conferencia poco después entrará a trabajar al hotel.
—Mucha, tíos, tías, primos y primas… Mi madre alfa.
—¿Cómo es tu madre alfa? —Tras hacer la pregunta, Chris pareció arrepentirse de haberla hecho, apartando la mirada.
—Severa.
Ante la respuesta Evan alzó una ceja y regresó a la mesa.
—¿Querrá conocer a Chris? —preguntó cuando el pensamiento llegó repentinamente.
Adam tardo un momento en contestar.
—Si, mi familia querrá conocerlo… pero todo depende de si Chris quiere conocerlos.
Un incómodo Chris no dijo nada, solo se concentró en su comida.
—Lo veremos después —dijo Evan, sintiéndose satisfecho por la respuesta en beneficio de Chris, también eligió no pensar en lo que podía conllevar eso.