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¿Qué recursos?

–Te reto a un combate.

–No me interesa– respondo.

–Pero…– quiere insistir, pero he seguido mi camino.

Ignoro si dice algo más. Si me acusa de cobarde. O de que me reportará por no hacer los combates obligatorios. Que no me darán nada en el reparto. ¿Qué sabrá él? Me tienen un poco cansado. Son muy pesados.

No es tan malo como cuando intentaban intimidarme por ser ex-esclavo. Al menos, no hay mala intención. En la mayoría. Pero resulta molesto. Desde el combate en la zona de entrenamiento, viene pasando. Quieren retarme y vencerme para darse a conocer. Para demostrar que son mejores que yo. Para aprovecharse de la fama que hubiera preferido no ganar.

De todas formas, es una fama solo entre estudiantes de mi cultivación. A los que están por encima, no les interesa. Simplemente, gané porque el otro no dominaba lo que tenía que dominar. Eso no debería pasar con una cultivación alta. Aunque parece que hay bastantes a los que les falta entrenar más.

Prefiero ignorarlos. No tengo que hacer combates obligatorios en diez años. Así que paso de ellos. Que se busquen a otro con quien demostrar sus cualidades. Que por cierto, en la mayoría casos, dejan mucho que desear.

Solo por el modo de moverse, se nota que no dominan ninguna técnica de movimiento. No la usé en el intercambio de golpes que me ha hecho ganar esta efímera fama. Pero sí lo haría en un combate real. De hecho, ha habido un par que se han acercado a mí y después se han ido. Sus movimientos eran más fluidos. Supongo que también han notado los míos. 

Además, tengo cosas más importantes que hacer. De entrada, recoger a las gemelas. Que me están esperando en un pasaje solitario.

–Hoy no hemos encontrado ninguno– lamenta Yi.

–No los vais a encontrar todos los días– la intento consolar.

–¿Tenemos regalo por intentarlo?– me pide.

La beso. Larga y apasionadamente. Yu no dice nada. Pero me mira expectante. También nos besamos. Antes de que las envíe a las dos a la Residencia.

No han encontrado nuevas memorias. Compraron hace dos días una de mandoble. Para Hai. También hace una semana una de martillo. No tenemos a nadie que use martillo. "Por si acaso," dijeron entre risas. Me miraban como si fuera a traer más chicas. La verdad es que tampoco es impensable. Aunque no tendría tiempo para todas.

De hecho, Di Tao lleva martillo. Pero no le hace falta ninguna memoria. Puede ir directamente a la zona de entrenamiento. Lo que más necesitamos es una memoria de lanza. No debería ser difícil. No como la espada, pero es medianamente popular. A ver si hay suerte. Song es muy competitiva con Shi. Le fastidia estar en desventaja.

De puños, no es tan necesaria. Bronceada tiene más o menos controlados los fundamentos. De cetro, será difícil. Aunque a Shun aún le falta para necesitarla.

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Por la tarde viene Shu. Se tira a mis brazos. La beso mientras recorro con mis manos sus abundantes nalgas. La voy llevando a la cama poco a poco. Me pongo encima de ella. Besándola. Desnudándola. Sobándola

–Aaahh. Koong…– gime ella, entregada.

La hago correrse con mi boca. Estimulando su clítoris con mi lengua. Ella tumbada bocarriba. Luego penetro su húmeda vagina. Bombeo en ella hasta que se corre. Sin dejar de acariciarla. Con mis manos y con qi. Me la quedo mirando. Aún dentro de ella. Espero a que recupere el aliento.

–Intenta abrir los meridianos. Solo un poco. Quiero ver como están– le pido.

–Aaah… Kong… Tienes unas perversiones muy extrañas– me acusa en broma.

A pesar de ello, lo hace. En realidad, sé que está lista. Lo que quiero es aprovechar para ayudarla a abrirlos sin que se dé cuenta. Para dejarlos preparados. Y poder decirle que es hora de que suba a la siguiente etapa.

–Yo lo veo bastante bien. Creo que tendrías que intentarlo– la animo.

–¿Seguro?– duda ella, no muy confiada.

–Sí. Ten. Trágatela. Se quedará en tu estómago al menos una semana. Cuando tengas que usarla, añádele qi. Así liberará el qi y tendrás más– explico.

–Lo sé. Siempre te preocupas demasiado– me sonríe, a pesar de lo cual obedece.

–Bien, ahora podemos continuar

–¿Contin…? ¡¡¡Aaaaaaahh!!!

Vuelvo a moverme. Por sorpresa. A añadir qi. A follarla. Poco a poco, la llevo a otro orgasmo. Esta vez, la acabo llenando de mí. Aunque antes disfruto de su prominente trasero. De sus pechos más bien modestos. De sus preciosos ojos verdes que me miran con pasión. Solo lamento no poder llevarla al límite. No poder hacerla disfrutar hasta que pierda el sentido. Pero tiene que seguir trabajando. Por desgracia, sigue siendo una esclava.

Esta vez, le he dado una píldora real. Una de las que recibo mensualmente de la secta. Bueno, un trozo de una. Wan no es capaz de refinarlas aún, pero sí de dividirlas. De forma que parezcan píldoras individuales. Así no pierdan mucha eficacia. Es mejor que partirlas a mano.

Se las suelo dar a otros esclavos. Las necesitan de verdad. A ellas hago ver que se las doy. Aunque en realidad, las ayudo mientras tenemos sexo.

Después de haberlos medio abierto, no debería tener problemas para completarlo. En total, le habrá llevado menos de un año. Es relativamente rápido, aunque no exagerando. De hecho, mi plan es que lleguen todas ellas a la siguiente etapa.

Así que, al día siguiente, hago lo mismo con Ken. Bueno, la follo diferente. Sentada sobre mí. Mirándome. A veces, besándome. Otras, inclinada hacia atrás. Mostrándome su precioso cuerpo. Sus lujuriosos pechos rebotando. Sus ojos recorriendo el mío con lujuria. Es una pervertida.

Al otro, viene Ai. Con sus dos enormes pechos pidiendo un masaje mientras me tiene dentro de ella. Mientras me besa. No me canso de disfrutar de ninguna de ellas. No es ni mucho menos suficiente.

A todas, las hago intentar abrir los meridianos. Sin esforzarse mucho. Solo para "mostrarme como están". Las ayudo preparándolos sin que se den cuenta. Les doy la píldora de qi para cuando lo hagan definitivamente. En unos días.

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Las tres acaban subiendo sin mayores problemas. Incluso se pueden permitir relajarse en la habitación dedicada para ello. Les sobra tiempo. Ahora hay más de esas habitaciones. Los esclavos han ido subiendo de etapa más a menudo. Así que se han visto forzados a preparar más. Tampoco es que les cueste mucho. Tienen algo más de qi. Pero lejos de las que tenemos los estudiantes.

Lo que sí he oído es que esto ha reforzado la posición de la maestre ilusoria. Ella lo había propuesto. Los resultados le están dando la razón. No solo los esclavos son más eficientes a medida que cultivan, sino que podrían convertirse en estudiantes de pleno derecho. Eso es una ganancia mayor para la secta que cualquier esclavo.

Ellas me lo agradecen muy efusivamente después de que Ai haya llegado a la dos. Es algo que no pueden hacer siempre. Pero que no pasa nada en hacerlo de vez en cuando.

Las cuatro aparecen a la vez delante de mi puerta. Una tiene que llevar agua y las otras dos cortar leña. Así que follamos los cinco. Sí, cinco. Se ha unido Pen. También la he ayudado a subir. Aunque la píldora se la dio Fen Huan.

Están realmente entusiasmadas. Subir en menos de un año es un buen augurio para el futuro. Aunque reticentes, se atreven a pronunciar en voz alta planes de futuro. A considerar un escenario en el que no sean esclavas. Queda mucho para ello. Al menos, lo ven posible. Tienen esperanza.

Quizás por ello, han estado muy activas. Han jugado todas conmigo. No han dejado de besarme. De acariciarme. De mimarme. De follarme una tras otra. De saborearme. De dejarme saborearlas.

He estrujado todos sus pechos. Todas sus nalgas. Penetrado todas sus vaginas. Besado todos sus labios. A veces, no sabía cuál era cuál. Aunque no importaba. Todas son deliciosas. Apasionadas.

Pen ha sido la última. Puede quedarse mientras las demás se van. Me envían besos al salir. Aunque se les nota que son reacias a irse. Se hubieran querido quedar más. Y yo tenerlas acostadas junto a mí durante horas. Incluso simplemente charlando.

–Ojalá no tuvieran que irse– se lamenta Pen.

–Algún día, lo conseguiremos– le aseguro, consolándola.

Yo también quisiera que se quedaran. Lo único que lamento del cambio en el trato de los esclavos es que ahora no puedo comprarlas. Aunque en general, es mejor. Molestan a los esclavos mucho menos. Los que no tienen cultivación son los que más sufren. Y los que se esfuerzan más. Subir a uno, empezar a cultivar, es un verdadero cambio para ellos.

Por eso hay tantos ahora. Antes era peligroso cultivar demasiado. Ahora, es el único camino para la libertad. O al menos, para una vida un poco menos mala.

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Unos días después, cuando recojo a las gemelas, están discutiendo algo. Se las ve serias. Aunque también defraudadas.

–Luego te contamos– me promete Yu antes de que pueda preguntar.

Me besan y las devuelvo. Se van directamente a hablar con las chicas. No parece que hayan encontrado ninguna memoria más. Me lo habrían dicho. Creo. Les enseñan otra cosa. Es una versión barata de las memorias. Apenas puede guardarse unos minutos de voz. ¿Un mensaje de su familia? Eso me temo.

No tardo en averiguar que he acertado. Nada más las llamo, empiezan a despotricar.

–¿Te lo puedes creer? Prácticamente, nos llaman mentirosas por decir que no sabemos nada de ellas– se queja Yu,

–Ji, ji. De hecho los somos– se burla Yi.

En realidad, saben qué ha pasado con sus primas. Una está muerta. La otra está aquí, escuchando. También se ha interesado por la carta. Aunque parezca que solo le interesa la alquimia, su familia también es importante para ella. Al menos su madre. Y sus dos primas. Creo que también sus tíos.

–¡Pero por las razones equivocadas!– ríe Yu.

Parece que lo encuentran divertido. Por ahora, no me han dejado escucharlo.

–Si ellos supieran– suspira Wan.

–Prácticamente, nunca nos dio recursos. Quizás, alguna vez nos dio las sobras, como haciéndonos un favor. Nunca supimos que la familia enviaba ayuda para todas– explica Yi.

Bueno, ya lo sabíamos. Ya lo habían explicado.

–Les podemos decir eso. O mejor, ¿preguntamos a qué recursos se refieren? Total, pueden comprobar que están todos en la oficina de envíos sin recoger, si vienen. Al menos, desde que esa bruja murió– propone Yu.

–Eso estaría bien. Nos hacemos las inocentes. No sabemos nada de nada. En parte, es verdad– la apoya su hermana.

–Va, ayudadnos a ponerlo bien– pide Yu.

Así que, entre todos, vamos dando nuestras sugerencias. No siempre en serio. Algunas son graciosas. Al menos, me lo han parecido.

Hong es sin duda a la que mejor se le da. Como esclava y ama de cría, también había ayudado en otras tareas. Como mensajería. Está familiarizada con todo esto. Y ha visto muchas situaciones. Algunas con cierta similitud.

Al final, es Yi quien graba el mensaje. Es básicamente lo que han dicho al principio. No saben nada de ningunos recursos ni de sus primas. Le pone algo de desdén en su voz. Como la que había en las que le han enviado desde la familia.

–Se enfadarán– se teme Wan.

–Da igual. No es nada comparado a cuando sepan que ha muerto. Y que todo lo que han enviado desde entonces está esperando a que alguien lo recoja. ¿Les hacemos venir a buscarlo?– sugiere Yi.

–Podemos intentarlo, aunque no sé si funcionará– duda Yu.

–Ya pensaremos en algo. Wei tiene un par de ideas– las anima Shun.

–Da, da– parece corroborar la niña.

–Es una buena idea– asegura Shi.

–Sin duda. Tan pequeña y tan malvada– se sorprende Song.

–¡Quién lo iba a decir!– las acompaña Liang.

–No les hagas caso a tus tías– le dice su madre a Wei.

–Ba, ba– contesta la niña, riendo.

No podemos sino reírnos. Es adorable. No puedo dejar de pensar si los míos serán algo parecido. Aunque la verdad es que no creo que los vea tanto. A la niña, la veo cada día. La cojo. La acuno. A ellos, será mucho más difícil. No vale la pena preocuparse ahora.

Seguro que las chicas discutirán sobre qué decir en la próxima carta. Aunque dependerá de la respuesta. Por ahora, en unos días, enviarán el mensaje.