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Culpable

Cuando salgo de la enfermería, voy directo a la cabaña de Fen Huan. Me siento algo culpable. Pero, sobre todo, estoy furioso con ella. Sería mucha casualidad que no hubiera sido ella. Llamo en cuanto llego. La barrera se abre.

–¡Kong! ¿Qué haces aquí? ¡Pasa!– me invita Fen Huan.

Sin embargo, no acepto la invitación. Me la quedo mirando. Muy serio.

–Explícate.

–¿Eh? ¿Qué quieres decir? ¿Qué pasa?– pregunta. No sé si se hace la despistada o no lo sabe.

–¿Por qué has pegado a mi amiga, a la esclava?– insisto, asumiendo que es ella.

Puedo ver el cambio de su expresión. Es más que suficiente para delatarla.

–No… No sé de qué hablas.

No respondo. Me la quedo mirando. No sé exactamente qué decir. Quizás sea mejor quedarme callado y mirando. Lo he visto hacer a maestros cuando discípulos mentían. Y solía funcionar.

Parece más y más nerviosa. Sus manos se mueven inquietas. Se muerde el labio. Al final explota.

–¡Solo es una esclava! ¿A quién le importa? Si no molesta, puedes estar más tiempo conmigo. ¿Para qué perder el tiempo con esa?

Puro egoísmo. Quizás también celos. Lo mejor es alejarme de alguien así. Solo me traerá problemas.

–No es algo que te tenga que preocupar. Nunca más. A partir de ahora, déjanos en paz a mí y a mis amigos. No quiero saber nada más de ti.

Reconozco que no lo he pensado mucho. Y que me he dejado llevar por el enfado. Ahora que lo he dicho, no sé si es lo mejor. Sí que quiero que me deje en paz. Pero ¿y si decide vengarse? Como esclavo, he visto algunas actitudes igual de incomprensibles.

Ella está tiesa. Sin reaccionar. No sé si ha sido lo mejor, pero está hecho. Me doy la vuelta. Para alejarme para siempre.

–No… Kong… Espera… Por favor… Perdóname… No lo volveré a hacer…

Está llorando. De rodillas. Puedo sentir que está totalmente sometida a mí. Como si fuera una esclava. Más de lo que creía. ¿Qué hago? Si me voy, podría reaccionar mal. Sería peligroso. Quizás no para mí, pero sí para las esclavas. ¿Debería ceder? Tampoco puedo dejarla así… Incluso me da algo de pena.

–Pen está en la enfermería por tu culpa. Si quieres volver a verme, que sea con ella. Y totalmente curada. Le pedirás perdón, aunque sea una esclava. Y nunca más volverás a hacerle nada a ella, ni a ninguna otra. ¿Entendido?

–¡Sí, sí! ¡Lo haré! ¡Voy ahora mismo! ¡La ayudaré a curarse! ¿Si vengo con ella, podré verte? ¿Podremos tener sexo? ¿Verdad?

Parece desesperada. Solo lo hemos hecho dos veces. Aunque supongo que no es una persona cualquiera. Tengo la sensación de que puede ser peligrosa si la abandono sin más. Espero no arrepentirme.

–Sí. Pero tendrás que obedecer. Y más te vale que ella esté perfectamente bien.

–¡Vale! ¡Voy ahora mismo!

Sale corriendo de la cabaña. La sigo. Estoy un poco preocupado. Pen se asusta cuando la ve. Y pone una cara rara. Parece confusa. Si le está pidiendo perdón una estudiante, es normal. Espero que sea eso. Veo que Fen Huan le pone las manos encima. Parece que pasa qi. Eso la ayudará a curarse. Los médicos no se preocupan en hacerlo por una esclava.

Se la queda mirando. Luego mira alrededor. Me ve. Le indico que no diga nada. Asiente. Su rostro indica que no entiende nada. Esto llevará horas. Si me quedo, podría descubrirme. Así que me voy. Mañana me aseguraré de que esté bien. No puede pasarle nada. ¿Verdad?

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Cuando les explico a las chicas lo que ha pasado, se miran entre ellas.

–Pen debería estar bien– asegura Shi.

–Esa Fen Huan está un poco desequilibrada. Más vale que la enseñes a obedecer– opina Song.

–Espero que no cause problemas– suspira Yu.

Liang nos escucha pero no dice nada. Está cortando trocitos de carne muy pequeños. Y poniéndolos en el barreño. Los huevos han eclosionado. Las gemelas no han encontrado mucha información de salamandras recién nacidas. Cuando crecen, las hembras tienen tonalidades rojas. Los machos, azuladas. Tendremos que esperar.

Hay una mampara que separa el barreño. Así las visitas no podrán verlo. No sabemos muy bien qué hacer con ellas. No puedo llevarlas a la Residencia. Al menos por ahora. La mejor opción sería venderlas. Pero hay que averiguar cómo y dónde.

Han encontrado algo de información de Terror y Rayitas. Aunque no que pueda tirar rayos. Igual es un caso especial. Pero confirman que es bueno para ellas comer carne de nivel alto. Y que el entorno, la concentración de qi, también ayuda.

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Tengo que echarlas a todas menos a Wan. La culpa es de las chicas. La han molestado demasiado. Le toca subir de nivel. Y se la han quedado mirando. Tanto, que ha acabado avergonzándose. Se había más o menos acostumbrado a tener sexo con las otras cerca. Pero la han forzado demasiado. Y no parecen arrepentirse. Se están riendo.

Está roja. Necesito bastantes besos y caricias antes de que colabore. De que se corra. De poderla follar. De oírla gemir. Es bastante obediente al abrir los meridianos.

–¿¡Tan fácil!? ¡¡Hhhaaaahh!! ¡Kong! ¡¡AAAaaaaahhhh!! ¡No empieces otra vez tan rápido! ¡¡¡¡HHHHHAAAAAaaaaaahhHHH!!!!

La visión de su cuerpo desnudo casi inerte sobre la cama es muy erótica. De sus grandes tetas. De su algo obeso pero sensual cuerpo. Solo jadea y se queja de mí. Pero con la boca pequeña. Luego me pide que la devuelva. No quiere que la vean el resto.

Aprovecho para follar a Rui, Ning y Bronceada. Por separado. Las hago que me follen con suavidad. Con dulzura.

Rui lo hace con pasión. Despacio. Besándome mucho. Totalmente entregada. Su vagina apretándome. Sus manos recorriendo mi cuerpo. Abrazándome cada vez que se corre.

A Ning le cuesta un poco contenerse. La pellizco cada vez. Más de diez. Tiene que aprender a controlarse. A ser más servicial. Voy a tener que entrenarla antes de dejarla ir al prostíbulo.

Bronceada solo cumple. Ha estado todo el día entrenando la nueva técnica. Cada vez que tenía un momento. Parece que ahora que tiene lo que quería, se ha vuelto menos devota. Sigue obediente. Sin pasión.

Luego llamo a las chicas. Yi la última. Hoy duerme con conmigo. Liang me cabalga. Shi está en mi boca. Dejándome que le lama la entrepierna. Yu y Lang a cuatro patas. A cada lado. Siendo penetradas por mis dedos. Luego se turnan. Hasta que me han follado las cuatro. Hasta que me han usado como han querido.

–Je, je. ¿Te has divertido?– pregunta Yi cuando la llamo, provocándome.

–Mucho. Y ahora me voy a divertir contigo– la amenazo, cogiéndola.

–¡¡Aaahh!! ¡No seas así! ¡¡¡HHHHAAAaaaahhh!!!

La pongo a cuatro patas. La penetro con los dedos. Con la lengua. Se corre y deja caer su cabeza contra el colchón. Sobre sus brazos. Sus caderas las mantengo sujetas. Con ambas manos. Con las que me impuso para penetrarla.

–¡¡¡¡¡HHHHHHAAAAaaaaaaaahhhHHHHH!!!!! ¡¡Aaaahh!! ¡Aaah! ¡¡¡AAAAaaahhh!!!

–Sabes que tienes un culo precioso– la halago.

–¡¡Aaaahh!! Tonto ¡Aaah! ¡¡¡AAAAaaahhh!!!

Gime. Sumida en el placer. Empujo desde atrás. Admirando el espectáculo. Su culo. Su espalda ahora algo curvada. Su pelo rubio que cae sobre la cama. Sus suaves muslos a mi alcance.

Me inclino hacia ella. Para coger sus pechos. Sin dejar de penetrarla. Llegando a sus orejas. Mordiéndolas. Besándolas. Susurrándole.

–Ahora eres solo mía.

La única respuesta es su vagina apretándose un poco más. Sus gemidos y jadeos siguen. Su rostro queda oculto entre sus brazos. Se levanta un poco cuando se corre. Pero pronto vuelve a ocultarse.

Sigo penetrándola. Disfrutando de su interior. De sus pequeños y suaves pechos. Del contacto de su piel. Al final sus piernas ceden. Queda todo el cuerpo contra la cama. Yo sigo follándola. Encima de ella. Colisionando con sus nalgas una y otra vez.

–¡¡¡Aaaaaaahh!!! ¡¡Kooong!! ¡¡¡Aaaaaahhh!!! ¡¡Yaaaaa!! ¡¡¡¡AAaaaaaaaaaaah!!!!

Eyaculo dentro de ella. Pero no dejo de empujar. Soltando más semen en cada embestida. Haciéndola temblar. En un orgasmo que le dura casi medio minuto.

–Aaah. Abusón. Aaaah. Aaaahh. Aaaaah– se queja.

–¿Vas a decir que no te ha gustado? No lo parecía– la molesto un poco.

–Aaah. Tonto. Aaah. Abrázame

Se queda acostada de lado. De espaldas a mí. Mis brazos la rodean. Sus manos cogen las mías. Mis labios besan suavemente su cuello. Disfruto de su calor. De su tacto. De su aroma. Puedo sentir su corazón. Que se va tranquilizando. Que se sincroniza con el mío. Y, poco a poco, nos vamos durmiendo los dos.

—————

–¡Achís!

–Je, je– oigo una risita tras estornudar

Yi está jugando con una hierba en mi nariz. Se merece una lección. Quiero cogerla, pero no puedo. Me ha atado. Sus preciosos ojos verdes me miran.

–Ayer te divertiste mucho. Así que he preparado mi venganza. Pero tardabas mucho en despertar– se ríe.

–Sabes que, si no me sueltas, habrá consecuencias– la amenazo.

–Ji, ji. Eso espero.

Dicho esto, pone mi miembro en su boca. Chupándolo. Lamiéndolo. Tocándose. No se le da tan bien como a otras. Pero eso no evita que pronto esté erecto.

Ella se separa. Lo mira satisfecha. Me mira desafiante. Se pone sobre mí. Baja sus caderas. Introduciéndolo dentro de ella.

–¿Ahora quién es de quién?– me provoca.

Muevo entonces de golpe mis caderas. Por sorpresa.

–¡Ah! ¡Tonto! ¡Sé obediente!– se queja, entre risas. Luego continúa seductoramente –. Déjame hacértelo yo.

Como negarse. Cuando quiere, puede ser muy persuasiva. Se mueve sobre mí. Ni muy rápido ni muy despacio. Sin dejar de mirarme. Sin dejar de acariciar mi pecho. Sin incrementar el ritmo aunque se excite más y más. Solo frena cuando se corre. Cuando sus pechos vibran violentamente.

Respira pesadamente. Recuperando el aliento. Me besa. Con pasión. Lengua contra lengua. Labios contra labios. Y empieza a moverse de nuevo. Pegada a mí. Sus pequeños y eróticos pechos frotándome. Sus caderas moviéndose esta vez en círculos.

De repente se detiene me mira. Se muerde el labio. Suelta las cuerdas.

–Abrázame– me pide.

Eso hago. Sin intentar robarle la iniciativa. Dejando que me folle como quiera. Que me bese. Me limito a acariciar su espalda. Su pelo. Su cuello. Su culo. A añadir un poco más de qi. A excitarla a llevarla al orgasmo. A llevarnos a los dos.

Me mira y me besa en los labios. Esta vez sin lengua. Sonriendo.

–Es una pena desaprovechar estas cuerdas– sugiere traviesa.

Así que todas son atadas. A Song bocabajo, para variar. A su hermana también, porque sí. Y a Liang. El resto bocarriba. Ninguna se resiste a ser atada. Ni a ser follada. Ni siquiera Wan. Aunque mira mal a su prima. Creo que planea alguna venganza.

Song está casi curada. Pero no se lo digo. Solo que falta poco. Si no, es capaz de quitárselo. Mejor esperar unas horas más. Me mira con desconfianza, pero accede.

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Yi decide ayudarme a vestirme. Más que nada, porque lo encuentra divertido. En especial cuando me boicotea. Se gana un mordisco en su nalga derecha. Mientras se ríe de mí.

Lo primero que hago es ir a mirar las tareas de esclavos. Pen está, así que debe de estar bien. No puedo ir a verla. Está en la cocina. Shu está en el huerto. Le iré a preguntar. Esta tarde le toca a Ken. He decidido no llamar a sus amigas. Le preguntaré para la próxima vez.

Me acerco a una esclava que está quitando malas hierbas. Ni me mira.

–Hola Shu.

–¡Kong! ¿Qué haces aquí?

–Quería preguntarte si Pen está bien.

–Sí. Estaba mejor de lo que pensaba. Aunque no ha querido contarnos qué pasó– me explica.

–Ya veo. Supongo que es demasiado extraño– me río.

Shu me mira confusa. Pero mejor no se lo explico. Que lo haga Pen si quiere. No puedo ayudarla aquí. Ni distraerla demasiado. Así que me voy enseguida.

–Gracias– me despide Shu.

Antes de irme, le he imbuido algo de qi. Se notaba que le dolía un poco la mano. Espero que sea suficiente. Al menos, le dolerá menos.

–Si te duele, pásate a verme un momento– le ofrezco.

Ella asiente. Aunque no creo que lo haga. A no ser que le duela mucho. Se irá curando con su propio qi poco a poco. Está en la etapa uno. Como todas "mis" esclavas. Las he ido ayudando. O lo han hecho por sí mismas.

Aprovecho que estoy aquí para comprar algunas semillas. Me cuestan todas juntas mil puntos. Son solo unos pocos puñados de cada. Algunas le faltaban a Shi. Otras no habían crecido. Otras están repetidas. Siempre pueden guardarse.

La comida del huerto de la Residencia es deliciosa. Y tiene qi. Antes se ocupaba solo Shi. Ahora ayudan Liang y Lang. Y alguna vez las gemelas. Así que, cuando salgo del huerto, envío las semillas al Almacén. A la zona compartida del "huerto". Es donde dejan las herramientas y lo que recogen.

Después, me voy a copiar un poco más. Una de cinco y dos de seis. Son 85000 puntos. No me ha costado mucho reunir los puntos para el cuaderno. En realidad. Los manuales no cuestan mucho, por ahora. En Cuerpo suben más. Y es peor cuanto más alto. Se supone que puedes reunir más también. Que no lo ponen muy difícil.