—Formaremos equipos de dos personas. Shuang Yun y Xue Ling se encargarán de recoger los platos esta noche —dijo Huanhuan.
Shuang Yun no tuvo objeciones a su arreglo, pero no pudo evitar preguntar:
—¿Por qué me has puesto a hacer cosas con esta persona ave?
—Porque vosotros dos fuisteis los que más comieron esta noche —dijo despacio Huanhuan.
Shuang Yun se quedó sin palabras.
No podía discutir con esa razón.
Xue Ling se inclinó contra la pared, su túnica roja ondeaba como fuego. Las comisuras de su boca se curvaron hacia arriba, y había un atisbo de ambigüedad en sus ojos:
—Huanhuan, ¿parezco alguien que sabe hacer tareas domésticas?
Huanhuan lo examinó de arriba abajo:
—No, no pareces.
Entonces, tomó un delantal de algodón de su espacio. Se lo puso a Xue Ling y lo examinó de nuevo. Asintió.
—Ahora sí.
Xue Ling tiró de su delantal:
—¿Qué es esto? Es feo.
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