Todo va bastante bien, según lo planeado. Voy consiguiendo más manuales, ya creo dominar la técnica de ocultar el qi. Y el sexo es increíble. Eso sí, noto que cada vez me molesta más que hagan daño a "mis chicas".
Estoy preparado para subir de nivel. Esta tarde lo he intentado un poco en el bosque, y he despejado parte de los dos meridianos. Aun me queda un poco para avanzar y he consumido mucho qi. Estoy pensando en usar los restos de los trozos de píldora que me quedan. Podría "adquirir" más píldoras en el laboratorio. Solo que no sé como hacerlo para que no haya sospechas, que no las echen en falta. Ahora están vigilando más.
Lo que no esperaba es encontrarme a Shi llorando y Song abrazándola. No sé que puede haber pasado. Tiene algunas heridas recientes, pero eso no es nada nuevo.
–¿Qué es lo que pasa?– pregunto tras cerrar la puerta.
–¡Kong…!– solloza Shi y se tira sobre mí.
Miro a Song. Está aguantando las lágrimas. Abrazo a Shi, hasta que se calma. Luego me lo empieza a explicar. El mismo estudiante que otras veces la ha forzado a tener sexo sin muchas contemplaciones. Hasta ahí nada nuevo. Por segunda vez, su prometida lo ha pillado.
Frunzo el ceño. La anterior vez acabó con Shi azotada y renqueante durante días. Ahora no parece estar tan mal. Se me encoge el corazón al escuchar por qué. La ha querido matar allí mismo. Pero Shi ha conseguido escapar. El problema es que no va a detenerse. Todos sabemos lo rencorosa que es. Incluso ha reservado mañana para que Shi arregle su habitación.
Está aterrada. No hay forma de escapar. La "princesita" solo tendrá que pagar por otro esclavo. Se seca las lágrimas en mi ropa y me mira.
–Hazme sentir viva una vez más. Por favor– me pide.
No puedo negarme. Me guardo mis preocupaciones y la beso con suavidad, acariciándola. Mi lengua busca la suya con sumo cuidado, dejando ir el qi despacio, muy despacio. Poco a poco la voy tumbando en la cama, quitándole la ropa, acariciando sus pechos, su ombligo, el contorno de su figura.
Beso su nariz, sus orejas, su frente, su cuello. Luego bajo poco a poco, pasando por sus pechos. Succiono sus pezones. Me recreo en su ombligo, mientras mis manos, con cuidado, acarician su entrepierna. Voy bajando por su estómago. Le beso los muslos, las rodillas. Subo poco a poco por sus piernas. Abro los labios de su vagina con la lengua. Sigo por su interior, dentro de ella. Busco la perla más sensible.
Ella gime, olvidándose de su cruel destino por ahora. Llega a un orgasmo, suave pero prolongado. Sus piernas y brazos están en tensión por unos momentos. Sus manos agarran con fuerza mi cabello. Me incorporo y busco su boca, sus labios de nuevo. Mis manos recorren sus muslos y suben por el contorno de su espalda.
Ella me mira, pidiéndome más. La penetro poco a poco. Me muevo dentro de ella lentamente. Hasta el fondo y hacia fuera, una y otra vez. Mi qi penetra sus puntos de presión, despacio, alargando el placer, alargando sus sucesivos orgasmos, cada vez un poco más fuertes. La acallo con mis labios. Ella arquea continuamente la espalda y aprieta con fuerza sus manos en mi espalda, una y otra vez.
Ya no puede decir nada, pensar en nada. Está sobrepasada por el placer. Sé que está a punto de perder el conocimiento. Fuerzo un poco el qi. Una oleada más fuerte de placer la abruma. Se desmaya mientras mi esencia la llena.
Me separo poco a poco, dejándola tumbada. Acaricio su frente, su mejilla, preocupado. Miro a Song. Está llorando. La abrazo durante un buen rato.
–Házmelo a mí también– me pide.
La miro a sus ojos llorosos y la beso. Como a Shi, la tumbo con suavidad. Le doy poco a poco placer y la acabo penetrando con suavidad. Sin prisa, la llevo también al extremo del placer. Y, también, acaba perdiendo el conocimiento, abrumada.
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No he absorbido qi de ninguna de los dos. No podía pensar en eso. Las veo a las dos tumbadas y siento que estoy perdiendo algo. Ahora me doy cuenta que había conseguido un poco de felicidad. Me la han arrebatado. Ya no oigo sus risas.
Estoy un largo rato pensando hasta que tomo una decisión. Presiono los puntos de Song para asegurarme que no despierte. Hago lo mismo con Shi, pero al revés. Abre los ojos, cansada. Intenta sonreírme, Su sonrisa se detiene al ver mi rostro serio.
–¿Kong?
–Hay una forma. Deberás dejar todo. A Song también, no puede saberlo. Debes aceptar ser solo mía, someterte a mí. Estarás sola, al menos por ahora. Pero no tendrás que trabajar ni sufrir por nadie. Nos veremos, pero solo cuando pueda– intento explicarle, casi en un susurro.
Ella me mira durante un rato, confusa. Sé que no tiene sentido para ella, que no sabe de qué hablo. Quizás debería explicarle más.
–Me someto a ti. Sea lo que sea que signifique. Soy tuya. Echaré de menos a Song. Pero si puedo estar contigo, aunque sea a veces, es suficiente. No entiendo muy bien que significa, pero confío en ti– me dice también en voz baja.
Noto como el vínculo entre ella y yo se forma. Creo una nueva habitación en la residencia y la envío allí. Puedo verla dar vueltas aturdida. La muevo al exterior, al lado del estanque. Mira hacia un lado y otro sin saber que pasa. Luego la traigo de vuelta. Me mira confusa, esperando una explicación.
Se lo cuento todo. Ya no tiene sentido esconderle nada. Sus ojos están muy abiertos mientras me escucha. Parpadea más veces de lo normal, como si creyera que algo va a desaparecer. Al cabo de un rato de haber terminado la explicación, reacciona. Me besa y me sonríe.
–Soy toda tuya– se reafirma.
Estamos una hora arreglando su habitación. La envía de ida y vuelta. Le enseño los muebles que hay en el almacén. Al final, se conforma con una cama, una mesa y una silla. Es más de lo que ha tenido nunca. Luego se duerme recostada en mí.
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Cuando despierto, ambas se están abrazando de nuevo. Y llorando.
–No hagas tonterías– le pide Song.
–No pierdas la esperanza. Algún día, quizás, nos volvamos a ver– la consuela Shi.
Le debe haber contado lo que planeamos. Que se va a escapar. Que sabe de un lugar en el bosque donde puede esconderse. Pero que no le puede decir dónde. Song me mira y me encojo de hombros.
Finalmente se va a comer. No puede hacer otra cosa. Y yo poco después. Pero antes, he enviado a Shi y sus pocas ropas a la Residencia. La miro mientras voy al comedor y mientras como. Está completamente desnuda y saluda hacia el cielo, como si creyera que la veo desde allí. La veo, aunque más cerca. Está extremadamente sexy moviendo su cuerpo desnudo. Sus pechos rebotan mientras camina. Su culo se mueve seductoramente. Tengo que concentrarme para evitar una erección.
Luego va hacia el estanque. Revisa los alrededores, las plantas que han empezado a crecer, solo unas pocas. Durante el resto del día está a ratos meditando a ratos preparando la tierra con un bastón. Es todo lo que he podido conseguirle por ahora.
Cuando tengo que ir a por leña, la hago aparecer dentro del bosque. Ella esta confundida por un segundo, pero enseguida me mira y sonríe. Se acerca a mí y me besa.
–¿Te has excitado mucho viéndome desnuda todo el día?– me pregunta insinuante.
–Un… poco– reconozco, sorprendido por la inesperada pregunta.
Ella me vuelve a besar. Luego se da la vuelta y alarga los brazos hacia un tronco, apoyándose en él. Alza y mueve su trasero, insinuante.
–Vamos, no puedes perder mucho tiempo– me apremia.
Yo me acercó y le doy una palmada en el culo.
–Ay– se queja –. Puedes hacer cosas más interesantes– me provoca.
Agarro sus senos con ambas manos y le muerdo cuello y espalda. Dejo la marca de mis dientes, pero sin hacerle daño. Ella gime suavemente del placer que le da el qi en los lugares adecuados. Eso no se lo he explicado.
Mi miembro erecto se restriega por el exterior de su abertura. Se va empapando a medida que los fluidos salen de ella. Pellizco ambos pezones mientras estoy a punto de entrar en ella varias veces.
–Aaaaah. Deja de jugar y… aaaah… métela…. AAAAAAAAHHHhh.
La obedezco antes de que termina de hablar. Se corre, pero no la dejo de descansar. Bombeo en ella una y otra vez, sin descuidar sus pechos, su cuello, sus orejas.
–Siiiií… aaaaaaAAAAH… asiiIIIí… Maaaaaáss fueeeerteee… AAAAAAAAAAAHHHHH
Es la primera vez que puede gritar. No debería haber nadie cerca. Pero es un poco peligroso. Alguien podría descubrirnos. También lo hace más excitante.
Acelero cada vez que me lo pide, hasta que sé que ya no puede más. Nos corremos a la vez en un último orgasmo.
–¡AAAAAAAAAAAAAHHHHHH! ¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!! ¡AAAaHH! ¡Aaah! Aaah, aah, ah, ah. Siempre quise… ah… hacerlo fuera contigo… ah… ah.
Le tiemblan las piernas, pero se gira y me abraza, besándome, metiendo la lengua casi hasta la laringe.
–Si sigues haciendo eso, acabaremos haciéndolo otra vez– la amenazo.
–Es tentador– ríe ella –. Pero tienes que hacer tu trabajo. ¿No hay ninguna esclava que tenga que cortar madera hoy? Tienes que recuperar energía.
Tengo que reconocer que ella es más práctica que yo. Y los celos no caben en nuestro mundo. Por lo menos, no mucho. Si los tiene, se los guarda. Como yo hago con los míos.
–A esta hora solo estaba Sai– le respondo.
–Pues estaría bien que la encontraras. Se ha interesado en ti desde que la ayudaste. Y tiene mucho qi. No pierdes nada por saludarla– propone Shi.
–Quizás, pero no sé por dónde está.
–Bueno, ves acumulando leña. Yo iré buscando frutos y otras cosas.
–Deberías vestirte. Si alguien te ve de lejos sería difícil de explicar– le sugiero.
–¿No será que te excita demasiado?
Hago aparecer su túnica y se la tiro a la cara, mientras ella se ríe. Yo voy cortando y guardando leña mientras ella recoge semillas. Ha trabajado muchas veces en los huertos y tiene ciertos conocimientos. Pero sería más interesante pasarse por ellos. Intentaré ir un día de estos, pero sin forzarlo demasiado.
—————
Me ha hecho transportar unas cuantas piedras y algunos troncos, además de intentarlo con algunas plantas. Pero las plantas no puedo llevarlas. Supongo que son vivas pero no "sometidas" a mí. Me pregunto si hay alguna forma de someter a una planta. Sí puedo llevar las semillas o frutos. Imposible con insectos pero sí con sus huevos. Quizás podría criar pájaros o reptiles.
–¡Mierda!– exclamo preocupado.
Acabo de cortar un árbol y Shi ha desaparecido. Pero no tarda en reaparecer. Respiro aliviado.
–Sai está allí– dice señalando la dirección de la que viene –. Acércate y salúdala. Igual hay suerte. Vamos, méteme dentro.
Me da un beso y me insiste con la mirada. La verdad es que no quiero separarme de ella, pero no puedo dejar de hacerlo. Me doy cuento que me he aferrado a ella más de lo que querría reconocer. Recojo todo y voy para donde me ha indicado.
No tardo en oír el ruido del golpear contra la madera. Y la figura de Sai no tarda en aparecer. Sudando y blandiendo el hacha.
–Hola Sai. He oído ruido y he venido a echar un vistazo. ¿Todo bien?
–¡Ah!, Hola Kong. Gracias por lo de la otra vez.
Me devuelve el saludo y me hace una pequeña reverencia. Es rango dos y no necesita hacerlo. Además, ya me había agradecido.
–No te preocupes por ello, solo pasaba por allí.
–Pero te paraste a ayudar. Sabes, he oído decir a varias chicas que lo pasan bien contigo. Y que te portas bastante bien. ¿Quieres probar?
–¿Estás segura?– me extraño.
No esperaba que fuera tan humilde ni directa. Podría ordenarme por ser rango superior.
–Disfrutar de vez en cuando estaría bien. Y tengo curiosidad de si estás a la altura de los rumores– me sonríe. Se pasa la lengua por los labios y suelta el hacha. Se acerca a mí –. Dicen que tus besos son diferentes.
Sus labios se acercan a los míos y los recibo. Los abro y paso la lengua por los suyos. Se sorprende por la pequeña descarga de qi. Luego, me empiezo a abrir paso por los suyos, a buscar su lengua, a acariciarla con qi. Una mano acaricia su nuca. La otra su espalda.
–Aaahh. No está mal…– reconoce tras separarse de mí.
Está de puntillas para llegar hasta mi boca. Me suelta un poco de su abrazo y aprovecho para moverme a su espalda. Mis labios atacan su oreja por arriba. Una de mis manos se mete por debajo de la ropa para llegar a su turgente seno. La otra baja, acariciando su barriga, buscando sus partes más íntimas. Lo hago con suavidad, sin forzar. Aplicando qi con mesura.
–AAaaaah. Eres directo. Aaaah– gime ella, dejándose llevar –. ¡AAAAAaaaahhhhh!
La sorprendo con qi al pasar por encima de su clítoris. Acaricio por fuera hasta que la humedad es evidente, mientras masajeo su pecho, su pezón. Luego, empiezo a introducir poco a poco un dedo.
–AAaaaaaah. Realmente era verdad. Eres bueno. ¡AAAAAAAAAAAAaaahh!
Tiene un primer orgasmo. Noto que sus piernas tiemblan y pierden un poco de fuerza. Le quito entonces la ropa, sin que oponga resistencia. Pongo las manos en sus muslos y la alzo. Sus piernas quedan levantadas y sus partes totalmente expuestas. Mi miembro se restriega contra su entrada. Muerdo el lóbulo de su oreja antes de susurrarle.
–¿Qué debería hacer ahora?– la provoco.
–Aaah. No seas malo. Métela hasta el fondo. Aaah, vamos, date prisa. ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!
Tiene otro orgasmo cuando la penetro. Ciertamente, la sensación de dominio sobre una esclava de rango superior existe. Disfruto del control. El cuaderno lo describía bien y avisaba. Es necesario ser consciente de ese sentimiento. No puedo dejar que me domine, que me haga cometer errores o imprudencias.
Está totalmente expuesta. Sus piernas levantadas. Su vagina visible mientras es penetrada. Sus pechos balanceándose mientras la muevo arriba y abajo. Sus brazos buscan mi cabeza, mi pelo mi cuello. Intentan acariciarme desesperadamente. Su rostro no lo puedo ver, pero debe de expresar el placer que siente. El que sus gemidos muestran.
–¡AAAAAAAAAHHH! ¡Diooos! ¡Siiiiiiií! ¡AAAAAAAAAAAAAAAAaaahhhh! ¡No se te ocurra paraaaaaaaaAAAAAAAH!
La muevo arriba y abajo, con largos movimientos. La penetro hasta el fondo y después casi lo saco del todo.
–¡Noooooo! ¡Vuélvelo a meter! ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!– me implora una de las veces que ha salido del todo, antes de volver a penetrarla.
Después de tres orgasmos, la mantengo al borde durante unos minutos, mientras mi boca juguetea con su oreja y su cuello
–¡Aaaasiií! ¡Sigueee! ¡Aaah! ¡Aaah! ¡AAAhhh! ¡Un poco más! ¡AAAAAAaahhh!
He ido absorbiendo parte de su qi, hasta llenar el mío. Le he dado bastante al principio, forzando su contenedor, pero ya lo he recuperado todo. Ya nos hemos recreado bastante para el tiempo que disponemos. Dejo de controlar el qi y la abrumo con placer.
–¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!! ¡Yaaaa! ¡¡Ahhhhooraaa!! ¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!! ¡Sss.. sssssiiiií! ¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!!!!! ¡¡AAAAAAAAAAAAHH!! ¡¡AAAAAAAAAAHHHHHHHH!! ¡¡AAAAaaaaaahhhh!! Aaah ¡AAAAAAaaaaaaah! ¡Aaah! ¡Ahhhh! Aaahh. Aaahh. Aahh. Ah.
Al apretarse de nuevo su vagina, también eyaculo dentro. Me quedo un rato de pie mientras su respiración y sus latidos se normalizan. Luego salgo de ella. Dejo que sus pies toquen el suelo y la sujeto. Dejándola ir poco a poco.
–Ahhh. Ha sido increíble.
Se vuelve y se agarra a mi cuello, para sostenerse y besarme.
–Aaah. Ah. Ah. Lástima que tengamos que volver. Ah. Búscame cuando quieras.
Me da otro beso. Podría forzarme a quedarme en su habitación, pero no lo hace. Sé que también tiene allí a otras dos esclavas. Las protege. Finalmente se separa de mí y se viste. Su resistencia y recuperación es mucho mayor que la de otras esclavas. Por algo está en la etapa dos. Coge el hacha y se va a acabar con lo que estaba haciendo, no antes de girarse hacia mí.
–Hasta la próxima– me guiña un ojo.
Yo también me voy a llevar la madera. Si no, se me hará tarde.