Después de su entrenamiento, Aila sintió las piernas rígidas y retrocedió frente a Damon para poder estirarse en el suelo.
—Buen trabajo hoy —Damon elogió a través de un enlace mental.
—¿En recibir una paliza? —Aila replicó juguetonamente. Sabía que realmente no podía enfrentarse a Damon, aunque se sentía bastante bien consigo misma por haber conseguido asestar algunos golpes y bloquear los suyos durante cinco horas.
¡CINCO HORAS!
Nunca soñó con poder entrenar durante tanto tiempo. Aunque, ahora su cuerpo le gritaba y le exigía un mínimo de cinco platos de comida.
Damon se rió, —Aguantaste toda la sesión. Y lo hiciste mejor que cualquiera contra quien haya luchado —Aila lo miró desde su posición en el suelo mientras se estiraba los isquiotibiales—. Pero no te lo tomes demasiado en serio —le guiñó un ojo antes de agacharse a su lado y darle un rápido beso en la mejilla.
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