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Torneo. Rondas 3 y 4

Es delicioso levantarse con mis dos rubias. Hoy no me han atado. Solo están charlando, una a cada lado. Sus manos sobre mi pecho. Me acarician con suavidad. Llamo su atención apretando ligeramente sus nalgas. Emiten un gritito de sorpresa. Me miran. Sonríen. Me devoran.

Han sido realmente apasionadas. Intensas. Sensuales. Sus cuerpos frotándose contra el mío. Sus labios no dejándome un momento de respiro. Si una paraba, la otra atacaba. Cuando acaban conmigo, las mando de vuelta para que se bañen y vistan.

Las otras no son menos apasionadas. Han decidido que los mimos de ayer fueron suficientes. Hoy me inmovilizan. Me cabalgan. Incluso Lang, aunque indecisa.

A Shi la lleno. Con qi, bloquea su interior, dejando el semen con Yang dentro de ella. Ha dicho que estará practicando todo el día. Al menos lo que dure el Yang. 

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Hoy en el torneo empiezan los del reino del Cuerpo. Serán los primeros. Y estará lleno. Así que iré más tarde.

Las gemelas se quedan buscando manuales. Han comprobado que realmente sus meridianos van mejorando. Estaban entusiasmadas, todas ellas. Voy a tener que pasar unos días refinándolos. Los suyos y los míos. Y quizás también mejore un poco los de algunas chicas más.

No obstante, podríamos tener un problema. Por eso, las gemelas están en la librería. Buscan manuales. O cualquier información que permita disimularlos. O quizás empeorar los meridianos temporalmente. Espero que encuentren algo. Si no, siempre puedo empeorarlos. Creo.

Por mi parte, he completado una hoja del reino del cuerpo. Pero no es perfecta. He cometido algunos errores. Pero estoy convencido de que mañana lo lograré. Por ahora, dos de alma de la etapa nueve. He necesitado follar a Ning para recargar un poco de maná. He tenido que amordazarla para que se mantuviera callada. Poner un escudo allí hubiera llamado la atención. Parecía bastante excitada.

También he aprovechado para usar a Rui y Rong. Luego no sé si tendré tiempo. Contra la pared y también amordazadas. Empujando contra ellas desde atrás. Aplastando su culo con mi cuerpo. Sus pechos contra la pared.

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Bei Liu y Bi Lang me han guardado sitio. No muy lejos están las gemelas. Yi me mira. Sonríe traviesa. Luego se vuelve a su hermana. Señala animada hacia donde salen los dos gemelos. Yu se tapa la boca. Riendo. Suspiro.

Hecho un vistazo a esos gemelos. Su compenetración es tan buena como ayer. Mejor que la de sus rivales. Pero estos son más fuertes. Una cosa iguala la otra. La verdad es que el combate está emocionante. La mayoría de la zona lo estamos mirando.

–¿Te acuerdas de ellos?– pregunta Bei Liu.

–Ja, ja. ¡Claro! ¡Estaban tan nerviosos que no se les levantó! ¡A ninguno de los dos!– se ríe Bi Lang.

Hago como que las ignoro. Aunque me hacen sonreír. No tanto como cuando uno de los gemelos resbala. Supongo que están un poco cansados. Uno de sus oponentes había tirado algunas pequeñas bolas de metal al suelo. No ha sido capaz de esquivarlas. Las ha pisado y perdido el equilibrio.

Eso les hace perder su gran ventaja. Su compenetración. Sus rivales no dudan en atacarlos. En presionarlos ahora que tienen ventaja. Y no logran recuperarse.

Las gemelas me miran y se ríen. No he podido ocultar a tiempo que me he alegrado de que perdieran. Intento disimular mirando hacia otro lado. Hay un combate de uno con un bastón. Por desgracia, está muy lejos. Los del reino del cuerpo están al otro lado.

Puedo notar que imbuye qi en el bastón. Y que sus movimientos son más fluidos que los míos. Bastante más. Mejor no se lo digo a las chicas o me harán entrenar más. Mierda. Yu lo ha visto. Supongo que tarde o temprano tendré que mejorar. Aunque me gusta tener una vida fácil. Aún me cuesta creer que sea libre.

Finalmente sale Fen Huan. Su oponente en un poco más alto que ella. Lleva una larga cadena. En un extremo hay una bola. En el otro, una especie de cuchillo. Parece una hoz. Coge el extremo de la bola y empieza a girarlo en el aire. Sin dejar de mirarla. La otra mano sostiene el otro extremo.

Ella gira también su arma. Aunque no tan rápido como ayer. Cuando su rival lanza la bola, ella lo repele sin moverse. Ya veo, es una posición defensiva. Como si tuviera un escudo.

Ambos se mueven de lado. En círculo. Mirándose. Estudiándose. De vez en cuando, él lanza la bola. Parece estar probando. Usando más o menos qi. Pero la defensa de mi masoquista es firme.

En una de esos ataques tentativos, ella deja que su arma se incline en lugar de bloquear. La bola metálica sigue su camino. Pero ella ya no está allí. Se ha lanzado hacia delante. Una de las hojas apuntando a su rival.

Este mueve hábilmente el otro extremo. Enrolla la cadena en el filo de ella. Quizás no inmovilizando del todo el arma. Pero sí restringiendo su movimiento. Se le escapa una sonrisa.

Ha rodeado el filo con parte de la cadena. Pero aún le queda margen en el extremo de la hoz. Y la bola está volviendo. Amenaza con golpear a mi pelirrosa por detrás. Su situación parece un tanto desesperada. Parece que el combate va a ser bastante rápido. Si escapa de este ataque, lo hará desarmada. Con mucha desventaja.

Oh. ¿Puede hacer eso? En lugar de detenerse e intentar recuperar el arma, ha dejado atrás la hoja atrapada. Pero se ha llevado la otra. Por lo que parece, ese arma se puede dividir en dos. No lo sabía. Y parece que su rival tampoco. Apenas le da tiempo a reaccionar. A bloquear el ataque.

Sin embargo, está desestabilizado. Controlar los dos extremos de la cadena no debe de ser fácil. Peor si también por en medio tienes algo atrapado. Y encima a una rival que te está presionando.

Es un arma más adecuada para mantener cierta distancia. Es muy difícil acercarse si se defiende con toda la cadena. O eso está comentando una vecina de pelo rojo, un par de asientos más atrás.

El problema está en que no se estaba defendiendo. Y ahora es muy difícil recuperar la estancia defensiva. Apenas puede controla la cadena. Incluso se acaba tropezando con ella.

–¡Bien por Huan!– exclama Bei Liu.

–¡Eres la mejor!– la anima Bi Lang.

Yo también la animaría. Pero no quiero llamar la atención. ¿Es por haber sido un esclavo? No creo que sea tímido. Ayer Song solo se estaba burlando. No lo decía en serio. ¿Verdad? Sí puedo sonreírle cuando nos mira. Parece muy animada.

Sus amigas habían dicho que quería llegar a la cuarta ronda. Lo ha logrado. Creo que, a diferencia de sus oponentes, se ha preparado mucho los combates. Era importante para ella. No sé por qué. Supongo que nos lo dirá en algún momento.

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Nos quedamos viendo otros combates. Es curioso. Mis pervertidas dicen que no son muy aficionadas a verlos. Pero sin duda se están divirtiendo. Además de apretarse contra mí a la menor ocasión.

–Mira a esa morena. Tiene los pechos muy grandes. ¿Has visto como se le mueven? ¿Te gustaría que los míos fueran así?

–Ese es guapo. Te quedaría bien ese peinado.

–Hoy sí que llevamos ropa interior. Lo ves, mi tanga es negro.

–¿Vendrás a verme cuando sea yo la que luche?

–Podríamos probar en parejas. ¿Qué opinas Liu?

–¿Te gusta mi blusa? No llevo nada debajo. ¿Se marcan mucho los pezones?

–Ese no lleva camisa. Que sexy. Buenos músculos.

Excepto un par que les han interesado, se han pasado el rato comentando otros aspectos del torneo. O Coqueteando conmigo. Con bastante éxito.

No he encontrado a ninguno interesante con bastón. No lo suficientemente cerca. Y las gradas están demasiado llenas como para moverse. Pero sí he visto algunos del reino del Cuerpo. Se mueven mucho más fluidos. Como el del bastón de antes. ¿Es por la cultivación o por el tiempo que llevan entrenando? Bueno, tampoco es algo que deba preocuparme por ahora.

Ambas me cogen de la mano para llamar mi atención. Su amiga vuelve a salir. Esta vez su oponente también es algo más alta que ella. Aunque no mucho. Es una mujer peliazul. Cabello corto. Bastante delgada. Apenas tiene pecho. O culo. Empuña un tridente. Es poco habitual.

El combate es intenso. El tridente bloquea el arma, que se divide. Ataca con la otra mitad, pero es bloqueada con el mango. Nuestra pelirrosa vuelve a unirlo. Para una patada con el centro. Hace girar su arma doble para bloquear el ataque del tridente, que está rotando sobre su eje.

Se deja caer. Alcanza con una patada la pierna de la peliazul. Esta contrataca, intentando golpearla con el extremo del mango. Consigue apartarse e intentar alcanzarla con uno de los filos. Lo esquiva y contrataca con las tres puntas. Huan gira el arma para bloquear con el otro filo. Aunque se ve empujada hacia atrás. Y recibe un rodillazo en el estómago. 

Creo que no ha sido muy fuerte el impacto. Se ha tirado hacia atrás, para suavizarlo. Es algo que yo hacía bastante como esclavo.

Las dos se han separado por un momento. Se miran. Recobrando el aliento. Y vuelven a la carga. Una y otra vez. Se puede percibir el qi de sus armas al chocar. Si alguna no lo usara, se rompería su arma. Se han golpeado varias veces, pero ninguna definitiva. Ninguna con suficiente contundencia. Claro que si alguna lo intentara, probablemente sería pillada en el contrataque.

No bajan su guardia en ningún momento. Ni dejan de atacar más que para recuperar el aliento. De repente, algo inesperado sucede. Fen Huan se rinde.

No lo entiendo. No parecía tener ventaja, pero tampoco desventaja. Miro a sus amigas. Tampoco lo entienden. Están un poco preocupadas, así que vamos a verla.

Se gira cuando estas la llaman. Sonríe y viene hacia nosotros. Y no deja de sonreír cuando le preguntan. A mí me ha mirado con deseo.

–No me quedaba qi. Podía usar el otro, pero perdería el esfuerzo. No vale la pena– explica.

Ahora que lo dice, es verdad. Está cerca de la etapa tres. Así que tiene poco qi de su etapa, y bastante de la siguiente. Cuando lo acabe de completar, podrá inundar sus meridianos y dantian, y subir etapa. Si usara el de la tres, tendría que volver a reunirlo. Quizás sería algo más fácil que antes, pero habría perdido igualmente mucho esfuerzo.

No deja de ser curioso. Cuanto más fuerte eres, menos puedes mostrar tu fuerza. Hasta que subas de etapa. Al menos no en combates que no son a vida o muerte. Supongo que por eso sus combates anteriores eran rápidos. A pesar del riesgo, buscaba acabarlos cuanto antes. Quizás su última rival lo sabía.

Se despide. Parece que tiene prisa, Supongo que querrá usar los puntos de contribución. No nos ha dicho para qué. Y eso que se lo han preguntado. Ha esquivado la pregunta.

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Se despiden de mí un tanto frustradas. Yo también. Había demasiada gente. Era imposible encontrar un rincón con un poco de intimidad. Aunque me hacen prometer que trataré bien a mi invitada. O mal.

Normalmente hubieran venido, pero se sentían culpables. Al parecer, le contaron a Ken que estuve con ellas toda la noche. Así que, aunque querrían, no se atreven a apuntarse hoy.

Ken llega puntual. Sonriendo. Me abraza y besa nada más llegar. Me tira contra la cama. Casi me arranca la ropa. Se ríe. Alternamos ella arriba o abajo. No me deja descansar hasta que le toca irse. Está muy intensa. Más de lo normal. Teniéndome dentro de ella todo el rato. Besándome casi con desesperación.

Creo que ha tenido hoy un mal día. Prefiero no preguntarle. No quiero deprimirla ahora. La he curado un poco, sin que se diera cuenta.

Me quedo mirando hacia la puerta cuando se va. Desearía no dejarla ir. No dejarla volver a sufrir. Suspiro. He de continuar practicando. Ya lo he hecho a ratos durante el torneo.

Con el Yin de Ken intento el siguiente paso. Es más fácil. Solo tengo que pasar el Yin por la zona que he imbuido con Yang. Con qi para dirigirlo. Contrae las fibras musculares. Supuestamente son ahora ligeramente más duras. Las pocas con lo que lo he probado.

Aún me falta. Pero voy consiguiendo imbuir con Yang varias fibras a la vez. Aunque sigue siendo increíblemente lento. No estará bien hasta que logre todo a la vez. O al menos una sección grande de músculo.

Veo que Shi está descansando. Estaba practicando la espada. Ha dejado de practicar con el Yang a media tarde. La traigo. Con la excusa de hablar del método.

Acabamos follando. Al principio intenso. Luego me hace tenerla penetrada. Dándole Yang mientras práctica. Se ríe cuando me quejo. Me muerde cuando la tiento. Al final, acabamos haciéndolo despacio. Dulce. Ella moviéndose encima de mí lentamente. Con sus labios rozando los míos pero sin besarme. Tentándome. Riéndose y apartándolos cuando la quiero besar.

Sube y baja despacio. Tentadora. Erótica. No puedo evitar acariciar su espalda. Sus nalgas. Estrujarlas. Solo cuando acabamos me besa. Larga y húmedamente.

Llena de mí, se queda entrenando un rato más. A mí no me queda más remedio que hacerlo también. Aunque es más relajado hacerlo así. Espalda contra espalda. Sintiéndola cerca.