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Él le tendía sus bragas sin pudor

Todavía Mey rebuscada en su armario su pijama favorita. Tenía tanta ropa que no tenía idea donde la había dejado.

Al mismo tiempo, Lou se encontraba en la misma posición, acostado en la cama y en bóxer. Sin importar lo frío que estuviera para él eso no era nada.

Todo este lapso de tiempo meditó sobre su situación actual. Literalmente, tenía muchas cosas que lo abrumaban. Claro, él se sentía estresado sin saberlo.

Abrió sus ojos oscuros. Quería darse una ducha antes de dormir como ya lo hacía de costumbre. Creía que el agua fría le ayudaría a despejar su mente.

Creyó que Mey todavía seguía descansando al no escuchar ruido en el exterior. Se puso de pie y agarró su toalla. No se tomó la molestia de vestirse ya que se ducharía.

Sin más tiempo que perder, salió de la habitación. Primero busco el interruptor para encender la luz del pasillo.

Al ver la luz, cerró la puerta de su habitación con la toalla en su antebrazo pero se quedó quieto al escuchar un crujido.

Al siguiente segundo, Mey abrió la puerta de su habitación y salió con la ropa en su brazo.

Sus pupilas se dilataron, quedando paralizada con su mano sobre la perilla. No podría creer lo que miraba. Sus ojos atisbaron al gran hombre fornido que tenía en frente.

Por otro lado, Lou seguía quieto y más cuando observó que Mey se quedó con una expresión en blanco, boquiabierta.

Ella contempló a cada detalle la gran escultura de carne y hueso de este hombre; esas líneas negras que formaban una especie de símbolo en su piel pálida, eran hipnotizantes.

Los abdominales que veía eran bien esculpidos y perfectos. Su bóxer ajustado le daban una amplia vista panorámica a sus largas piernas y marcando más sus muslos bien formados, libre de vellosidades. Sobre todo también sobresalía su parte delantera. —en su estado normal.—

- ¿Mey?. - habló Lou al atisbar que ella seguía sin moverse. Más bien estaba petrificada.

Él confundido camino a ella y pensado que tal vez algo malo le sucedía.

Enseguida Mey reaccionó al ver que el deslumbrante hombre se acercaba sigilosamente a ella. Sus mejillas se encendieron rápidamente asi como los latidos frenéticos de su corazón.

- ¡Hombre descarado!. - exclamó ella, provocando que Lou detuviera sus pasos y arqueará una ceja ante ese tono de voz. Observó cómo ella instantáneamente se cubrió la cara, dejando caer su ropa al piso.

- ¿C-Cómo puedes andar así?, ya te dije que eso no se hace. - murmuró ella avergonzada y con ese ápice de nervios ante el majestuoso hombre.

Pensó de inmediato que este ser volvía hacer de las suyas. No es que fuera la primera vez que lo veía mostrando su cuerpo medio desnudo pero era difícil verlo directamente. Lou poseía un cuerpo de adonis mucho mejor que otros.

Lou seguía sin entender el comportamiento de la humana. Él sólo estaba haciendo algo tan inocente como irse a duchar.

Se preguntó que había hecho de malo. Si, quizás cometió un error salir así en bóxer ya que suponía que ella todavía seguía descansado.

Pero él hizo memoria, lo mismo sucedió en la mañana cuando él tenía esa erección. ¿Qué tipo de reacción era esa que manifestaba ella?, Lou no encontraba explicación alguna.

Mey seguía pensado que este hombre la mataría de un infarto en cualquier instante.

Ya era demasiado para el día de hoy.

- Mey...pero solo pretendo bañarme. - luego dijo él, haciéndole saber del por qué estaba en paños menores.

De inmediato, ella entendió. Finalmente, dispersando su vergüenza. Decidió no indagar más. Se sintió peor por pensar mal sobre él.

<<Solo tiene la intención de ducharse. ¡Agh! ¿Qué me pasa...?>>

- ¡Ay Lou! Bien, ve tú primero. - le indicó ella.

- Afirmativo. - respondió él.

Mey se descubrió sigilosamente su cara. Por supuesto, sin dirección a Lou. Se puso en cuclillas y rápidamente recogió sus prendas de vestir. Ni siquiera veía con claridad al tener los ojos medio cerrados. Todo por evitar a Lou.

Tan pronto recogió su ropa. Se puso de pie y lista para adentrarse cuanto antes. Sin embargo, la voz profunda y ronca de Lou la hizo detener.

Ella frunció su ceño y con ambas manos se llevó su ropa al pecho.

- Ten, Mey.

Ella se estremeció al escucharlo más cerca. Su corazón dio un brinco provocando que sus vellos se erizaran. Incrédula por la frase de Lou, ella torció su cuello y al atisbar que le tendía Lou.

El mundo se le derrumbó frente a sus ojos.

Él, prácticamente le estaba extendiendo sus bragas de encaje color rosa. Lou inclusive lo estiró un poco al ver una prenda pequeña y singular a comparación de su ropa que usaba él.

Mey salto como una gata, arrebatandole a él, su prenda íntima de sus manos.

- ¡No puede ser!. - grito ella al mismo tiempo que se adentraba a su habitación.

*¡Zas!*

Ella cerró de un portazo. Lou no se inmutó ante eso.

<<¿Hice algo malo? Ella se veía molesta y su cara estaba roja.>>, analizó él todavía confundido por la extraña actitud de ella.

Sin más preámbulo, él se dirigió al baño para ducharse.

Mey se moría de la vergüenza al ver la imagen de Lou extendiendo sus bragas rosas. Ella pensó que él expuso su intimidad.

- Él...lo agarró...sin consideración y sin pudor. - musito ella.

Su rostro le ardía y su corazón no dejaba de latir con fuerzas.

Esa imagen quedaría inscrutada en su mente para siempre.