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Cultivación del cuerpo

Voy inmediatamente a coger el cuaderno. Me quedan 35.163 puntos. Mañana debería de tener suficiente para obtener otro. Aunque no lo haré por ahora. Quizás vaya a mirar algún bastón. O mejor más adelante. Me faltan puntos. Por ahora, me vuelvo a la cabaña.

Me pongo a leerlo. Shi está a mi lado. Pegada a mí. Sensual. Puedo sentir su calor. Su aroma.

–Ya tendremos tiempo luego. Vamos, o no acabaremos nunca– me susurra seductoramente.

También me pellizca. Me quejo. Se ríe. No tengo más remedio que hacerle caso.

El primer paso en imbuir cada fibra muscular con yang. Si es un mujer, habría que proporcionárselo. En una o varias veces. Cuanto más yang mejor. Aunque sin pasarse del límite. Sin que exploten las fibras.

Luego imbuir qi durante al menos un día o dos. Dejando que los músculos crezcan. Alimentados por el qi y el yang. Cuando dejan de crecer, es el turno del yin. Si es una mujer, puede usar el suyo poco a poco. Si es un hombre, debe obtenerlo.

Se explica el cómo, el dónde y el cuándo. Sin duda, necesita cierta práctica. Aunque no es tan difícil como los siguientes capítulos.

Reforzar venas, huesos, órganos o médula. Es cada uno más complicado que el anterior. Es necesario dominar los pasos previos para hacerlo bien. Y haber completado la cultivación hasta cierto punto antes del siguiente paso.

Lo mejor del método es que no necesita hacer mucho más de lo que ya hago. Es decir, tener sexo. Y que tengo mucho yang. La residencia constantemente almacena el que genero de más, así que tengo grandes reservas. Y genero más que otros hombres. Al parecer, bastante más.

–Hablaré con las demás. Lo mejor es que lo pruebes tú y una de nosotras. Según como vaya, decidiremos. Te dejo un rato, ves practicando– me dice Shi.

Me abraza y me besa. Su cuerpo apretado a mí. Luego me mira. No quiero dejarla marchar. La estoy abrazando. Pero acabo haciéndole caso. A regañadientes.

La verdad es que me ha excitado un poco. Supongo que es hora de follar a Rui. De empotrarla contra la pared. De follarla por detrás. Ella mueve su culo cuando se lo ordeno. Ansiosa. Cuando no, bombeo en ella con fuerza.

Agarro su pelo azul. Forzando su rostro hacia atrás. Me entretengo en su modesto pecho. Estrujándolo. Soltándolo. Moviéndolo en círculos. Pellizcando su pezón. La fuerzo a besarme. Violando también su boca con mi lengua. Reclamando de nuevo que es mía. Incluso después de llenarla. De llevarla otra vez al orgasmo.

La dejo descansar. Jadeando. De nuevo conquistada. Totalmente entregada. Mientras, llamo a Ning y Rong.

Penetro a Rong. Por ahora más despacio. Primero por detrás. Retocando su culo. Ning y Rui me ayudan con los retoques. Cuando ha llegado al límite de lo que puedo ampliarlo, le doy la vuelta. Su culo está tenso. Es una sensación extraña. Aumento entonces su pecho. Y acepto la sugerencia de hacerlo también con la aureola.

Con lo que queda de yin, también le retocó un poco la cara. Aún no he decidido si prostituirla. No me acabo de fiar. Pero no me cuesta nada ir preparándola. Por si necesito algún día que la vean. Y no la reconozcan.

Finalmente, la empujo hacia el borde de la cama. El borde a la altura de su pecho. Su pelo llega al suelo. Cayendo hacia atrás. Con las piernas abiertas. Yo de rodillas empujando en ella. Cogiéndola de los muslos.

Sus pechos son plenamente visibles. Es curioso lo poco que se mueven. Están muy tensos. Quizás debería follarla antes. Dejar los retoques para el final. Me gusta verlos rebotar.

Pero no por ello dejo de follarla. De frotar mi miembro en su interior. Se ha ido estrechando desde que se lo ordené. Parece envolverme. Querer devorarme. Y acabo saciando su hambre. Llenándola.

A Ning la follo de forma un tanto extraña al principio. Está con un espejo. Dándome indicaciones. Parece satisfecha de cómo van los retoques. Hemos decidido dejar sus tetas tal cual. Pero su culo lo vamos cambiando un poco. Gusta un poco más redondo.

Luego decido darle la vuelta. Ponerla bocabajo en la cama. Le abro las piernas hasta que quedan perpendiculares. Y sigo forzándolas hacia arriba. Hasta que no dan más. Siempre apoyadas a la cama. Su culo ligeramente alzado. Su vagina siendo penetrada. Ella gimiendo sin parar. Aunque son ahogados. Por estar su boca contra la cama.

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Necesito unos minutos para calmarme. Antes de empezar a probar. Con los músculos del dedo meñique. Añadiendo yang.

Al principio, casi todo se pierde. Es necesario llevarlo con cuidado. Con paciencia. Lentamente. Me doy cuenta de que es una tontería hacerlo en el dedo. Hay que dejar que fluye por todo el cuerpo. Impregnándolo. Y usando qi para atraparlo en cada fibra.

Lo primero es practicar como atraparlo. Como rodear cada fibra. Para dejarlo entrar, pero no salir. Cuando llega Ken, aún no lo domino. Cuando le abro, otras dos figuras aparecen.

–Así que no te atrevías sola y has pedido refuerzos– me río, abrazándola y besándola.

–No es eso. Estas dos pervertidas casi me han suplicado– ríe ella también.

–¡Eso no es verdad!– protesta Bei Liu.

–¡Mentira!– niega Bi Lang.

–Oh, ¿entonces no queríais venir?– pregunto.

–No seas malo– se queja Bi Lang.

–Es culpa tuya por hacernos esperar– me acusa Bei Liu.

Ken y yo no podemos dejar de reír. Ellas enrojecen un poco, aunque no mucho. Supongo que, ya que han venido, tendré que ser un buen anfitrión.

No tardan las tres en estar desnudas. Riendo. Jugando con mi miembro. Acariciando mi cuerpo. Besándome.

Empezamos con Ken. Así podrá descansar antes de irse. No sé si esperaba que sus amigas la traicionaran.

–¡¡Aaaah!! ¡Traidoras! ¡Soltadme! ¡¡¡AAAAAaaaahhh!!! ¡Koong! ¡¡¡NOoooo!!! ¡¡¡HHHHHHAAAAAaaaaahhhhH!!!

–Se queja, pero lo está disfrutando– comenta Liu.

–Realmente es una pervertida– añade Lang.

Está de espaldas. Yo sobre ella. Sus piernas dobladas hacia ella. Empujadas por mi cuerpo. Dejando expuesta su entrepierna. Que es penetrada una y otra vez.

Juego a veces con sus pechos. Cuando me dejan sus amigas. Que también atacan sus orejas. Con la lengua. Hasta el fondo. Me dejan sus labios para mí. Se queja. Aunque no se resiste. Excepto a mi lengua. La ataca con la suya.

Sus pechos son más pequeños que los de Song. Pero no poco deliciosos. No me canso de ellos. De hecho, no me canso de ninguno. ¿Soy solo yo o es algo normal? Prefiero no pensar en ello. Mejor pensar en sus ojos marrones claro. En sus estimulantes gemidos. Es sus húmedos besos. En su vagina que me recibe una y otra vez.

Es una imagen tremendamente sensual. Ella siendo follada y gimiendo. Las otras dos desnudas. Provocativas. Tentadoras.

A Bei Liu la abrazo de las piernas. Alzadas en perpendicular al cuerpo. Que es embestido por mí una y otra vez. Sus pechos rebotando. Por dentro y por fuera de su camisa abierta. No llevaba sostén. Es un poco exhibicionista. Es un espectáculo tan obsceno como hermoso.

El cuerpo bronceado de Lang es extremadamente erótico. Incluso visto por detrás. Ken y Liu le palmean el culo. Como venganza por todo lo que ha hecho antes con ellas. Aunque sin mucha fuerza. Sus gritos son de placer, no de dolor. Extremadamente estimulantes. Como su culo temblando del orgasmo.

–¿Hoy no cuenta?– pregunta Bei Liu cuando acabamos.

–Ja, ja, ja. No tienes vergüenza– se burla Ken, a quien saca la lengua.

–Me lo pensaré– es lo único que concedo.

–Las consientes demasiado– me regaña Ken, entre risas.

–¿Qué hay de malo en que nos consienta?– replica Lang, besándome la mejilla y apretándose a mí. Seductora.

–¡Eso!– añade Liu, haciendo lo mismo. Insinuante.

–¡Eh, yo también quiero!– ríe Ken, besándome en los labios.

Poco después tiene que irse. La mirada de sus amigas me dice que se sienten algo culpables. La tratan como a una de ellas, aunque sea una esclava. Pero lo sigue siendo.

–No es justo…– murmura Liu, en voz baja.

No puedo sino abrazarlas y consolarlas. No importa si es justo o no. Nunca ha importado. Simplemente, es.

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Continúo probando. Continuo moldeando el qi para contener el yang. Tengo que hacerlo para cada fibra. Para cada músculo. Aunque puedo ir haciéndolo por secciones.

No sé cuanto rato he pasado practicando. Ya es casi de noche. Creo que mañana o pasado podré empezar a probar. Me giro para ver como están Bei Liu y Bi Lang. Se habían quedado durmiendo. Me están mirando.

–¿Cuánto rato lleváis despiertas?– les pregunto.

Me siento algo culpable. Han debido estar esperando para no molestar. A pesar de todo, son consideradas. Pervertidas, pero consideradas.

–No sé. Estabas tan guapo concentrado que he perdido la noción del tiempo– responde Liu.

–¡No sabes lo que me ha costado no saltar antes!– exclama Lang, saltando sobre mí.

Aún está desnuda. No duda en restregarse contra mí. En besarme. Y pronto viene la otra.

–Os estáis aprovechando– las regaño.

–Solo un poquito– reconoce Liu, intentando parecer buena inocente.

–No seas tacaño…– pide Lang, inflando sus mejillas.

–¿Entonces tengo que daros un lección?– las amenazo.

Al final solo las llevo al orgasmo una vez. Acariciándolas. Sin penetrarlas. Pero saboreando sus cuerpos. Cada centímetro. Su suavidad. Sus lenguas. Han conseguido excitarme. Lo pagan encantadas Rui y Ning. Yo de pie. Ellas a cuatro patas sobre la cama

Y Bronceada. A la que follo también de pie. Cogiéndola de los muslos. Ella cayendo hacia atrás. Apoyándose en el suelo con las manos extendidas. Sin dejarla casi respirar. Follándola sin parar.

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Parece que Shi se ha ofrecido voluntaria para probar la técnica. Dice que estudiará el cuaderno por la noche. Y que probará lo mismo que estoy haciendo yo. Cuando lo domine, pedirá un poco yang. Lo ha dice muy sensualmente. Entre gemido y gemido. Mientras nos movemos los dos.

Ella de espaldas. De pie. Con las piernas juntas. Yo detrás de ella. Sincronizando mis embestidas con el movimiento de su culo. Precioso y redondeado. Mis manos en sus pechos. Explorando cada rincón. Con avidez. Mis dedos hundiéndose en sus pequeños montículos. Jugando con sus pezones. Recorriendo su aureola.

Una mano, hacia atrás, acaricia mi mejilla. Mis labios atacan su cuello. Besándolo. Y puedo ver sobre su hombro su hermoso cuerpo. Los pechos que estoy manoseando. Su otra mano está en una de las mías. A veces, impidiéndome jugar más con su pecho. A veces, obligándome hacerlo.

Estamos solo nosotros dos. Follando. Penetrándola. Disfrutando de ella. Ella disfrutando de mí. Nuestros cuerpos pegados. Moviéndonos al compás. Apretados el uno contra el otro. Amándonos. Deseándonos. En cuerpo y alma. Siento como se estremece cada vez que llego hasta el fondo. Cada vez que eyaculo en ella.

Nos quedamos un rato sin movernos. Sin hablar. Solo sintiéndonos el uno al otro. Sonriéndonos. Hasta que se gira y me besa. Despidiéndose por ahora.

A Song le doy el alta. El hueso parece estar bastante bien. Hubiera querido esperar un poco más. Pero soy incapaz de mentir a esos ojos verdes. Aunque le he hecho prometer que irá con cuidado. Que nada de pasarse. No la he dejado ir hasta que lo ha prometido. Reluctante. Quizás conmovida.

También me ha amenazado. Con todas las posturas que no ha podido hacer por su pierna. Aunque hoy lo hemos hecho dulcemente. Abrazados. Mirándonos. Besándonos. Estaba muy cariñosa. Se la veía feliz. Incluso me ha dejado abusar de sus pechos todo lo que he querido. No es que no me deje normalmente. Pero no se ha quejado nada.

Liang me ha engañado. Al principio me ha abrazado. Y ha aprovechado para atarme. Luego me ha montado un tanto salvaje. No muy a menudo, pero lo hace de vez en cuando. Ver sus pequeños pechos rebotar es muy erótico. Ser dominado por ella resulta estimulante.

Ma Lang es siempre obediente. Si las otras no la provocan. La pongo bocarriba en la cama. Cogiéndola de las piernas. Estiradas hacia arriba. Dándome una visión perfecta de su cuerpo. Al que embisto sin parar. Embestidas largas. Chocando contra ella cada vez. Haciendo temblar a sus rebosantes pechos. Mientras ella tira la cabeza un poco hacia atrás. Y grita de placer.

La lleno mientras su voluptuoso cuerpo tiembla. Dejo caer entonces sus piernas. Me inclino hacia ella. La beso. Me separo. La miro.

–Eres preciosa– le digo

Ella aparta la mirada. Avergonzada. Pero esta vez no le dejo. Pongo la mano en su mejilla. Y la hago mirarme. Con suavidad.

Cuando nuestros ojos se encuentran de nuevo, vuelvo a besarla. Tarda unos segundos, pero me acaba abrazando. Apasionada.

Con Wan y Yi lo hago igual que con Lang. Una tiene unas tetas enormes. Un cuerpo rollizo. Toda ella tiembla cuando la follo. Lasciva. Dejándose llevar por el placer.

Yi es hermosa de otra forma. Muy linda. Su figura esbelta. ¿Quizás elegante? Sus pechos no son masivos. Aunque sí preciosos. Me encanta como se mueven. A diferencia de las otras dos, me mira cuando le digo que es preciosa. De hecho, me miraba mientras la follaba. Cuando no cerraba los ojos por el placer. Me sonríe. Toma la iniciativa de besarme.

Yu es la última. Hoy me toca dormir con ella.