–¿Qué le has hecho a Liang?– me susurra Song al oído.
Está sentada sobre mí. Me mira con sus preciosos ojos verdes. Sus labios humedecidos de nuestro último beso. Sensuales. Su sonrisa la hace aún más atractiva. Su mullida nalga llena mi mano. El interior de su vagina me envuelve de placer. Mi otra mano está ocupada con su pecho. Estrujándolo.
–Nada…– respondo.
Busco de nuevo sus labios. Ella me esquiva traviesa. Su sonrisa aún más pronunciada.
–La próxima vez, cuando me toque por la noche, quiero un poco de ese nada. ¡Aaah!
Se vuelve a mover tras sus palabras. Sus labios sellan los míos. Su lengua se muestra muy agresiva. Retadora. Yo aprieto un poco más su nalga. Jugueteo con su erecto pezón. Inyecto qi en cada punto.
Poco a poco, su movimiento se acelera. Como nuestras respiraciones. El latir de nuestros corazones. El intercambio de besos. De qi. De nuestros órganos sexuales frotándose el uno contra el otro. Hasta que llegamos al límite. Hasta que la lleno. Hasta que toda ella tiembla. Nos quedamos un rato abrazados.
–Estaré esperando– sonríe sensual cuando nos separamos, cuando nos despedimos.
La devuelvo. La veo sentarse. Llena de mí. Desnuda. Ejecutando la técnica de cultivación del cuerpo. Templándolo.
No puede entretenerme. Tengo trabajo que hacer. Llamo a Yi. Me sonríe. No puedo evitar que mis labios se curven hacia arriba. Se lanza sobre mí. Traviesa. Juguetona. Lujuriosa.
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Después de copiar la primera hoja, me voy a despejarme como siempre. No esperaba ver a Di Tao por la ventana. Le dije hace tiempo que podía intentar venir y esperarme. Pero hasta ahora nunca lo había hecho.
Abro la puerta lateral. La llamó. Ella se gira. Enrojece. Mira a todos lados. Viene nerviosa.
–¿Me echabas de menos?– le susurró.
Al mismo tiempo, cierro la puerta con cuidado. La agarro de la cintura. La atraigo hacia mí.
–Yo… Bueno… Esta tarde tengo que irme. Estaré unos días fueras y…
–Entiendo. Te llenaré para el viaje– le susurro insinuante.
Ella me mira. Roja. Excitada. La empujo suavemente contra una mesa. Sentándola primero. Acostándola después. No se resiste. Me mira expectante. Le bajo la parte superior de la túnica. Le subo la inferior. No lleva sostén. Sus bragas empiezan a estar mojadas. ¿Oh? ¿Qué es eso?
–Pervertida…– la acuso.
Ella aparta la mirada. Yo cojo el consolador que está metido en su culo. Juego con él. Girándolo. Sacándolo y entrándolo. Mientras le pongo sus bragas en la boca. Ella las muerde.
Su vagina humedecida es tentadora. Pero prometí no desvirgarla. Así que le saco el consolador. La atraigo un poco más hacia mí. Su culo fuera de la mesa. Sus piernas dobladas hacia ella. Abiertas. Se arquea hacia atrás cuando la penetro.
–¡MMMmmmmmmmmmm!
Entro y salgo de su culo. Añadiendo qi. Juego con su clítoris. Mordisqueo su tobillo. Contemplo sus pechos rebotar sin control. Sus manos apretadas a los bordes de la mesa. Tensa. Abrumada por el placer. Ni se da cuenta de que le absorbo su qi. Que mejoro mi cultivación gracias a ella. Y limpio ligeramente sus meridianos.
Como siempre, está totalmente entregada. Puedo notar su sumisión. Podría quedármela. Por desgracia, tiene novio. Un matrimonio arreglado. No sé hasta cuando podré conservarla como juguete sexual. Es lo que es. Lo que quiere ser. O lo que se puede permitir ser.
Me aseguro de satisfacerla. Aunque no tanto como para que pierda el conocimiento. Y le vuelvo a poner el consolador cuando acabo. Llena de mí.
–Para que no salga– le aseguro.
Bueno, no sé si no va a salir. Pero no se queja. Asiente agotada. Satisfecha. Tarda en rato en recuperarse. En arreglar su ropa. Duda antes de irse. La atraigo y la beso. Me lo devuelve con pasión. Me sonríe cuando se va. Creo que es la primera vez que la veo sonreír así. Debería hacerlo más.
Me vuelvo a dibujar otra página. A las otras, ya las follaré más tarde.
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–¡Kong!– me saluda un estudiante.
Es ya por la tarde. Estamos en la zona de combates. Aún no hemos empezado. Aunque hay algunos grupos ya formados. Y varias parejas. Liu y Lang nos han explicado todos los detalles de cada una de ellas. Incluyendo cuáles se han acostado y cuáles no. No sé como lo saben.
Esta vez han organizado los combates unos días antes. Normalmente lo hacían a final de mes. Ahora a mediados. Así no apuran tanto el tiempo de los combates obligatorios. Por si hay algún problema, tener más margen.
Nos hemos puesto junto a la plataforma que está limpiando Ken. No solo nos oye así, sino que añade alguna explicación extra. Sin duda, está confabulada con mis dos pervertidas. Con ella, serían tres.
Fen Huan y Pen escuchan con atención. Con alguna risita de vez en cuando.
–Es el que os he dicho que igual venía. Voy a hablar con él– me alejo, soltando las nalgas de Pen y Liu.
–Hola Siyu. ¿Vienen también a los combates?– pregunto.
Es el que me encontré en la fila del interrogatorio. Viene con otros dos. Parecen un tanto nerviosos.
–Sí, son Men Fu y Men Yuan. No hay ningún problema, ¿verdad?– me pregunta un tanto preocupado.
–No, claro que no. Venid, os presentaré.
Los llevo con el grupo de chicos. Veo que de reojo miran al de las chicas. Algunas miran también con curiosidad. Son más. Mis pervertidas tienen más facilidad para reunirlas a ellas. Seguro que además son una mala influencia. O buena, según se mire.
Los reciben mejor de lo que esperaban. Hay cierta camaradería. Casi todos ellos han sufrido poco más o poco menos el abuso de otros estudiantes con los combates. Son de los suyos. Dejo las presentaciones con las chicas a mis perves. Les encanta hacerlo.
Me quedo un rato hablando con varios de ellos. Hasta que uno me mira con suspicacia. ¿Quizás envidia?
–Creo que te está buscando– señala con la mirada.
Miro hacia atrás. Una estudiante de pelo castaño con tirabuzones me está mirando. Indecisa. Lleva una túnica rosada. Es Yan Xiulan. Le sonrío inconscientemente. Se sonroja.
–Luego hablamos. Voy a ver si tiene listos mis encargos– me despido.
–Claro, claro, ves.
–Sí, sí, encargos…
–Nos tienes que enseñar.
–¿No tienes ya muchas?
Me da la impresión de que creen que solo es una excusa. Aunque sea verdad. Quizás no la única verdad. Da igual. Me encojo de hombros y voy hacia ella.
–¡Hola! ¡Empezaba a pensar que mi preciosa joyera no vendría hoy!– la saludo.
–Ho…la. Yo… Acabé los encargos– me saluda, sonrojada.
Como un resorte, estira sus brazos para presentarme una caja. Está nerviosa. Tensa. Es muy linda. Acepto la caja. Me siento sobre uno de los bancos que hay para los espectadores.
–Siéntate y explícame– le pido.
Ella duda. Nerviosa. Avergonzada. Pero acaba sentándose. Yo abro la caja. Hay varias piezas. Son bonitas. Cojo dos juegos de pendientes muy parecidos. Uno de color morado y otro verde.
–¿Para Bei Liu y Bi Lang?– especulo.
–Sí… Esto… Hacen juego con el color de su pelo. Pero intercambiado. Pueden crear una barrera que soporta un golpe de alguien en Alma. Pero solo uno. Después, ha de recargarse poco a poco. Sé que no es mucho… Pero mi nivel…– explica.
Parece temer decepcionarme. Y eso que le aseguré que estaba bien incluso si fallaba. Me parece increíble que algo tan pequeño pueda tener ese poder. Aunque sea puntual
–Increíble… Algo tan pequeño. ¡Seguro que les encantará!
Ella me mira con la boca abierta. Se le escapa una sonrisa. Se sonroja.
–¿Y esto?– le pregunto.
Es un collar sencillo pero elegante. Muy fino. De un suave color plateado.
–Pa… Para Fen Huan. Puede descargar todo el qi para unirlo a un golpe. El que pueda acumular. No sé si será suficiente…– vuelve a explicar con inseguridad.
–Ja, ja. ¡Perfecto para ella! Seguro que le puede sacar partido. Es buena luchadora. Tendrá un extra de poder reservado para usar en el momento preciso… Realmente has investigado lo que les va bien– la halago.
–Bueno… Liu y Lang hablan mucho…– reconoce en un susurro.
–Sí. Ja, ja. Pero mejor no decírselo, ¿verdad?– le guiñó un ojo.
Asiente. Se le escapa una risita. Está un poco más calmada.
–¿Cuál es para Pen?– pregunto.
–Este…– señala –¡Ah! ¡Lo siento!
Ha vuelto a enrojecer. Se ha pegado a mí al señalar. Tiene un olor muy dulce. No sé si es algún perfume o los materiales que usa. Me he dado cuenta de que muchos de los artesanos emiten un olor peculiar. Parecido los de la misma rama. Wan cada día huele a unas hierbas diferentes.
Es una pulsera dorada sencilla. Las runas grabadas en negro le dan un toque de elegancia. Le encantarán. Desde que está con Fen Huan, lleva siempre alguna de adorno.
–Muy adecuado para ella. ¿Qué hace?– pregunto curioso.
–Da una descarga al contacto, si ella lo quiere– me explica.
–¿Una descarga?– pregunto sorprendido.
–¿Eh? ¿Está mal? Yo… Lo siento… Creía que…– se disculpa deprimida.
Me la quedo mirando un instante. Sonrío. Es demasiado insegura. Demasiado tímida. Aunque también la hace muy linda.
Me ha sorprendido un poco por lo adecuado que es para ella. Parece que mis pervertidas saben más de la relación entre Pen y Huan de lo que creía. Pensándolo bien, es lógico. Se conocen bien.
–¡No, no, es perfecto! Me ha sorprendido que hayas hecho justo lo que le hacía falta. Realmente has hecho tus deberes– la vuelvo a halagar.
–Ah… Yo… Gra… Gracias…– tartamudea.
Por un instante vuelve a esbozar una ligera sonrisa. Se muerde el labio cuando se da cuenta. De nuevo avergonzada. En serio. Debería haber un límite a la timidez.
–Y esta debe de ser la que te pedí extra. ¿Qué hace?– le pregunto.
Es una horquilla para el pelo. Rojo oscura. Sencilla. Con una piedra brillante en la punta.
–Bueno… No sé si será muy útil… Como dijiste algo que pudiera ir bien a alguien como yo… Yo…– no acaba de responder, dubitativa, nerviosa.
–Claro, eso pedí. ¿Al final que le has puesto?– insisto.
–Eeeh… Esto… Si se activa, emite un qi tranquilizador. Ayuda a concentrarse– explica, bajando la mirada.
Me de reojo mira nerviosa. Insegura. No puedo dejar de sonreír.
–Realmente eres increíble. Ven, enséñame como es– le pido.
No le doy tiempo a responder. Me acerco a ella. Le pongo la horquilla en su pelo castaño. Ella no se mueve. Ni siquiera respira. Parece que la he pillado por sorpresa. Por un instante, palidece. Luego se sonroja. Mucho.
–Te queda bien. Demuéstrame como es. ¿Hola? ¿Yan Xiulan? ¿Estás ahí?
Se ha quedado paralizada. Rígida. Con la boca medio abierto. Los puños apretados. Tengo que llamarla dos veces más para que reaccione.
Sin mirarme, activa el efecto. Es sutil. Pero sí tiene un efecto tranquilizador.
–Es agradable– aprecio.
Ella asiente sin mediar palabra. Creo que ponerle la horquilla ha sido demasiado para ella. No hay para tanto…
–Ven. Vamos a dárselos. Tendrás que enseñarles como funcionan– le propongo y me levanto. Tengo que insistir una vez más– ¿Vienes?
Se levanta de golpe. Nerviosa, se pone las manos en el pelo.
–¡Espera! ¡Tienes que llevarte la horquilla!– exclama ansiosa.
–No, está donde tiene que estar– le respondo con una sonrisa.
–¿Eh…? ¿Cómo…?– se detiene y pregunta extrañada.
–¿No creerías que te iba a pedir hacerles algo para ellas y te iba a dejar sin nada? Vamos, tenemos que dárselos.
Me doy la vuelta y empiezo a caminar. Sé que si la miro se morirá de vergüenza. De reojo, veo que finalmente se decide a seguirme. A unos pasos de distancia. Roja.
Las chicas están encantadas. Con ellas, Yan Xiulan vuelve a la normalidad. Aunque me mira de vez en cuando.
Liu y Lang se ponen los pendientes la una a la otra. Su sonrisa es genuina. Abrazan a Xiulan. A mí me besan.
Pen sonríe malvadamente mirando a Huan. Esta está demasiado ocupada inspeccionando su collar y su funcionamiento. Se la ve interesada. Creo que eso hace que su creadora esté realmente satisfecha. Todas me aseguran que me lo agradecerán más tarde. Luego me echan. Dicen que tienen cosas de que hablar.
Veo de lejos que Yan Xiulan vuelve a estar roja. Las otras se ríen. Ella tapa instintivamente la horquilla. Cuando mira hacia mí, yo hago ver que miro hacia otro lado.
Luego las veo organizando peleas otra vez, entre posibles parejas. Probablemente. Creo que han obligado a Xiulan a ir con ellas.
Yo las ayudo con los chicos. Siyu y los otros parecen nerviosos cuando los emparejan con algunas chicas. Veo que sus nuevos compañeros los animan. Y las de ellas. Las parejas ya formadas observan con una mueca de superioridad. De divertirse. Aunque no hace mucho estaban en la misma situación.
Después los juntan para preguntarles sobre sus experiencias. Si hay algo que mejorar… Es una excusa para hacerlos pasar tiempo juntos. Para que hablen. Para que se conozcan. Lo hacen con todos. Si creen que hay atracción, una de ellas se los lleva aparte. Disfrutan creando parejas.
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Por la noche me lo agradecen con sus cuerpos desnudos. Con sus besos. Con sus caricias.
–Ha sido un buen detalle con Lan'er. ¡¡Aaaaaah!! Mi pezón… ¡¡¡HHHHAAaaaaaaaahhhHH!!!– gime Liu mientras me follo a Pen.
Luego le toca a ella. Huan y Lang están tumbadas sobre la cama. Exhaustas. Ha sido culpa suya. Me han retado. Se han rendido al quinto orgasmo