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Epilogo: Miller

-Wow.- Susurró al ver qué le clavaron visto. - Eso fue doloroso.- Dijo dándose la vuelta. Él seguía en el cementerio, en una zona de campo abierto, donde aún llegaba el sol. Caminó un poco por la colina, hasta que encontró un árbol quebrado. Se sentó encima del tronco. Se abrió una cerveza, que compró un par de metros atrás, y empezó a beber frente al ocaso.

Eran cerca de las 6, hora que significa el inicio del invierno, por ende, que oscurecería pronto. Seguía sonriendo a pesar de todo lo que acaba de ocurrir en tan solo 2 días. Si, su boca temblaba, pero seguía sonriendo. No estaba contento, ni deprimido, solo seguía así, como hacía un tiempo, como hacía tres, cuatro, cinco o incluso más años atrás. Se llenó la boca de varios sorbos de su bebida. Era de las amargas, de esas horribles, que normalmente no disfrutaba, porque a diferencia del whisky, no le generaba acidez, sino asco, y arcadas. Era de las baratas, claramente. Igual, seguía bebiendo. A su manera, no le sentía sabor, se podría decir. Es como si una inercia, costumbre, o necesidad, le invitaban a querer beber. No sabía si embriagarse, solo quería sentarse a hacerlo, igual que como si lo llegó a hacer antes ¿Qué es diferente ahora? Apagó su teléfono. No tocó el botón, solo le quitó la batería. No quería ni ver la pantalla. La hora, el fondo, o el tono de mensajes. Por primera vez en años, él genuinamente quería que nadie le viese o llamase. Se sentía por primera vez en años avergonzado. "Soy un ridículo ¿Quién te va a querer ayudar Jayden?" Se preguntó "Vives para ayudar, no para que te ayuden" Se rio de si mismo. El sol, comenzó a ocultarse. Quizá no quería que se fuese, porque era su única compañía. Sentía que quizá no volviese a haber luz en su vida. Por eso miró a los costados. Ya no están. Ella no está. Jayden se permitió reír nuevamente. "No existen los fantasmas de la fuerza idiota" Quizá si tomó demasiado. Observó la botella, y estaba vacía. "Seh. Lo estoy" Aceptó "Quizá... Por eso me siento vacío" Una pena amarga estaba en su corazón en aquel momento.

"Me encantaría escuchar un chiste malo. Sacarme una Selphy con ustedes. Solo eso me levantaría el ánimo ahora" Pensó, cuando le comenzaron a arder lo ojos. Se quitó los lentes para refregarcelos. Sus dedos salieron húmedos. "¿Enserio estás..." El líquido recorrió sus mejillas. "... Supongo que si..." Aceptó. "Esto está ocurriendo ¿Verdad?" Por primera vez en casi 18 años, Jayden estaba solo. Sus amigos, ni el amor de su vida, estaban allí. "... Es cómico ¿No? Tu mayor pesadilla está ocurriendo" Rio con un par de chillidos, a causa de la mezcla de emociones, o algo así. "... Que patético" Bajó la cabeza. "... Esto es peor... Nunca más... Nunca más..." Dejó de pensar. 

Hace un día

El doctor tenía una cara de total alegría. Ella estaba en un estado excelente, y en unas horas podrían darle el alta. Ambos, increíblemente contentos. Ella estaba hermosa, con una despampanante sonrisa que le alegraba el corazón. Charlaron de su mutuo sentimiento, de que harían una vez salgan del hospital, de si volverían a su antigua casa, o buscarían una nueva, para no vivir con en esa casa con tantos recuerdos, buenos y malos. Del mismo modo, ya estaban hablando de si iban a volver a intentar lo del bebé. Ya estaban pensando como le pondrían si era niño o niña. El dialogo fue largo y tranquilo, tanto que no notaron que un doctor entró al cuarto, con cara de seriedad, y le cambió el suero, para luego irse en cuestión de menos de dos minutos. "¿Para qué? ¿No que ella ya está bien?" se preguntó, pero no le dio mayor importancia. Pero pasada más o menos unos 15 minutos, comenzó a verse desmejorada. Y entonces Abigail tosió con mucha fuerza, interrumpiendo el diálogo. 

Normalmente ella solía toser, pero ese simple espasmo continúo, aumentando de nivel, hasta que ya no era normal. Llegó el momento en el que lo miró a los ojos pidiendo ayuda, sin necesidad de palabras, porque él se dio cuenta. Jayden automáticamente le abrazó, mientras gritaba por ayuda de algún médico, pero nadie llegó, y ya habían pasado más de 3 minutos. Cada alarido que ella hacía, le causaba dolor a ambos, sin poder evitar desesperarse más y más, con tal se retorcía en la camilla, y le ensordecía el sonido del monitor cardíaco. "¿¡Por qué no viene nadie!?" Pensaba desesperado el chico, quien solo quería que esto acabase. Ella cada vez que intentaba llenar sus pulmones de oxígeno, estos se atoraban, impidiendo que pudiese respirar adecuadamente, únicamente sentía que se ahogaba con algún líquido extraño ¿Saliva? ¿Sangre?. ¿Por qué estaba pasando esto?

-Jayden…- Pudo susurrar tras otro minuto de dolor. - Tengo miedo...

-Lo sé...- Trató de calmarle mientras le abrazaba. - Solo aguanta un poco. Ya llegará alguien. Solo quédate conmigo. Resiste, por favor.- Rogó, mientras su tos comenzaba a escupirle gotas de sangre en la campera. "Dios, no..." Pensó, pero trató de no dale mucho foco, así tenerla calmada. O lo más que se podría en esa situación. - Eres la mujer más fuerte que conozco. ¡Esto no es nada!- Le dijo, intentando bromear.

Ella dejó de tener estos espasmos lentamente. "Mejor... Vamos bien" Creyó que la cosa comenzó a calmarse. Luego vio su mano tratando de moverse, pero no. La tomó, y sintió como perdía la fuerza. No, no estaba bien. Ya de plano, sentía que su respiración, la cual en un principio se entre cortaba, ahora estaba peor, casi no entraba aire en su boca. "No no no" Temió en su mente.

-¡Abi! ¡No te rindas!- Le gritó. Alejándose un poco, mientras se veían mutuamente a los ojos llenos de lágrimas. Ella expresaba miedo en la mirada, pero lentamente, pareció cambiar a un rostro de resignación. Como si hubiese perdido la esperanza.

-Jayden…- Susurró. Luego su mano trató de tomar la suya, y cuando la tomó, sintió que estaba helada, y sin fuerzas. - Yo... Ya no lo voy a lograr...

-¡Si lo harás!- Ella rio, mientras dejaba lentamente de respirar, y una gota de sangre se le escurrió por el labio.

-No... Ya se me acabó la suerte.- Volvió a reír. Luego le miró, sonrió genuinamente, mientras que el rostro de él, expresaba desesperación, miedo, alteración. No quería que eso acabase ahí. No quería perderla. Sin embargo, Abigail no estaba más simplemente lista. Ya se había aceptado la muerte. Estaba lista para irse.

-Abi...- Soltó su mano para acariciarle la mejilla, y suspirar. - ¡Abi... No, por favor... No me dejes...!- Ella le besó la mejilla.

-Te amo Jayden… Díselo a Jane también ¿Si?

-¡Abigail!

-Recuérdaselo por mí...

-¡No! ¡No porfavor!

-Los amo... Mucho.

-¡Abigail! ¡Despierta! ¡No te vayas!... Te amo... No me dejes... Por favor

Actualidad

Se quedó en mute por todos lados. Estático, helado, con un poco de luz aún visible en el horizonte. Enserio esto estaba ocurriendo. Comenzó a reír nuevamente. No duró mucho tampoco. No podía sentir nada más que vacío. Hasta los fantasmas sentían más emociones en comparación a él, en aquel momento. Lo único que sentía, era una especie de líquido a su alrededor. Cómo si se estuviese hundiendo en alguno. Se le cayeron los lentes, se rompieron en el suelo. Ni le importó. Ya nada lo haría. Nada, absolutamente nada.

Fue por eso que volvió a pararse. Alzó la cabeza, y sin decir nada, puso sus manos en sus bolsillos, y comenzó a caminar hasta la calle, dónde se mezcló con los transeúntes. Chocó con varios. No sintió dolor, o molestia. Así confirmó que estaba vivo en verdad, y que su infierno, comenzaba a manifestarse en su vida, y el hundimiento de todo lo que alguna vez valoró, aparecía. Lo único que llegó a escuchar fue un televisor ahí cerca con el titulas:

"Daniel Arthur. El nuevo alcalde de la ciudad"