—¡E-Es un demonio! ¡Imposible! ¿Por qué hay un demonio en este lugar?! —Yuan se quedó helado cuando vio la estatua de demonio.
—Aunque solo he visto un par de ellos, sus características únicas fueron más que suficientes para que Yuan los reconociera de inmediato.
—¡Espera! ¡Cálmate! ¡Estoy pensando demasiado! No puede haber demonios reales en este mundo, ¿verdad? ¡Eso es solo una estatua de piedra, nada más! —Yuan empezó a intentar convencerse de que la estatua de piedra era solo eso y no un verdadero demonio que había sido sellado, aunque parecía ridículamente real.
—Sin embargo, eso no explicaba por qué su cuerpo ardía al mirar la estatua de demonio, pues su cuerpo estaba reaccionando claramente a ella.
—Hermano Yuan, ¿qué ves? —Chu Liuxiang le preguntó cuando permaneció en silencio durante demasiado tiempo.
—L-Lo siento, pero creo que reaccioné demasiado a esa estatua de allí. —Yuan señaló la estatua de demonio rodeada por los seis ataúdes dorados.
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