Mientras las palabras abandonaban la boca de Xiao Zhan, todo el salón guardó silencio. Un momento después, uno por uno, las miradas de todos se dirigieron hacia el pálido rostro de Jia Lie Bi, alegres por la calamidad que había recaído sobre él.
—Jaja, cien mil monedas de oro por dos botellas de elíxir de base… este sujeto realmente es extravagante.
Viendo que el rostro de Jia Lie Bi se encogió, Xiao Yan inclinó su cabeza en un intento de ocultar una sonrisa descarada y murmuró.
Viendo al deleitado Xiao Yan, Xun Er sonrió y, riendo suavemente, dijo.
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