–Es tozuda– me recibe Yi.
–Sácale el qi. Luego vemos que hacemos– añade Shi.
Yu no dice nada, pero está de acuerdo. Ya lo han hablado entre ellas. Sin mediar palabra, la penetro.
–MMmmmmm– protesta ella.
Parece no querer gemir ni una vez más. No importa. Embisto en ella. Sin piedad. Absorbiendo su qi. Solo he cogido un poco de Ma Lang. Nuestra sirvienta está en la etapa siete. No muy avanzada. Tardará unas tres semanas en subir. Así que recupero con ella el que he perdido en la batalla.
Lo que sobra, lo uso para practicar "Armadura interior". Ahora, en la etapa nueve, puedo expandirlo a casi todo el cuerpo.
–Tu amiga ha obedecido y la han tratado bien. Ha disfrutado. ¿Para qué este dolor innecesario?– la tienta Yu.
No responde. Yo me concentro en la habilidad, absorber qi y disfrutarla. Parece extremadamente débil cuando la dejo casi sin qi. Sin más que absorber, me dejo llevar hasta que me corro en su interior. Sin preocuparme por ella. Como si fuera un simple objeto para mi placer.
Jadea. Pero se niega a gemir. Ni se rinde a mí. En parte, admiro su persistencia. La que les atribuyen a los héroes. A las figuras que se suele admirar. Los elegidos de la secta suelen ser así. Dicen que solo de esa forma se consiguen superar los propios limites. Claro que muchísimos mueren por el camino por actuar así. Los esclavos somos quienes los enterramos. Otros ni siquiera son conscientes de cuántos mueren.
–No podemos perder mucho más tiempo. Que sufra hasta que muera o se rinda– la sentencia Shi, con frialdad.
Las gemelas son un poco menos decididas. Algo más compasivas. No han vivido la misma vida. Aunque no se oponen.
–¿Por qué no la llevamos atada? La puedes ir torturando por el camino. Hasta que se rinda. O muera. Si hay peligro, la podemos lanzar como cebo– sugiere Yu.
–No es mala idea– acepta Shi.
–¡Una buena idea de Yu!– se burla Yi.
Su hermana la mira amenazante. La otra se ríe.
–Dejad de jugar y atadla– las regaña Shi.
–No os atreveréis…– protesta la estudiante, sin muchas fuerzas.
Después de ser follada, ¿aún duda que nos podamos atrever a algo? Poco más puede decir. Es amordazada. Sus manos atadas a la espalda. Sus pies atados. La cargo en el hombro. Ella intenta patalear. Pellizco su pierna. Añadiendo qi. Se pone rígida del dolor.
Mando a las hermanas de vuelta. Se queda Shi. Nos besamos. E iniciamos el camino de vuelta.
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Puedo ver como Bai Wan sigue con las plantas. Parece entusiasmada. Song y Liang se han llevado a Ma Lang a un estanque. Parece que les cae bien. Me pregunto de que estarán hablando. Lang se ha sonrojado. Incluso se ha escondido bajo el agua. No parece que el convertirse en nuestra esclava le sea un trauma. Ni haber perdido la virginidad.
Ver los pechos de Lang y Song juntos es un espectáculo. Liang palidece en ese aspecto. Pero sus pequeños pechos son también preciosos. Delicados y sugerentes.
Las gemelas se han estado persiguiendo. Hasta que han ido a parar al estanque. Han saltado al agua, salpicando a todas. Liang y Song han empezado a tirarles agua como represalia. Lang parece aún un poco tímida. Me gustaría estar con ellas.
Voy caminando junto a Shi. Atentos al bosque. Sobre mi hombro, la estudiante. Estando en la etapa nueve, no es un problema llevarla. Ahora que lo pienso, no sé su nombre. La llamaré Bronceada por ahora.
Mi mano está sobre su culo. Lo acaricio de vez en cuando. Es una sensación agradable. Si se resiste, la pincho. Inmediatamente el dolor la recorre. También la penetro con el dedo de vez en cuando. O juego con su clítoris. A veces dándole placer. Otras, dolor.
–Si prometes ser buena, todo será más fácil– la tienta Shi.
Bronceada no responde. Claro que está amordazada. Pero tampoco da ningún signo de rendirse. No noto que se someta. Me pregunto hasta dónde aguantará. Si al final tendremos que matarla.
Cuando nos atacan dos lobos, la tiro al suelo. Bloqueo a uno con el bastón. Shi usa "Danza de la Garza" para esquivar al otro y atacar los ojos. Sus niveles no son muy altos. Deben de ser lobos solitarios, que no están en manada. Tendrían mucho hambre para atacarnos.
Hago rodar al lobo que muerde el bastón, girando este. Cae y lo pateo. Luego lo remato con la punta del bastón, que he reforzado con qi.
Shi debería tener más problemas. Están más o menos al mismo nivel. Pero cada vez está más acostumbrada a enfrentarse a bestias. Y domina cada vez mejor su habilidad. Está probando otras para ampliar su repertorio. Su oponente está lleno de cortes, algunos graves.
Cuando acabamos con los lobos, cojo a Bronceada. La palmeo con fuerza para quitarle la tierra. Y algo de qi para que lo sienta más. La dejo en el hombro y seguimos caminando.
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Wan ha estado mezclando algunas hierbas. Parece que ha conseguido una sustancia viscosa. Semitransparente. Incolora. La prueba con la punta de la lengua. La frota entre sus dedos. Debe ser el lubricante. Está bastante roja.
La deja y se pone a hacer otra. Mientras, Yi ha sustituido a Shi. He tirado a la estudiante al suelo para despedir a una y recibir a la otra. Si no fuera por que es peligroso, hubiéramos ido más allá de un beso. Y de manosear sus traseros. Y ellas el mío.
Hablamos sin dejar de vigilar. De caminar. De jugar con la prisionera. De torturarla. Aunque no hay mucha reacción.
Avanzamos por el bosque mientras Wan termina otra droga. Se la queda mirando. La prueba. La huele. Se está poniendo muy roja. Parece nerviosa cuando la tapa. Se queda muy quieta. Se muerde los labios. ¿Debería llamarla? ¿O enviar a alguien?
Veo que sus dos piernas se frotan entre sí. Al cabo de un rato, lleva una mano a la entrepierna. Al principio solo se ha tocado. Luego empieza a frotar. Al principio suave. Poco a poco, más fuerte.
Su otra mano acaricia por fuera de la ropa uno de sus enormes pechos. Parece que era la droga afrodisíaca. Y le ha afectado. Va subiendo de intensidad. Su pecho acaba siendo visible. Su pezón invertido. Su boca abierta gimiendo. Sus anchas piernas acaban completamente abiertas.
Tengo que contenerme. No es el lugar. Si no, atacaría a Yi. O usaría a Bronceada. Mi mano está marcada en su nalga. Quizás debería dejar de mirar. Pero me resulta imposible. Es demasiado erótico.
No se ha quitado las bragas pero las ha apartado. Puedo ver su vello púbico, sobre el que se mueve su mano. La hendidura que esconde, entre la que se mueven sus dedos. Cada vez más rápido. Su cuerpo se arquea. Su boca totalmente abierta. Puedo ver como convulsiona.
No se detiene. Se acaba desnudando completamente. Se pone a cuatro patas. Sus dos manos en su entrepierna. Sus pechos contra la cama. Su boca contra la almohada. Sus caderas se mueven con sus manos. Resulta más que estimulante. Dan ganas de traerla y penetrarla tal cual.
Lástima que no puedo hacerlo. No en este lugar. No a ella. Lo prometí. Y no quiero follarla sin su consentimiento. Me pregunto si sabe que puedo verla. No sé si se lo han dicho.
Las gemelas dicen que se siente acomplejada por estar gorda. Se siente fea. Al parecer, otros se burlan de ella. De hecho, lo he visto. Ni más ni menos que Pu Rong antes de ser mi esclava. A mí no me parece fea. Es diferente a las otras. Pero tan erótica como ellas. Desearía estar allí con ella. En ella.
Vuelve a temblar. A llegar a un orgasmo. Está unos segundos sin moverse. Pero pronto vuelve a empezar, despacio. No tarda en acelerar. Sus carnes vibran cuando se mueve. Sus pechos son tentadores pegados a la cama. Tengo que concentrarme para controlar mi erección.
–¿Sucede algo?– pregunta Yi.
–No, nada…
–Seguro que estabas mirando a las chicas– ríe ella.
–No te distraigas.
Ella me saca la lengua. Luego me guiña un ojo. En realidad tiene parte de razón. Pero mejor no sepa los detalles. Al menos por ahora.
Wan tiene otros tres orgasmos más. Luego cae sobre la cama. Supongo que está agotada. De hecho, duerme durante unas horas. Cuando se levanta, no tarda en ponerse de nuevo roja. En vestirse. Mira la droga de reojo.
Tarda en calmarse y en ponerse a mezclar más hierbas. Esta vez no las prueba ni las huele. Parece diferente a las otras. ¿Será la de dormir?
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Llegamos al mismo lugar de descanso que en el viaje de ida. De hecho, es la tercera vez aquí. No hay rastro de huellas, así que aún debe ser seguro. Mando a Yu de vuelta, que había sustituido a su hermana. Me traigo a las tres esclavas. A Ning le ordeno que haga un escudo de protección. Luego, con Rong, que usen consoladores con la Bronceada. Vaginal y analmente.
A Rui la pongo contra la pared. Yo de pie. Ella cara a mí. Está mojada prácticamente desde que la he llevado a la pared. Sus piernas abiertas, cerradas en mi espalda. La sujeto con mis manos en sus nalgas. Yo de pie. La penetro hasta el fondo nada más empezar. Estoy demasiado excitado. Llevo horas queriendo follar. Culpa de Wan.
–A…Amo… ¡¡Aaaahhhhh!! ¡Siiií…! ¡Asiiiií…! ¡¡¡Haaahhhh!!!
Gime, totalmente entregada. Me mira, suplicante. Pero no dice nada.
–Has estado bien. ¿Tienes alguna petición?
–¿Beso?– pide con cierta timidez.
Sin responderle, ataco su boca. Mi lengua se encuentra con la suya. Su cuerpo sube y baja a cada embestida. La empujo contra la pared. Devoro su lengua, sus labios, su vagina. Casi con desesperación. Ella acepta todo con pasión. Con devoción.
La dejo caer suavemente al suelo. La dejo descansar. Llamó a Ning.
–Las manos contra la pared.
Ella lo hace. Mostrándome su culo. Su vagina chorreando. La penetro. Ella gime excitada. La embisto desde atrás. La agarro de sus abundantes pechos. Estrujándolos. Luego la cojo de su pelo blanco. Se excita.
Cuando acabo con ella, Rui ya está ocupándose de la nueva. Algo le dice. A Rong le ordeno también ponerse cara a la pared. Más cerca que a Ning. Casi tocándola. Sus brazos apoyadas en ella. Hacia arriba.
La penetro con algo más de suavidad. Ya me he tranquilizado un poco. Juego con sus pechos mientras la penetro. Ella gime. Pero sin la pasión de Rui o Ning. No puede negar el placer de su cuerpo. Pero su alma solo es mía parcialmente. Se ha sometido a mí, pero no se ha entregado.
Cuando he acabado con las tres, separo la cueva en dos. Con troncos que tengo en el almacén. Les ordeno follarse a la nueva toda la noche. Pueden intentar lo que quieran para convencerla. Tendrán premio si lo consiguen. Yo prefiero no follarla. No le puede quedar mucho qi. Prefiero estar con las chicas.
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Cuando voy a llamarlas, veo que Bai Wan está con ellas. Así que las traigo a todas.
–Wan quería decirte algo– interviene Yu, empujando a su prima.
–Esto… Yo… Las drogas… pociones… están listas. La blanca es la de dormir. Está es… lubricante– dice en un murmullo la última palabra –. La otra… la roja… es la que falta… Solo tenía dos viales de los de lanzar y romper. Estaría bien conseguir más. El resto están en frascos grandes. La de dormir no sé muy bien como va. La otra… Ehmmm… Se evapora en el aire… y afecta a quien la huela…
–Muchas gracias, Wan.
Se pone roja al explicarlo. Ante mi respuesta. Estoy tentado de preguntarle cómo lo sabe. Pero tampoco quiero que explote de vergüenza.
–No he oído nada. ¿Podrías explicarlo más alto?– se queja Yi.
Sabe que su prima está avergonzada. Se está burlando de ella.
–¡E… Eso es todo! ¡Ya puedes mandarme de vuelta!
A pesar de las gemelas, la envío a su habitación.
–¡La has dejado escapar!– protesta Yi.
–No seas mala…– ríe Liang
Ma Lang está al final del grupo. Me mira con timidez. Aparta la mirada al encontrarse con la mía. Esconde su cuerpo desnudo detrás del resto.
–Os encanta molestar a vuestra prima– ríe Song.
––Solo un poco…–– ríen también las gemelas.
Después de ello, deciden tirarse sobre mí. Me inmovilizan entre las cinco. No sé que están tramando.
–Ven Lang.
Ella obedece. Bajo la indicación de las otras, juega con mi cuerpo. Parece que han decidido que sea un muñeco de prácticas. Acaricia mi miembro con timidez. Pero Shi no le deja dudar y le hace agarrarlo con fuerza. Acaba haciendo una felación muy rudimentaria. Luego me cabalga sin mucha convicción. Aunque se va excitando.
Sus pechos no dejan de botar. Son un espectáculo muy sensual. Luego se acerca a mí y me besa, siguiendo las indicaciones de Liang. Acaba jadeando y desplomándose sobre mí.
–Ves como es inofensivo. Solo hay que sujetarlo un poco– se burla Song, una vez la "novata" se ha levantado.
Sin embargo, Song ha cometido un error. Me ha soltado al decirlo.
–¡Ahora vas a ver quién es inofensivo!– la amenazo, yendo a por ella.
–¡No! ¡Socorro! ¡Ayuda!– finge, no demasiado creíble.
La otras ríen mientras Song se deja inmovilizar. Luego les tocara a ellas. Lang nos mira muy atentamente. Mientras me follo a Song. Sobre la cama. Con sus brazos sujetos por los míos.
Luego Shi, a cuatro patas. Con su rostro contra la almohada. Las gemelas me follan a mí. Yi sobre mí, dándome la espalda, pegada a la de su hermana. Yu mirándome. Se van turnando. Y con Liang lo hacemos sentada ella sobre mí.
Charlamos un rato antes de irnos a dormir. Shi, Song y Liang conmigo. Y Rayitas. Me temo que las gemelas van a ver si sonsacan algo a su prima. ¡Suerte, Wan!