La batalla explotó una vez la flota pirata se interpuso en el camino de los barcos que mostraban la bandera del reino de Ignitem: un dragón de heraldo lanzando fuego.
Los cañones retumbaban y rompían la paz nocturna en medio del océano, los barcos enemigos contraatacaban y empleaban armamento pesado, mientras que los piratas usaban cañones de pólvora. Los soldados de Ignitem eran en su mayoría magos vestidos con uniformes azulados y con máscaras teatrales de acuerdo a sus rangos.
Los piratas de la Bandera Negra no tenían opción, por lo que peleaban con su única ventaja: embestidas masivas y el armamento de sus naves.
En el castillo del Beat-O, Corey había comenzado su hechizo, pero esta vez cambiaría un poco el uso de éste; tenía la estrategia perfecta para ayudar a los piratas y tener un combate justo. La piedra de Dragonita flotaba frente a él, resplandecía y parecía conectarse con las circunferencias de pentagramas y runas que creaba el adolescente. Corey hablaba con su voz baja; recitaba el encantamiento para consumir la energía activa de ese mineral, aunque no deseaba quedar drenado de su poder, conocía los resultados. Sin embargo, creía que todo resultaría bien.
De forma lenta, la energía rojiza de la Dragonita se desprendió del cuerpo cristalino y comenzó a juntarse frente al barco; tomaba una forma de un dragón de vapor que tenía el cuerpo alargado como un lagarto, alas extensas y púas en su cabeza y lomo. La bestia medía más de veinte metros y se movía como si estuviera viva.
Los gritos de espanto se escucharon todavía más y los magos enemigos hacían su mejor esfuerzo por contrarrestar la hechicería. Empero, fue fútil.
El dragón bizarro se abalanzó hacia la flotilla enemiga y con su cuerpo de gas traspasó todos los rincones de los barcos. A toda prisa, Corey accionó la última etapa del hechizo y explotó al dragón en un humo que cubrió toda la zona de combate.
—¡Capitán! —Corey gritó al moverse hasta el alcázar—, ¡han perdido su magia!
Los piratas se reorganizaron: un grupo se alistó y arrojó sogas para abordar las naves enemigas, mientras que otro grupo se ocupó de los cañones.
La pelea se reanudó y ahora los piratas aniquilaron a los magos; casi parecía injustos, pero los piratas no se detuvieron.
Fabian dejó a Héctor como piloto; preparó una soga y se acercó a Corey.
—Vayamos a buscar a María —dijo el capitán.
—De acuerdo —aceptó Corey.
Sin esperar más, el grupo selecto del Capitán Demmogh se adentró al navío más grande. Pelearon en el camino contra algunos soldados, hasta que bajaron por el andén. Corey sabía que por el hechizo pasado, era posible que María también habría sido afectada.
—Por acá —informó Fabian al bajar por otras escaleras.
Sin embargo, Corey no pudo proseguir, pues dos sujetos se colocaron en su camino. Uno era un hombre alto, de cabellos oscuros, de tez morena, que portaba una vestimenta como una sotana y una máscara que cubría todo su rostro. El segundo era una mujer joven, de cabello rubio, vestida con una especie de gabardina y túnica con las iniciales de Ignatis Magika; su máscara era un antifaz blanco con joyas plateadas.
—Valkyries —pronunció el hombre con una voz gruesa—, por tanto tiempo te hemos buscado, y ahora nos encontramos aquí, en un combate contra los piratas de Demmogh.
Corey reconoció la magia de esos dos; eran descendientes de las Familias Élite, y debido a esto habían sido capaces de protegerse contra el conjuro anti-magia.
—Tus padres se sentirán mejor si llevamos tu cabeza como regalo, traidor —ahora compuso la mujer.
Corey dio dos pasos hacia atrás; había usado toda la energía de la Dragonita, y todavía no recupera todo su poder. Enfrentar a esos dos magos de la Élite más poderosa no sería fácil.
—Es un lástima —continuó el hombre—, que con tu potencial te convirtieras en un rebelde.
Sin previo aviso, Corey transmutó la madera e intentó herir a los enemigos; no toleraría comentarios ridículos de esos sujetos. La bruja se protegió con una especie de metal que se alargó como un escudo, y el hombre dio una maroma hacia atrás.
La pelea inició sin reparo. Entre los tres brujos hubo un asalto de hechizos variados; primero fuego, luego agua, seguido viento y terminaron con la tierra. La andana se cubría de humo cada que los ataques fallaban y a veces se rompían las paredes de madera reforzada. Corey conjuraba con rapidez, pero se movía de sitio para cambiar la estrategia. El hombre transmutaba algunos objetos y creaba armas de proyectiles para herir al menor, mientras que la mujer congelaba casi todo a su paso y aprovechaba el metal que llevaba consigo.
Durante unos minutos largos, Corey neutralizaba conjuros, usaba barriles de carga para cubrirse, pero no desistía. Entre ellos no existía una diferencia tan alta de habilidad, pero la desventaja era notoria. Corey hacía un esfuerzo superior, y el cansancio era más difícil de ignorar para él.
—Sin duda —el hombre dijo al arrojar unas lanzas de madera—, un prodigio natural. Un verdadero desperdicio.
Cuando Corey esquivó las lanzas, conjuró una barrera de cristal con ayuda de la pólvora extra de unos barriles, pero la energía fue insuficiente para detener la bola metálica de la bruja. Corey saltó hacia atrás, pero su cuerpo fue empujado y chocó contra la pared.
—Menos mal que tus padres no cometieron el mismo error con tus hermanos. Ahora los dos estudian en el monasterio.
Corey tosió al perder el aire y contempló a los contrincantes.
—Oye, mago de mierda —una voz jovial y femenina se escuchó por las escaleras—, si tanto crees que es un error, ¿por qué no pelas con el honor de un miembro de tu sociedad?
María Siegfried y Fabian se unieron a la escena. Fabian apuntaba con su pistola, y María mantenía un cristal de un tono púrpura en la mano.
—Siegfried —pronunció el hombre—, tú y Bladschmith son una aberración para nuestra herencia. Tendré que ejecutarte aquí mismo. Después, le enviaré una nota a Lord Robinson.
—Eso lo veremos.
Una vez María terminó su frase, accionó la energía del dragón sometido y conjuró un humo oscuro que se aglomeró frente a los magos de Ignatis Magika; ambos intentaron cubrirse, pero sus cuerpos fueron arrojados con brutalidad hacia las paredes contrarias.
—Niño —María habló con rapidez—, agradezco su ayuda, pero no la necesitaba del todo; tenía un plan.
—Mi madre no te iba a abandonar —reprochó Fabian.
—Por supuesto, la bella Mirna y su maternidad estúpida. Corey, ¿todavía puedes pelear?
—Sí —aseguró el adolescente.
—Toma.
María lanzó dos cristales rojizos hacia Corey.
—Usa la Dragonita, ya no tengo más dragones bajo mi poder.
—De acuerdo.
Corey prefirió enfocarse en la pelea que discutir con María sobre los dragones aprisionados; usó la Dragonita y se enfrascó en un combate directo con el hombre enmascarado.
—¡Fabian! —Corey habló al esquivar un ataque—, ¿tienes un plan extra?
—Hay que salir de aquí antes de accionar el siguiente movimiento —ordenó el capitán.
—Ve, niño, ¡destroza a sus naves! Corey y yo regresaremos a tu barco al matar a estos cabrones —informó María.
—Pero…
—¡Es una orden, joder!
Fabian no objetó y salió hacia la cubierta. Corey y María se movían con precisión y doblegaban a los adversarios. Quizás habría una posibilidad de ganar, o eso creía el mago adolescente.
De pronto, la enmascarada conjuró una prisión inusual de barrotes de tonos azules y morados que se achicaba para tocar los cuerpos de Corey y María; esa magia solo podía ser empleada por los descendientes de la Familia Reillg.
Antes de que la prisión dejara sin espacio a María y Corey, el barco se movió con brutalidad. Del exterior se percibían cañones que eran disparados una y otra vez.
—Joder —la bruja enmascarada habló—, están volando todo.
—No hay tiempo —expuso el otro enemigo.
Acto seguido, dos estacas aparecieron frente a Corey y María; eran de un metal oscuro, pero provenían del hechizo del mago de máscara.
—Corey —María susurró. Tocó la mano de Corey y le entregó el cristal del dragón—. Tú puedes sacarnos de ésta.
P-Pero, Corey pensó con dolor, eso significa que este dragón moriría…
Corey negó con la cabeza.
—Por. Favor, es la única forma.
Entonces, Corey aceptó el cristal, cerró los ojos y suspiró.
—Protege a Fabian —Corey dijo al contemplar a María.
Debajo de Corey apareció un círculo mágico extenso, de un tono verdoso, que desprendía un gas; cada objeto y ser vivo que éste tocaba se congelaba de una forma opaca. Aunque el conjuro de Magia de Tiempo era más básico que la vez pasada, fue suficiente para que Corey activara el cristal del dragón y liberara a la bestia.
Del cristal una nube morada se externó y un dragón comenzó a materializarse; era de unos cuatro metros, de color lila con manchas de rayas, de ojos verdes oscuros y alas cortas. El monstruo avanzó unos pasos hacia Corey, pero se detuvo en seco.
El hechizo de Tiempo desapareció y Corey sintió que su cuerpo se desvanecía.
—¡Corey! —María sujeto del hombro al menor, pero no se movió de su sitio. Miró al dragón con sorpresa—. ¿Qué has hecho?
—Está libre —dijo la bruja de Ignatis Magika.
Sorpresivamente, el dragón atacó a los magos enemigos. Arrojaba de su boca un humo corrosivo que después se prendía como fuego.
Una vez la prisión mágica desapareció, María reaccionó a toda prisa, ayudó a Corey a moverse junto a ella y subieron hacia la cubierta.
***
En el exterior los barcos piratas hundían sin piedad a la flota de Ignitem. Así que María se dio prisa; volvió a caminar junto a Corey y creó un puente sobre el mar al congelar el agua.
Corey apenas podía mantenerse en pie; escuchaba los estruendos, pero estaba agotado.
—Corey —María tocó el rostro del adolescente—, necesito que cruces hasta el barco de Fabian.
—¿Y-Y tú? —dudó Corey.
—Yo… debo esconderme… Ya no puedo seguir una batalla perdida. La rebelión se ha terminado, y sé que Ignatis Magika buscará conquistar Ryuu-Lonh. Todo… por lo que he peleado, por lo que mi familia luchó se terminó. Si tú vas con Fabian, entonces podrás vivir como un pirata y protegerte de Ignatis Magika.
—L-Lamento haber liberado al dragón… —Corey dijo con culpabilidad.
—No hiciste nada malo. Los dragones… no son nuestros sirvientes, lo sé, Corey. Pero necesitaba más poder para enfrentar a esos canallas que han controlado todo.
De nuevo el barco se movió con fuerza; el mástil de mesana se partió en dos y cayó golpeando las velas superiores.
—Anda, ve con el hijo de Demmogh.
—Tú… ¿sabes sobre las leyendas? —Corey preguntó.
María suspiró y sonrió con incredulidad; acarició el cabello de Corey y dijo:
—¿Por qué me preguntas eso?
—Yo tengo el Libro del Sello en mi poder.
Por unos instantes, María contempló a Corey con seriedad.
—Quería usarlo para poner a Ignatis Magika en desventaja —Corey prosiguió.
—Sólo alguien que entiende la lengua de los dragones puede leerlo. Robinson, Bladschmith y mi familia fueron las únicas que guardaron todos esos récords.
—¿Tú puedes leerlo?
—¿Y de qué me serviría? Tu hermana será controlada por los Robinson, y nunca podrá llevar a cabo su destino como la Elegida. No permitirán que desarrolle su poder si no poseen el libro… Además, con la guerra a punto de estallar, no creo que sea su mayor preocupación ya.
María detuvo sus palabras y se percató de que el barco insignia de la Bandera Negra estaba cerca de la borda.
—Anda, Corey, ve con ellos.
—Pero —Corey insistió—, ¿qué debo hacer?
—Simple, muchacho —María aseguro con una sonrisa amable—, entrégalo a quien sí podría hacer algo.
—¿Hacer algo?
—Sí… alguien que pudiera encontrar al siguiente Elegido y que pudiera trascender más allá de nuestros conflictos humanos.
—¿De qué hablas?
—Dragones. Ellos son prisioneros del sello que se creó hace más de mil años, Corey, ellos han sido nuestras herramientas y la causa del desequilibrio en la magia actual.
—¿Desequilibrio?
—Estoy segura de que si ese libro queda en las manos de un dragón, y si otro Elegido está por nacer en los próximos siglos, ellos sabrán que hacer con exactitud.
—Quizá regrese a tu familia.
—Sí, quizás, pero por ahora yo no puedo correr ese riesgo. Debo ocultarme, y buscar una forma de continuar la rebelión sin arriesgar la vida de tantos inocentes. Tal vez le enseñe a mi hija y a sus futuros hijos a usar la lengua de los dragones, y probablemente esa sea mi última estrategia rebelde.
—Gracias, María.
—Anda, chico, ve con los piratas.
De forma rápida, María elevó el puente de hielo y permitió que Corey cruzara; empero, el adolescente abrazó a la bruja y ella replicó el gesto. Corey volvió a susurrar palabras de agradecimiento y ella se despidió con calidez.
Cuando Corey llegó a la borda del Beat-O, fue ayudado por los piratas y encontró a Fabian.
—¿No vendrá ella? —Fabian cuestionó.
Corey negó con la cabeza.
—Bien —Fabian pronunció con sequedad. Dio una media vuelta y dijo—: desplieguen las velas. Hemos cumplido con la misión.
—¿No vendrá la bruja? —ahora dudó Héctor.
—No. Nuestra prioridad era su libertad. Andando.
—De acuerdo, capitán.
***
Durante el trayecto de regreso, Corey descansó en el camarote del capitán y durmió lo más que pudo. Sin embargo, sólo consiguió descansar una hora, ya que su cabeza se enfocó en la despedida con María Siegfried. Estaba de acuerdo con la resolución, pues había conversado un poco con algunos dragones y parecía lo más factible.
Corey dio varias vueltas en la cama, hasta que por fin se levantó y buscó a Fabian en la sala de comando. Entró y encontró al joven capitán sentado frente a la mesa llena de mapas y documentos.
—Fabian —Corey pronunció con calma—, necesito pedirte un favor.
Fabian se incorporó, se acercó a Corey y besó su mejilla.
—Dime.
—Necesito buscar a uno de los dragones Sagrados que conectan directamente con Luz y Oscuridad.
No hubo respuesta.
Corey notó el rostro consternado de Fabian; sabía que eso significaba una misión suicida y volver a un recuerdo doloroso para el joven pirata.
—¿Muerte o Vida? —Fabian indagó.
—Sí. Muerte o Vida… uno de esos dos dragones.
—Tendría que hablar con mi madre primero.
—¿Podrías hacerlo?
—Corey… ¿para qué buscaríamos a esos monstruos?
—Porque voy a entregarles el Libro del Sello.
Fabian suspiró, se distanció y se sentó sobre el escritorio; había cruzado los brazos para denotar su molestia.
—¿Por qué a esas bestias?
—Porque sólo así aseguraré que los planes de Ignatis Magika sean frenados de algún modo. En estos momentos, nosotros no podemos hacer mucho contra ellos, pero tal vez éste sea el único método para liberar al mundo de su tiranía.
—Corey…
Corey se colocó frente a Fabian; tocó su rostro y lo besó.
—Es lo mejor que puedo hacer… lo mejor que nosotros podemos hacer.
Otra vez hubo silencio.
—E-Está bien —Fabian aceptó—, yo hablaré con mi madre.
—Gracias.
***
La llegada a la Bahía Negra fue distinta, pues Corey había sentido una preocupación acechar el sitio. Era notorio el cambio de actitud en Fabian, y no había sido admitido en la reunión.
Por casi una hora, Corey lo único que hizo fue vagar por las calles y mantener a su mente ocupada en los alrededores. Estaba consciente de que una vez el Libro del Sello quedara fuera de su poder, él ya no tendría un motivo para permanecer con los piratas de la Bandera Negra, y podría ser asesinado por ese grupo.
A pesar de que estaba enamorado de Fabian, nuevamente se encontraba en una posición desventajosa; era probable de que toda esa relación serviría como una manera de control, para que él no se llevara el libro lejos de esos rufianes. Después de todo, ya había pasado por una situación similar, así que no se hacía ilusiones.
—¡Corey! —la voz de Leora interrumpió la mente del adolescente—, ¡por fin te encontré!
—Leora, ¿cómo estás? —Corey saludó amablemente.
De pronto, Leora abrazó a Corey y luego mostró su rostro iluminado por su sonrisa usual.
—Mi mamá me dijo que iríamos de cacería, que buscaremos a uno de los dragones más temibles y poderosos. Pero se peleó con Fabian.
—¿Cómo? ¿A qué te refieres? —cuestionó Corey.
—Sí, porque le dijo que no podemos forzarte a quedarte aquí, en la Bahía Negra, ni mucho menos obligarte a ser un pirata como nosotros. Aunque ya actúas como uno de los nuestros, pero todavía no es oficial que lo seas.
—¿Por qué tu madre le diría eso?
En ese instante, Corey contempló a Leora reír y mover sus manos hacia atrás como si mostrara timidez.
—Porque Fabian no quiere que te vayas, ni que lo dejes. Él te quiere mucho, ¿sabías? Mi hermano es muy obvio, porque está muy enamorado de ti. Pero mi mamá piensa que al final tú debes ser quien decida esto de ser o no ser un pirata por el resto de tu vida. Porque, ya sabes, tenemos un código que seguir: no es tan fácil decir que serás como nosotros y que luego ya no quieras ser un pirata de la Bandera Negra.
—Pensé que no me aceptarían.
—¿Bromeas? —Leora expresó con sorpresa y abrazó otra vez a Corey—. Eres como un hermano mayor, aunque ya tengo al tarado de Fabian, pero tú eres también como mi hermano mayor. Pero estaríamos muy felices de que te unieras la Bandera Negra. —Leora se alejó un poco y colocó su mano cerca de su boca para simular que susurraba—. Pero no le digas a Fabian que yo dije eso, porque los dos queremos que seas parte de nuestra tripulación, y no es por tu poder.
—L-Leora… —Corey sonrió con un poco de pena.
—Eres el novio de mi hermano y mi nuevo mejor amigo. Anda, vamos con mi mamá para que podamos cazar a esos dragones, ¿vale?
—Está bien.
Corey aceptó la petición y siguió a Leora hacia la especie de torre que servía como base de comando de la Bandera Negra.