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27 de septiembre de 2022.

"Aeropuerto Internacional de Incheon"

Decía el cartel. Me detuve a mirar uno de los mapas del lugar en medio del bullicio de la gente. Viajeros de todas partes del mundo caminaban por aquellos blancos pasillos en busca de lo que sea que estuviesen buscando.

- ¿Hacia dónde tengo que ir? Hmm, ¿por aquí? No, no, no. Creo que nunca en mi vida me he sentido tan perdido… -

Saqué de mi bolsillo un pañuelo ensangrentado, lo mojé con la lengua y procuré que la herida de mi ceja ya no sangrase. Rápidamente lo volví a guardar y seguí inspeccionando el mapa. Esta vez señalando diferentes iconos de colores con el dedo.

- A ver. Yo estoy aquí. Esto. ¿Esto es la salida? A ver, estoy seguro de que estos son los baños. Hmm. No sé. No entiendo este idioma… ¿Esto es la zona de taxis? Dios mío, quizás todo esto ha sido muy precipitado. –

El resto de los viajeros caminaban tranquilamente por el aeropuerto mientras sonaban por megafonía de vez en cuando las notificaciones de los otros vuelos en el idioma local. Yo seguía intentando descifrar aquel mapa.

El Aeropuerto Internacional de Incheon era un lugar enorme. Nunca había visto una construcción de esas dimensiones. Los pasillos eran infinitos, y las zonas comerciales constaban de numerosos pisos. Había un millar de cintas mecánicas y de escaleras que parecían recorrer kilómetros sin conseguir llevarme a algún sitio que encontrase coherente.

- ¡Venga va! Que el ánimo no decaiga. ¿Y si simplemente sigo al resto de gente? Seguro que ellos también se dirigen a la salida, no creo que se queden a dormir aquí… ¡Decidido! Veamos hasta dónde llegamos siguiendo a la multitud. –

Decidí que mi mayor aliado aquí era seguir a las masas. Así que eso mismo hice, anduve entre la gente mientras iba prestando atención los distintos carteles.

Tras unos minutos caminando entre tiendas y enormes ventanales, al fin llegué a la zona principal del aeropuerto. La cual estaba llena de vegetación y de negocios, diseñada con una arquitectura moderna y limpia. Todo estaba bien iluminado y no se sentía nada saturado.

- Maquillaje, perfume, comida, perfume. ¿Ropa? Comida, bebida, maquillaje. –

Seguí caminando durante un largo rato, aquel aeropuerto parecía ser interminable.

- Siento que estoy caminando en círculos. –

Bostecé.

- Tengo mucho sueño. Los aviones son lugares muy incómodos para dormir. ¿No debería haber venido alguien a buscarme? Hubiese sido todo un detalle por parte de ese dios enviarme, mínimo, la dirección y dinero para el taxi… O por parte del Vigilante, aunque él no tiene pinta de tener dinero… -

Pese a todos los inconvenientes, diez metros después, al girar la esquina, recuperé el espíritu y volví a armarme de esperanzas. Ante mí estaba aquello que anduve buscando durante tanto tiempo: El cartel de la salida, "Bus/Taxi Exit".

- ¡No me puedo creer lo que están viendo mis ojos! ¿Será un oasis fruto del cansancio, o estará allí de verdad? –

Aceleré el paso para llegar lo antes posible a la salida. Ya que mi equipaje era inexistente, podía moverme con facilidad entre la gente.

Conseguí salir del aeropuerto y plantarme en la terminal de autobuses. Todo el mundo a mi alrededor se iba montando en alguno de aquellos transportes. La mayoría tenían como destino la ciudad de Seúl, pero también había otros, en cambio, que te llevaban a Gyeong-gi u otras ciudades locales.

El reloj de la terminal marcaba las "2:30". Pese a estar en plena madrugada, me llamó la atención la cantidad enorme de vehículos y de tráfico que había a estas horas.

- ¿Qué hago? ¿Debería montarme en alguno de estos buses? ¿Cojo un taxi? ¿Y si no consigo comunicarme con el taxista? ¿A dónde le digo que me lleve? No tengo ninguna dirección… Esto es un desastre. –

Me quedé allí plantando, mirando en todas las direcciones, en busca de una solución.

- Si no me equivoco, este aeropuerto ni siquiera está cerca de Seúl, está, más bien, en una isla… Puede que lo primero que deba hacer sea buscar la forma de llegar a la ciudad y ya allí buscar a ese dios… Me pregunto si podré pagar el transporte a la ciudad con euros… Hmm… -

Estaba encontrando demasiadas fallas en ese plan, y en demasiado poco tiempo.

- Hay bastantes buses, la cola llega bastante lejos, aún tengo tiempo para tomar una decisión… ¡Espera, un momento! ¡¿Esa es?! –

Todo pasó muy deprisa, pero al fin pude localizarla. No pude contener la emoción de volver a verla, de cierta forma, ella era la única persona que, hasta el momento, de verdad me había tratado bien. No podía esperar a preguntarle por su estado.

Estaba de espaldas, a lo lejos en la terminal de los taxis. Pese a no poder verla de frente, verla cargando con la funda de un gran instrumento de cuerda era la única prueba que necesitaba.

Al verla, corrí emocionado a saludarla. Parecía estar hablando por teléfono. Su estatura, forma y piernas eran inconfundibles.

- ¡No me puedo creer que de verdad esté aquí! Tengo que contarle lo que pasó al final con el Pastor y el Vigilante, seguro que se alegra de que ese loco fuese derrotado. ¡Eoo! ¡Hola! –

La llamaba, pero esta parecía estar ocupada con una llamada telefónica. Vestía una falda azul marino y una sudadera.

Tras mi moderada carrera, conseguí plantarme al fin a su espalda. Cada vez estaba más seguro de que aquella era la chica que conocí hace poco más de veinticuatro horas.

- ¡Al fin te encuentro! No tienes ni idea de lo cansado que estoy, me ha costado bastante llegar hasta aquí… Pero tengo buenas noticias. –

La chica se despidió, colgó el teléfono y se giró para prestarme atención.

- ¿Huh? –

- Tú debes de ser Asher Percedal. Has tardado tanto que creí que no ibas a venir. Justo iba a decirle a mi señor que al final no aparecerías. Hmm, ¿todo bien? –

- Tú no eres… -

Mi rostro no pudo ocultar mi sorpresa. La chica que había ante mí no era la que me había imaginado.

De cierto modo, ambas chicas eran bastante parecidas la una a la otra: Eran de la misma estatura y complexión física, y también se podían apreciar rasgos faciales muy parecidos, como la forma de los ojos. Las mayores diferencias entre ambas eran que esta tenía el cabello más corto y unos ojos color zafiro que te atrapaban tan solo con mirarte fijamente.

- ¿Qué pasa? ¿Hay algún inconveniente? No me digas que te ha seguido alguien, o que necesitas ir al servicio. –

Por otro lado, su tono y gestos no tenían nada que ver con los de la chica de la espada. Esta parecía ser mucho más reservada y calculadora. También era más educada y mantenía una actitud completamente distinta a la de la otra chica, tratando de mantener siempre una postura correcta y práctica, y sin dejarse llevar por la conversación.

- ¿N-nos conocemos? –

- No. No nos conocemos. Debes haberme confundido, pues sí que conoces a mi hermana. –

* Así que esta chica es su hermana… Ya decía yo que se parecían bastante. *

- Ah, sí, la chica de la espada… Y-ya veo. Entonces, ¿tú has venido a recogerme? –

La chica miró la hora en su móvil. No parecía muy interesada en mi pregunta.

- Veo que careces de toda formalidad. Bueno, es justo lo que se esperaba de ti primero llegas tarde y luego te pones a hacer preguntas sin parar. –

- ¿Qué? –

- No importa. Obviaremos las formalidades por el momento ya que son altas horas de la madrugada. Ven, sígueme. Seguiremos esta charla en el coche. –

- ¡¿En el coche?! –

- Cierra la boca y sígueme. Este no es lugar para hacer preguntas. –

- … -

Sin otra opción más conveniente en el horizonte, no tuve más remedio que seguir hasta su coche a aquella chica.

* No sé si fiarme de la primera desconocida que me ordena subirme a su coche, pero bueno, es obvio que esta chica es la hermana gemela de aquella que creí que me recogería, y que no tengo otro sitio mejor al que ir... Llegados a este punto y después de todo lo que he visto, sería estúpido no fiarme de ella y sí haberlo hecho de gente tan extraña como el Vigilante, quien daba mucho más miedo… *

Juntos, la chica de pelo corto y ojos azules, y yo caminamos hasta el aparcamiento del aeropuerto. Para mi sorpresa, no nos hizo falta entrar.

La chica sacó de su bolsillo las llaves del coche y abrió un moderno todoterreno negro que estaba aparcado en medio de la acera. Este hizo un pequeño sonido y encendió sus luces en medio de la noche, alumbrando por unos instantes la vaya de su lado y la hierba sobre la que estaba aparcado.

* ¿Enserio ha aparcado en la acera? El aparcamiento está a diez metros, o menos… *

- Vamos, no perdamos el tiempo. Me gustaría poder volver a casa y así seguir cuidando de mi hermana. –

- Veo que has decidido ahorrarte el dinero del aparcamiento, aunque así no te ahorrarás el de la multa… Hehehe. –

La chica abrió la puerta del copiloto y colocó su funda. Esta era más grande que la funda de guitarra de su hermana, por sus dimensiones, más bien parecía ser la de un violoncello.

- Sube. Tú vas detrás, y a la derecha, donde te pueda ver. –

- Supongo que es importante tener las armas siempre a mano… –

Ya chica se detuvo antes de subir al todoterreno y me echó una mirada asesina.

- ¿Cómo sabes tú eso? –

- ¿Huh? ¿El qué? –

- Lo de la funda que he colocado en el asiento de copiloto. -

- ¿Que eso no es un instrumento musical? –

- Eso mismo… –

- Ehem. Verás, parece que nadie te ha contado que hace un par de noches, yo mismo ayudé a tu hermana a vencer en un duro enfrentamiento contra una midestia enorme. Era aterradora, pero gracias al poder del trabajo en equipo, conseguimos ganar. –

Traté de sonar como un intrépido guerrero. La chica me miró fijamente, como si tratase de recordar algo.

- Hmm. Ahora que lo mencionas, es verdad. Aquella batalla en la que, debido a que no eras más que un lastre, mi hermana casi acaba muriendo. La recuerdo. –

- … -

* Qué cruel. *

- Sí. Esa. Perdóname… -

- No importa. Sube al coche y vayamos a casa. –

- Sí. ¿A partir de ahora viviremos juntos? –

- Si me agradase la idea ya te lo hubiese comentado antes. -

Subí al coche por la parte derecha, así podía ver a la chica mientras conducía y viceversa. Ella apretó el botón de "Start" del salpicadero y todo el interior del coche se encendió.

- Qué moderno. -

Asientos de piel, luces estilosas y una pantalla gigante. No cabía ni la menor duda de que se trataba de un coche de gama alta. No esperaba menos del coche de un dios.

- Una vez más, quería pedirte disculpas por lo que le ocurrió a tu hermana cuando vino a buscarme. -

- No te preocupes, es parte de nuestro trabajo. Además, mi hermana y yo ya sabíamos lo inútil que resultarías en combate. A día de hoy aún no entendemos por qué nuestro señor iba a estar interesado en conocerte. ¿A no ser que guardes algún secreto? –

- Hehe. B-bueno, digamos que tengo unas condiciones especiales que me hacen proporcionar ayuda única… -

- Si tú lo dices. Espero que ya te hayas puesto el cinturón. La seguridad es lo primero, Asher Percedal. –

- Huh, sí, sí. Ya está. –

Me abroché el cinturón lo más rápido que pude. La chica no respondió. Solo me juzgó con la mirada a través del retrovisor.

Tras eso, la chica miró al frente y el coche comenzó a moverse.

Era un coche eléctrico. Y así, en silencio los tres: Chica, coche y un servidor; comenzamos nuestro camino hacia la gran metrópolis de Seúl.

Por un largo rato, surcamos la noche en absoluto silencio. Me resultaba un poco extraño el poder escuchar mi propia respiración más fuerte que todo el sonido producido por aquel todoterreno. El cual, cada momento que pasaba me parecía que más que un coche, era una limusina alta y corta.

Más tarde, nos encontrábamos recorriendo un puente bastante largo en, prácticamente, línea recta. Este conectaba la isla del aeropuerto con la península, y con la ciudad. Yo miraba somnoliento el mar a mi derecha. A mi izquierda estaban el resto de los carriles que iban en dirección contraria.

* Tengo bastante sueño. Este coche es todo un lujo… *

El camino era muy tranquilo. Farola, tras farola, tras farola. Era una sensación hipnótica que me acariciaba y me invitaba a dormirme en estas horas de la madrugada.

- Y dime, Asher, ¿ha sido un vuelo muy largo? –

Las palabras de la chica evitaron que me durmiese, pero no evitó que siguiese apoyando la cabeza en la ventanilla.

- Sí. No sé exactamente cuánto, pero estoy seguro de que han sido unas quince horas por lo menos. –

Bostecé.

- Dicen que depende de temas de corrientes de viento o algo así… -

- No te recomiendo que te duermas. Será mejor si tú mismo echas un primer vistazo a la ciudad antes de acostarte. Al fin y al cabo, esta ciudad es tu nueva casa. –

- Tienes razón… -

- Igualmente, dentro de poco abrirás los ojos. –

- ¿Ah sí? ¿En serio? ¿Por qué? –

- Ya debe quedar poco. Si esperas un poco la verás. –

- Dime tú una cosa. ¿cuántos años tenéis tu hermana y tú? ¿Nacisteis a la vez? Como, ¿gemelas? –

- Esa es una pregunta de muy mal gusto para hacerle una chica. ¿No te parece? –

- Bueno… -

* Creo que me voy a dormir antes de llegar. Aquí se está muy a gusto. Siento que estoy viajando en primera clase… *

- Al menos, ¿puedes decirme tu nombre? Si es que tienes, claro. Porque no sé cuál es la razón, pero últimamente, parece que nadie tiene uno. –

- Lanza. Llámame Lanza. –

* Qué nombre tan extraño. *

- Lanza… ¿Como el arma? ¿Como una lanza? –

- Si. Lanza, como una lanza. –

- Qué nombre tan curioso. Nunca había conocido a nadie que se llamase así. –

- Todo objeto tiene de nombre lo que es. Los arcos son arcos, las dagas son dagas, las espadas… -

- … -

No entendí muy bien a qué se refería. El cansancio acumulado que tenía tampoco me permitía darles muchas vueltas a las cosas.

* Bueno... *

- En fin. Encantado, Lanza. Yo me llamo Asher, pero eso tú ya lo sabes. –

De pronto algo me golpeó. Una extraña esencia me golpeó directamente al pecho.

- ¡¿Qué?! –

Sentí que el cristal de mi pecho fuese a explotar o a salirse del sitio. Como si hubiese sido golpeado por un martillazo.

Pronto reconocí ese sensación. No era un calambre por culpa del Maná como me había explicado el Vigilante. Aquella sensación que agitaba mis entrañas era más parecida a la sensación que sentí cuando nos atacó el Pastor del Midén por primera vez.

Sentí que, por unos instantes, no hubiese oxígeno dentro del vehículo, y yo no tenía sitio al que huir.

- ¡Qué mal! –

- Tú también lo has sentido. –

- ¡¿Qué ha sido eso?! –

- No te preocupes. No hay ningún peligro. Eso que has sentido es la bienvenida de la ciudad a quien osa acercarse. Esta cuidad está llena de una energía que debería estar prohibida… -

- Creí que me iba a ahogar. –

* Esa sensación… Por un momento he tenido flashbacks de la pelea contra el Pastor. Ese poder… No me digas que también hay seres parecidos en esta ciudad… *

- Asher. Si creías que venías a esta ciudad para descansar, siento informarte de que es justo lo contrario. En esta misma ciudad se está librando la batalla que determinará el futuro de este mundo. –

Fui contagiado por la seriedad de Lanza.

- Si de verdad es tan importante esa batalla, ¿por qué no he oído nunca hablar nada al respecto? –

- Estoy segura de que sí que lo has hecho. Pese a que el gobierno del país y las empresas tratan de no alarmar al mundo entero, estoy seguro de que habrás oído hablar de lo que ocurrió en esta ciudad el pasado día diez de septiembre. –

- … -

* Diez de septiembre… Sí que me suena haber escuchado algo al respecto en las noticias… *

- ¿Y bien? -

- Creo que sé a lo que te refieres. Si me estás hablando de lo ocurrido en aquel rascacielos, en las noticias insisten todos los días en que fue un mero accidente…. No me digas, que se trata de un ataque terrorista. –

- No. Mucho peor. Aquel evento es la punta del iceberg bajo el cual se oculta la verdadera batalla. –

* No sé muy bien a qué clase de batalla se refiere. Creo que mañana debería hacer un esfuerzo e informarme al respecto. La punta del iceberg, osea, que aquella explosión, fue tan solo el principio… *

La chica y yo no conversamos mucho más al respecto. Antes de que me diese cuenta, ya estábamos recorriendo calles iluminadas repletas de altos edificios y de toda clase de negocios.

El tráfico aquí era más evidente que en el puente, pese a las avanzadas horas de la noche.

- Oye Lanza, la gente parece muy tranquila pese a estar librándose esa batalla de la que me has hablado, ¿no? –

- Esto no afecta a las personas normales. No es el tipo de batalla que se libra bajo las luces de la ciudad, donde todo el mundo pueda verla. Esto es más complejo, y algo bastante más duro que eso. –

- Ok. Osea… –

- Osea, que el enemigo está oculto a los focos. Este actúa desde las sombras sin ningún tipo de escrúpulos. Como si se tratase de un Mifler. –

- ¿Un, Mifler? –

- Una familia de Midestia. Son sigilosos y letales. –

- Ya veo… Y, ¿hay de esos aquí también? –

- No lo sé, este también es un terreno nuevo para mí. Lo mejor que podemos hacer es avanzar siempre con cautela. -

Dedicamos un buen rato en el coche recorriendo las calles de la ciudad. Esos carteles y luces camelaban mi mirada. No pude evitar sentirme impresionado.

Miraba los altos edificios de la ciudad como un niño que visita un parque de atracciones por primera vez.

En medio de todos aquellos edificios, Lanza detuvo el coche. Yo volví de pleno a la realidad.

- Venga. Baja del coche que ya hemos llegado. –

Me desabroché el cinturón y salí del coche. Para cuando lo hice, Lanza ya había sacado su arma del coche, cerrado ambas puertas y ya cruzaba la calle.

- Y-ya voy. –

El todoterreno se quedó aparcado en medio de la calle. Corrí para caminar al lado de la joven que había venido a recogerme. Mientras, ella se giraba una última vez, llave en mano, para cerrar el todoterreno, el cual, hizo ese sonido de nuevo para indicar que las puertas estaban bloqueadas.

- Una pregunta, Lanza. Si es un coche eléctrico, ¿no deberías ponerlo a cargar para mañana? –

- No es necesario. Apenas hemos recorrido sesenta kilómetros. La autonomía de ese coche es de tres veces más, te hablo de unos ciento ochenta, o incluso doscientos kilómetros de autonomía. Tenemos batería de sobra. –

- Si tú lo dices… Y, ¿cuánto queda para llegar? –

Le pregunté mientras caminábamos y yo me entretenía observando esos enormes edificios con obvios aires de somnolencia.

- Poco. –

- ¿Cuánto es poco? -

Lanza se detuvo.

- Sígueme. –

- Huh. –

Giró en una esquina y se adentró en una calle secundaria. Esta era mucho más estrecha que la calle que dejábamos atrás.

* Esto no me da muy buena espina. ¿Dónde me está llevando? *

Anduvimos unos cuantos metros por esta otra calle. Estaba oscuro, dos inmensas paredes se alzaban a cada uno de nuestros lados.

- Oye, Lanza. Creo que tengo otra duda… -

- Silencio. Ya hemos llegado. –

- Ya hemos… -

Lanza se detuvo justo enfrente de una gran casa que estaba incrustada entre dos altos edificios en medio de ese callejón. La casa tenía cuatro pisos contando la entrada y esta, al igual que los balcones, estaba decorada con adornos arquitectónicos típicos de la tradición coreana.

- Esta es tu nueva casa. Procura no hacer ruido cuando entres, el resto de los inquilinos estarán descansando. –

- No me lo imaginaba así… -

- Te voy a dar indicaciones antes de que entremos. En el piso de abajo está la cocina. En el primer piso, las habitaciones en las que dormimos mi hermana y yo. Procura no acercarte. –

Asentí nervioso.

- En el segundo piso, hay dos habitaciones más. Una de ellas ya está lista para ti, ya me he tomado la molestia de que tengas sábanas limpias y no haya polvo. También hay un baño en ese piso, puedes usarlo a tu gusto. Y, arriba del todo, es donde descansa mi señor. Pase lo que pase, no te atrevas a subir y a molestarlo. –

- E-está bien… -

* ¿Qué clase de dios será? Ahora, con todo tan oscuro, me da un poco de miedo. *

- Eso es todo. Igualmente, mañana por la mañana podrás darte una vuelta por la casa con más calma. De momento, te recomiendo que descanses. –

- Vale. –

Lanza y yo atravesamos la entrada de la casa, la cual nos recibió con un negro prácticamente absoluto.

Lanza me acompañó a mi habitación para procurar que no hiciese ruido ni me equivocase. Durante el camino no pude observar nada de la casa.

Subimos las escaleras completamente a oscuras, pero conseguimos llegar sin ningún problema. Lanza abrió la puerta de mi habitación y encendió la luz de una pequeña lámpara que había al lado de mi cama.

Justo como ella me había dicho. La cama estaba recién hecha y todo estaba muy bien ordenado.

- Esta es tu habitación. Mañana deberías aprovechar para comprarte algo de ropa, ya que has venido sin equipaje. Procura no levantarte demasiado tarde, aunque eso ya es problema tuyo. –

- Gracias por todo, Lanza. –

Lanza se apoyó en mi puerta y bostezó profundamente. Sonreí al verla así.

* Para dedicarse a matar monstruos como su hermana, es muy adorable cuando bosteza… *

- D-discúlpeme. Ya me voy. Buenas noches, Asher. Espero que descanse. –

- Buenas noches. –

Tras eso, la chica se fue, cerrando mi puerta en el proceso.

- Bueno, parece que estoy solo de nuevo. –

Murmuré. Después, dediqué unos instantes a observar mi habitación.

No era un cuarto demasiado grande, pero era muy acogedor. En la pared había una enorme estantería llena de libros. Como buen nuevo inquilino, me acerqué a curiosear.

Pude reconocer cómo la gran mayoría estaban escritos en coreano, obviamente.

- No parece haber ninguno que pueda entender… -

Otros libros estaban escritos en otro idioma distinto, pero ese no fui capaz de reconocerlo. Supuse que se trataba de algún dialecto local o algo por el estilo. No le di mucha importancia.

- Da igual… -

Al lado de la estantería, apoyado en un pequeño escritorio, había un espejo de mesa. Lo cogí y examiné mi rostro en él. Tenía una expresión cansada acompañada de ojeras, pero lo que llamó mi atención fue la herida de mi ceja.

Recordé a mi familia. La mirada devastada de mi padre al enterarse de la terrible noticia. La pelea con Leon y su frustración. Sentí tristeza. Tras eso, dejé de nuevo el espejo en la mesa.

No tenía persiana, así que simplemente cerré todo lo que pude las cortinas.

- M-mejor será que me vaya ya ha dormir. Tengo muchas horas de sueño que me gustaría recuperar… -

Apagué la lámpara, me desabroché mis zapatillas de deporte y me tumbé en la cama, mirando hacia arriba con la cabeza apoyada en el almohadón. Al fin encontré un poco de paz.

No tardé en cerrar los ojos.

- Ya era hora. Un poco de silencio… -

Lamentablemente, no fue un silencio muy largo.

La calma de la noche fue interrumpida por unos extraños silbidos.

Parecía que alguien silbase una canción. Alguien silbaba alegremente una melodía típica de canción infantil, bajo el eco de la noche.

- Estas no son horas de ponerse a silbar… -

Traté de tapar mis oídos con el almohadón para no escuchar esa melodía.

Los silbidos no tardaron en desaparecer. Después de todo lo ocurrido, pude conciliar el sueño.

Bajo la noche de Seúl y la luz de la Luna, pude conciliar el sueño, lejos de la paz, pero un poco más tranquilo. Al fin y al cabo, alguien confiaba en mí, y eso me hacía creer a mí mismo.

Así empezaba el final de mi vida. La última frontera que debía atravesar. ¿O quizás era el final del principio? Solamente podría saberlo al final del camino, en mi último aliento. ¿Fue esta la decisión correcta? Da igual lo que escogiese, sabía que viniendo aquí o quedándome en mi propia casa, tendría algún remordimiento al final.