—¿Cómo has podido ocultarme algo así? —pregunto cuando me suelta.
Tropiezo hacia atrás y ella va a atraparme, pero la empujo. Me dedica una sonrisa de disculpa, pero no es suficiente.
—Raven, tienes que entender que tu madre sabía lo que iba a pasar. Se lo advertí, pero fue testaruda. Creía que podía cambiar su destino. Me dijo que si le ocurría algo, que no te hablara de tu padre a menos que fuera absolutamente necesario —explica.
—¿Por qué?
—Ella nunca quiso que crecieras sin una familia. Quería que las brujas fueran eso para ti y no quería que te confundieras o sintieras que no pertenecías —responde.
—¡Pues entonces su último deseo no se hizo realidad! Siempre me he sentido como una extraña. Ahora me siento así, tanto con las brujas como con los hombres lobo. No pertenezco a ninguno de los dos lugares porque no soy ni uno ni otro. ¿Cómo es eso posible?
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