La lluvia seguía cayendo del cielo, arrastrando la parte superior de la tierra y recogiendo el barro, mientras bajaba por la ladera junto a donde se encontraba la mansión Rune. Las nubes seguían gruñendo mientras la joven permanecía de pie en uno de los pasillos con la cara horrorizada.
Parecía aterrorizada, aterrorizada por el hombre que estaba frente a ella y la criatura que estaba detrás de él.
—Pensé que eras una chica normal, una humana como cualquier otra, pero quién diría que el chico encontró una joya —comentó Lord Nicholas, con los brazos cruzados en el pecho—. Parece que tienes una habilidad, una muy rara. ¿Te importaría alumbrarlo? —Le preguntó sonriendo, lo que la puso nerviosa.
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