Capítulo 12: Determinación

—¿Has visto antes a ese hombre?

Chris parpadeo saliendo de su cavilación, alzó la mirada y negó con la cabeza al ver la incertidumbre en los ojos verdes.

—Nunca he visto a ese hombre en mi vida.

Era verdad, Chris jamás había visto a aquel alfa, sin embargo, su apariencia lo había sacudido, porque a la edad de quince años Chris tendría un gran parecido a ese hombre. «¿Podría ser…?», negó internamente, un vistazo no era suficiente para averiguar eso, y sobre todo, no importaba. No planeaba tener ninguna relación con nadie del pasado de su padre, ni siquiera quería pensar en quien podría ser su padre alfa.

Durante sus quince años de vida Chris había creído saber quien era su padre alfa. El antiguo Evan había llenado su cabeza de ideas, le había contado sus sueños y deseos en medio de llanto, drogas y alcohol, había expuesto su obsesión en cada oportunidad que podía, cuando no había estado arruinando su vida, había estado hablando de ese alfa, aquel alfa era la pareja del hombre responsable de su muerte.

Chris odiaba a ese omega tanto como odiaba a ese alfa. Odiaba su padre hubiera intentado una y otra vez ponerse en contacto con ese hombre usándolo, odiaba la mirada de repulsión y rechazó que ese alfa le había mostrado cuando era un niño. Odiaba la forma en que su padre se había humillado solo por un poco de atención de ese alfa, Chris odiaba que en su inmadurez había ido a buscarlo tras la muerte de su padre esperando arruinar su vida. Chris odiaba haber creído en las palabras de su padre.

La imagen de su padre tirado en el suelo de una sucia habitación vino a su mente, ojos verdes abiertos sin un rastro de vida y una aguja clavada en uno de sus brazos. Luchó por alejar ese doloroso recuerdo y fijo sus ojos en Evan, encontrándolo a su lado, sano y vivo, claramente preocupado solo por una pequeña muestra de comportamiento anormal de su parte.

Encontrarse con ese hombre le hizo darse cuenta de cuan poco le importaba averiguar la identidad de la otra parte, también le importaba poco pudiera aparecer, Chris no dejaría que ningún alfa se acercará al hombre frente a él.

No podía permitir que Evan se volviera alguien tan patético como su padre debido a un alfa.

—¿Seguro?

—¿Ese hombre era un alfa?

—… ¿Cómo lo sabes?

No necesitaba olerlo para conocer su casta, todo en ese hombre había gritado alfa.

—No me gustan los alfas —contestó, ignorando una vez más su pregunta—. No te acerques nunca a ninguno.

—Chris… —En su voz había un toque más intenso de preocupación y desconcierto.

—Por favor —susurró, manteniendo la mirada de los suaves ojos verdes—, prometelo.

El omega acarició su mejilla, un gesto reconfortante que le hizo sentir su ternura y cariño.

—No lo haré. Lo prometo.

A Chris le resultó imposible no apoyarse en su toque e intentar captar su aroma. Segundos después, tomó su mano para continuar su camino, queriendo alejarse de ese lugar para no repetir el encuentro con ese hombre.

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Francis sonrió un poco impotente cuando una de sus hijas se acercó con su cabello completamente desordenado.

—Ari, ¿qué te dije de soltarte el cabello?

—Lo siento…

Besó su frente y procedió a juntar los incontrolables rizos oscuros en una coleta sobre su cabeza.

—Ya esta, vuelve a jugar, cariño.

—Gracias, papi.

Francis puso la mejilla para que su hija lo besara y frotara su mejilla. La vio volver al grupo, entonces observó a Evan.

—¿Estas bien? —preguntó— Pareces preocupado, ¿es por la búsqueda de trabajo?

Evan parpadeo al escuchar su voz, salió de su contemplación y asintió en su dirección. Ambos estaban sentados en una banca dentro de un parque público. Lo vio llevar la mirada al área de juegos donde los niños estaban, vigilados por Matt y Elena, centró su mirada en sus dos pequeñas.

—Si.

Francis intuyo eso era una media verdad, se preguntó si se relacionaba con lo que sabía.

—Una de las chicas de recepción me comentó que había alguien preguntando por ti, Evan.

El omega se tenso visiblemente.

—No dieron ninguna información, pero… si tienes problemas que puedan seguirte es mejor lo comentes con seguridad, no quisiera te echaran.

—Yo…

—No serás el primero con una expareja a la que no le ha quedado claro las cosas se terminaron —dijo el ejemplo con tono tranquilo, queriendo hacerle saber no buscaba información ni tampoco lo juzgaba.

Evan no respondió ni lo miró.

—Solo quería hacértelo saber, probablemente alguien te llame mañana para comentarlo.

Siguió la mirada de Evan hasta Chris y no pudo evitar pensar en el cambio sutil que había habido en el niño, ahora el niño parecía más serio, hasta un poco frío, pero el mismo Evan tenía una personalidad parecida, sin embargo en el omega era más una seriedad amable, dulce solo para su hijo. Evan era alguien reservado y muchas veces parecía perdido, Francis se había sentido exactamente igual luego de divorciarse, sintiendo como si él peso del mundo estuviera sobre sus hombros.

Ahora, el pensar en su divorcio solo le trajo un sentimiento agridulce, el alfa que había amado, su pareja de años lo había alejado de un día para otro, un viaje a otra ciudad y su matrimonio feliz había terminado, había cambiado por completo luego de conocer a otro omega, un chico que lo usaba, pero Eliot nunca pareció darse cuenta, como si estuviera cegado. Habían caído en bancarrota por culpa de ese chico, su ex esposo había entregado todo lo que tenía solo porque aquel omega se lo había pedido.

Divorciado, con un vínculo de pareja roto y llevando a sus hijas con todo lo que poseía cabiendo en una maleta, Francis había estado por su cuenta, ahora años después, todavía estaba por su cuenta, pero no solo, nunca solo.

Atrapó el beso que una de sus gemelas le envío y contento las vio reír, su dulce risa ahuyento esos recuerdos, ya no tenía caso preguntarse una y otra vez sobre que era lo que había pasado. Francis había dejado esa parte de su vida atrás y nunca quería volver a ella.

—Traté que Matt, Elena y tú entrarán a trabajar al restaurante… No tuve suerte.

Las palabras del director del hotel sobre que demasiados omegas volverían el lugar de trabajo un lugar caótico lo hizo sonreír sin humor.

Entonces pensó en la disculpa de su jefa, una simple gerente que había puesto en riesgo su trabajo solo para contratarlo, que se había disculpado cuando ella no había sido más que amable, queriendo darle una oportunidad de trabajo a un omega como se lo daría a cualquier beta o alfa, su sonrisa se volvió real.

—… No me conoces, Francis.

—Ni tu a mi. A ninguno de nosotros y aún así aquí estamos —asintió a su otra hija, Alex, cuando esta lo llamó—. Sé cuan difícil es. No quería que fueras otro omega que no puede conseguir trabajo.

—Gracias. —Evan mantenía la mirada sobre los niños, sobre Chris, segundos después lo miró, sus ojos verdes rebosantes de gratitud—. Gracias por intentarlo.

Evan, Matt y Elena le recordaban su situación, cada uno a su manera, pero sobre todo, él se identificaba con su determinación, la determinación de no dejarse vencer, de no rendirse y salir adelante.

—Vamos y dejemos a Elena y Matt descansar.

Francis miró a sus hijas reír y jugar, al igual que años atrás, su determinación seguía intacta.