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Visita nocturna

Entro sin llamar en la cabaña de Bei Liu. Para mi sorpresa, no hay nadie. ¿Dónde estará? Le preguntaré a Bi Lang. Si es que está. Si no, tendré que volverme. También entro sin llamar. Y sin hacer ruido. Me dieron acceso. Son muy confiadas. Mmmm. Están las dos.

Están durmiendo con una ropa semitransparante. Las dos con camisón y bragas negras. Son idénticos modelos. Sus cuerpos sensuales quedan expuestos. Relajados. Sin saber que les espera.

Empiezo por los tobillos de Bei Liu. Voy subiendo poco a poco. Acariciando toda la extensión de su suave pierna. Recreándome en ella.

–Aaaaah, Kooong– gime entre sueños.

Sonrío. Meto mis manos por dentro del camisón. Llevándolas hasta sus nalgas. Las manoseo en todas su redondez varias veces. Ella emite suaves gemidos de placer. Entre sueños. Mientras mi mano sube por su estómago. Poco a poco. Llega hasta sus pechos. Por dentro y por fuera de su camisón. Los agarro con un poco más de fuerza.

–¡Aaaah! ¿Qué…? ¡Mmmmm!

Se medio despierta. Le pongo la mano en la boca. Le hago una señal para que no haga ruido. Asiente con la cabeza. Con los ojos muy abiertos. Saco poco a poco la mano.

–Buenas noches– la saludo en voz baja.

–Kong… ¿Qué haces aquí? ¡Aah!– susurra ella.

–¿De verdad tengo que explicarlo?– le pregunto, sin dejar de sobar su pecho. Acariciando su cabello morado.

–Podrías haber avisado…– se queja.

–Entonces no hubiera sido una sorpresa.

La beso tras mis palabras. A pesar de las suyas, me recibe con los labios abiertos. Con su lengua entrelazándose con la mía.

Sus piernas se abren. Insinuantes. Así que llevo una mano hacia allí. Jugando con su vello púbico. Con su entrada. Con la perla que hace de guardiana. Se estremece cuando la toco. 

Sus manos me quitan la ropa. Ansiosa. Yo no le quita la suya.

–Estás muy sexy– la alabo.

–Pues claro. ¡Aah! Tómame– me pide en un susurro.

Le dejo las bragas puestas. Solo las aparto un poco. Subo un poco más su camisón. Ella abre más las piernas. Recibiéndome. La penetro mientras sello sus labios. Mis manos acarician sus nalgas. Sus caderas. Sus pechos. Recorren su rostro. Mis labios atacan los suyos. Su cuello. Su barbilla. Sus orejas. Su pelo.

La penetro despacio. Con suavidad. Para no hacer mucho ruido. Ella gime ahogadamente. Sus manos agarrando mi pelo. Acariciando mi espalda. A veces mis nalgas. Con pasión. Con lujuria.

Disfruto de penetrarla con suavidad. Despacio. Del roce suave de nuestros cuerpos. De mi miembro contra su vagina perfectamente lubricada.

Sigo entrando y saliendo de ella cuando se estremece. A pesar de la amenaza de su interior que me aprieta. Que me roza continuamente. Su rostro de placer es extremadamente erótico. Con los labios apretados para intentar no hacer mucho ruido.

–¡MMMMMMmmmmmmm!

Está muy sensible después del orgasmo. Se estremece con cada embestida. Aunque no pide clemencia. Más bien lo disfruta. No puedo evitar volver a reclamar sus labios. Aprieto sus pezones. La voy llevando de nuevo al orgasmo. Y a mí mismo. La lleno mientras se corre.

Se me queda mirando. Me sonríe mientras jadea. Nos besamos. Oímos un gemido. Miramos entonces hacia el lado. Es evidente que se ha despertado. Aunque nos dé la espalda. Se estaba masturbando.

Ella sonríe y me señala que vaya. Me acerco a Bi Lang. Acaricio su pelo verdoso. Su culo redondeado.

–¿Estás despierta?– le susurro.

–No. Estoy dormida e indefensa. Alguien podría violarme sin que pudiera hacer nada– responde.

Bei Liu se ríe. Yo también. La hago ponerse totalmente contra la cama. Le abro las piernas. Aparto hacia un lado las bragas para inspeccionar su entrepierna. Para acariciarla. Para comprobar que está mojada. Para penetrarla de golpe.

–¡¡¡¡¡AAAAAAAA!!!!!

–Sssshhh. Se supone que estás dormida– censuro.

–¡Es culpa tuya! ¡¡HHHHHAAAAaaaahh!!– protesta.

Empujo contra ella. Su culo tiembla como un flan a cada embestida. Su cuerpo se hunde un poco en la cama. Sus gemidos no son para nada contenidos.

Casi salgo de ella antes de volverla a penetrar hasta el fondo. De hacerla gemir de nuevo. De "violarla mientras duerme". Bei Liu nos mira. Excitada de nuevo. Su mano en su entrepierna.

Sus gemidos llenan la habitación. Mientras mis dedos se entrelazan con los suyos. El de sus manos extendidas. Por atrás. Mis labios buscan su cuello. Incluso la muerdo. Está totalmente a mi merced. Mientras la follo sin piedad. Mientras se corre. Mientras la lleno.

Me quedo un rato sobre ella. Besándola suavemente. En las mejillas. En la espalda. En sus nalgas.

–Eso ha sido muy erótico. Creo que voy a dormirme también. A ver si alguien me viola– dice de repente Bei Liu.

–Envidiosa– la acusa Bi Lang.

–No te oigo. Estoy durmiendo– responde esta con un argumento de lo más infantil.

Al final me la follo también a ella de la misma forma. Luego su amiga me monta. Y acaban dormidas las dos usándome como almohada. O como osito de peluche.

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Cuando me despierto, ellas siguen durmiendo. Me las volvería a follar. Pero, si lo hago, igual no llegan al torneo. Las beso en la frente y me voy. Paso por mi cabaña. Para mi sexo matinal con las chicas.

Yi, Yu y Wan están aún dormidas. Así que empiezo por ellas. Una a una. Despertándolas con sexo. Por sorpresa. Desde atrás a Yi. Por delante a Wan y Yu. No protestan. Todo lo contrario.

A Song la follo de pie. Cara a mí. Una pierna levantada. De la que la agarro. Sus pechos rozándome cuando rebotan. Sus labios pegados a los míos.

A Liang y Shi sentadas sobre mí. Sus piernas sobre mis hombros, Sus brazos alrededor de mi cuello. Sus labios sin dejar los míos en ningún momento. Muy íntimo. Muy apasionado. Penetrándolas hasta el fondo. Con suavidad. Con pausa.

Luego voy donde he quedado con Bei Liu y Bi Lang. Frente a la armería. Me saludan alegremente. Muy alegremente. Sus pechos se mueven bajo sus túnicas ajustadas. No llevan sujetador. Me pregunto si llevarán bragas o tanga. O nada. ¿Quizás debiera comprobarlo?

Voy hacia ellas. Pero alguien se interpone. Lo he visto antes.

–¡Espera! ¡Tú eres el culpable! ¡Más te vale pararlo!– me amenaza un estudiante, mientras se rasca el estómago.

Es uno de los matones. Veo que los polvos añadidos a la ropa funcionan perfectamente.

–No sé de qué me hablas– le respondo.

Lo aparto de un empujón y sigo mi camino. Está en la etapa siete de Génesis. No es ninguna amenaza.

–¡Espera! Si no lo paras…

–¿Sí? ¿Qué vas a hacer? ¿Tú solo? ¿Dónde están los demás?– lo miro con desdén.

Aprieta los dientes. Es un poco estúpido. Si está seguro de que he sido yo, ¿qué le hace pensar que voy a parar solo por que el me amenace? Y más cuando me he atrevido a empezarlo con todos sanos. Aunque también es cierto que no puedo alargarlo para siempre. Supongo que puedo darles la opción ahora.

–Si estáis dispuestos a prometer no volver a molestarme, quizás podría ayudaros. En la puesto de sol, me pasaré por aquí. Si estáis todos y lo prometéis, veré que puedo hacer– le digo.

Le doy la espalda y me voy con las chicas. Ellas me miran curiosas. Se lo acabo explicando por encima. Y casi me violan. Se ríen mientras me pongo bien la túnica. Y se van a reservar los asientos. No llevan ropa interior.

—————

La adversaria de Fen Huan lleva unos guantes metálicos. Pelo corto rojizo. Pechos pequeños. Culo no muy prominente. Más baja que mi pelirrosa. Parece que lucha con las manos. Y es un tanto arrogante. Aunque tampoco es que Fen Huan sea tímida. ¿Es algo habitual?

–¿De verdad vas a luchar con un palo con espadas atadas? No te va a servir de nada contra mis puños. Si te rindes, te ahorrarás dolor– le dice.

–Oh, no, no. No es para luchar. Es solo para metértelo por el culo– le suelta Fen Huan.

Se oyen algunas risas. Mi masoquista sonríe con deprecio a su adversaria. Con altivez. Muy diferente a cuando la estoy follando.

No sé si es esa sonrisa o las palabras, pero la pelirroja parece furiosa. Se lanza hacía ella nada más empezar el combate. Fen Huan mueve su arma con aparente habilidad. Pero la otra la esquiva. Se acerca por un hueco en la defensa. Agachándose y lanzándose con los puños preparados.

Es extraño. Pensaba que era un poco mejor. Pero esa debilidad es demasiado evidente. No lo esperaba de ella. Oh, quizás no. Era una trampa. Fen Huan no solo usa el arma. Le ha dado una patada en toda la cara.

La pelirroja rueda por el suelo para alejarse. Se levanta y se pone la mano en la cara. Le debe doler. Aunque no hay daños reales. Sin embargo, el escudo ha perdido un poco de fuerza.

–¡Maldita! ¡Me las vas a pagar!

Se enfada enseguida. ¿Acaso no son normales los golpes en un combate? En serio, algunos estudiantes están un poco consentidos… Une sus manos. Las palmas hacia fuera. Puedo notar que acumula qi. Fen Huan se la queda mirando. ¿No debería tratar de impedirle que haga lo que sea que esté haciendo?

–¡Son las Mil agujas!– comenta una voz no muy lejos nuestro.

–¿Sí? Dicen que el dolor es insoportable. Que incluso alguien en una etapa superior puede verse paralizado– dice otra.

Noto presión en mis manos. Mis pervertidas están más nerviosas al oírlo. Yo no acabo de estar seguro. Diría que a Fen Huan se le está escapando una medio sonrisa. Lo normal sería que se informara de su adversaria. No sería raro que supiera sus técnicas. Estoy empezando a pensar que lo sabe.

La pelirroja extiende sus manos. Cientos de pequeños qis van hacia la pelirrosa. Debería defenderse o esquivar. Pero no se mueve. La alcanzan. Su escudo no parece sufrir daños. Pero ella se arrodilla. Con una mueca de dolor. Parece que es una técnica que causa dolor pero no daño.

–Ja, ja, ja. Ahora estás a mi merced. Deberías haberte rendido antes– se burla su adversaria.

Se acerca a Fen Huan. Caminando. Arrogante. Burlándose. Le da una patada en la cabeza. Sin embargo, el pie no impacta donde esperaba. Sino en uno de los filos del arma de mi masoquista. Ha levantado el arma para ello.

Con el otro extremo del arma, Fen Huan golpea contra el otro pie. La hace caer. Mientras cae. Le da un rodillazo en la cara. Y luego le clava el arma en el estómago. En realidad no la atraviesa. Pero el escudo pasa a color rojo. Ha ganado.

Los que conocen la técnica, la miran sorprendidos. No saben cómo la ha contrarrestado. O cómo ha aguantado el dolor. Ni siquiera sus amigas. Quizás solo yo. Estoy seguro de que le sigue doliendo. Y que sus dientes apretados no son para aguantar el dolor. Sino para no gemir de placer. Su adversaria ha cometido un grave error. Ha querido someter con dolor a una masoquista.

Liu y Lang animan desde las gradas. Son un poco escandalosas. Aunque no es algo excepcional. En muchas victorias, hay gente animando igual. Son preciosas también así.

No podemos ir a ver a Fen Huan por ahora. Además de que les dijo que quería concentrarse. Que no la molestaran hasta que acabara el torneo Se lo ha tomado muy en serio. Aunque me temo que ahora estará buscando un sitio para masturbarse. ¿O quizás soy tan pervertido que pienso así?

Yi y Yu están mirando muy concentradas a otra arena. Parecen animadas. Hay dos gemelos luchando contra otros dos. Llevan dagas como ellas. ¿No están demasiado interesadas? Solo es en la lucha, ¿verdad? No sé el porqué, pero esos gemelos me caen mal. Desearía que perdieran. 

Sin embargo, no es así. Aunque me moleste, tengo que reconocer que están muy compenetrados. Sus adversarios, no tanto. Estos usan lanza y espada. Tienen más alcance. No obstante, no consiguen mantenerlos a rayas. Ser gemelos tiene ventajas. Van vestidos igual y es fácil confundirlos. Se cruzan continuamente. Resulta confuso. Se lo he visto hacer a las gemelas. La verdad es que harían buena parejas con ellas. ¡No! ¡Ni hablar!

Volviendo al combate… Creo que los gemelos usan algún tipo de técnica de movimiento. Coordinada entre los dos. Parece muy efectivo. Esquivan todos los ataques y técnicas de los adversarios. Les permite acercarse y atacar.

Un par de veces se han apresurado y han recibido daño. Pero han hecho más. Acaban ganando. Las gemelas parecen animadas. Grrr.

Mientras, mis pervertidas hablan animadamente. A veces se apoyan en mí. Puedo sentir sus suaves pechos presionándome. Tentándome. Creo que no todas las veces lo hacen queriendo. Me han encontrado cuatro "candidatas". Y han alabado como a diez estudiantes por ser guapos, "cachas" o elegantes. Se ríen cuando las miro. Me sacan la lengua. Me están provocando.

Me sorprende cuando prestan atención de verdad a algunas peleas. Bei Liu está muy atenta a una estudiante morena contra uno de pelo verde. Ella usa un tridente. Él una especie de abanico. Capaz de parar el tridente.

–Liu usa un abanico también. Pero no aún no tiene ninguno– me susurra Bi Lang.

El del abanico acaba perdiendo. Lo que disgusta un poco a Bei Liu. Infla sus mejillas. Está muy mona.

Bi Lang, por su parte, presta especial atención a otra pelea. Una de las adversarias usan una especie de cintas. Están pueden tomar diferentes formas. Supongo que es una técnica aplicando qi. Tensarse para bloquear un ataque. O relajarse para envolver como una cuerda. Su adversario acaba atado. Quizás era la primera vez que luchaba contra algo así. Parecía sorprendido.

Como imaginaba, Bei Liu me informa que es también el arma de su amiga.