Los cuerpos de todos en el cielo se tensaron al instante al sentir la aparición de los enormes, fríos y oscuros ojos de serpiente. La Llama Divina poseía la fuerza destructiva más grande en el mundo, fuerza que quemaba el cielo y hervía el mar. Ante una fuerza así, era probable que no hubiese nadie, a excepción de esas élites legendarias que habían entrenado sus Dou Qi hasta estar a la par con la naturaleza, que no sintiese un miedo tembloroso debajo de ella.
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