Vivian se cubrió la boca por la sorpresa al ver al concejal llamado Oliver, quien había quedado clavado en la pared con las piernas y las manos separadas. Su expresión parecía sorprendida y vacía. Debido a la falta de luz, les tomó un tiempo ver que el hombre no tenía los ojos. Eran cuencas vacías lo que los miraban. Su corazón había sido lanzado hacia sus pies y una pequeña cantidad de hielo se había formado encima de él.
Los tres tragaron saliva y el vampiro que estaba afuera los siguió poco después de encontrar al hombre allí. Asustado y fuera de sí, dijo: —¡Esto ya no es gracioso! ¿Quién de ustedes tres está matando a las personas aquí? Tú —el vampiro miró a Jamien— Tenía poco tiempo en la mansión y apenas había salido ¿Lo mataste? ¿O fueron ustedes dos? —sus ojos rojos parecían furiosos hacia Vivian y el humano.
—¿Tres? —preguntó Vivian con el ceño fruncido.
La última vez que dijeron que eran cinco, ¿dónde estaba la quinta persona?
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