Armas de asta

«Ha pasado una hora desde que Yuan despertó de su sueño, pero no ha podido moverse, y mucho menos ir a ninguna parte debido a Meixiu, quien estaba abrazando su cuerpo con increíble fuerza.

Afortunadamente, Yuan solo tuvo que esperar unos minutos más antes de que Meixiu despertara y se diera cuenta de la situación.

—¡L-Lo siento! —Meixiu saltó rápidamente de la cama cuando se dio cuenta de que lo había estado abrazando mientras dormía.

—Está bien —dijo Yuan con voz tranquila.

—¿Cuánto tiempo has estado despierto? —Meixiu no pudo evitar preguntarle.

—No lo sé, pero he estado despierto durante un rato —respondió él.

—¿P-Por qué no me despertaste si ese es el caso?

—Estabas durmiendo muy tranquilamente, y no pude decirme a mí mismo que te despertara en ese estado.

Meixiu se sonrojó después de escuchar sus palabras.

«¿Esto significa que ha estado observando mi cara dormida todo este tiempo?», ella se preguntó internamente.